Catherine Blagden y su esposa Mary Ricks tienen lo que muchos sueñan: una vida en dos mundos. Dejaron atrás el ajetreo de la gran ciudad en Los Ángeles y se mudaron a la localidad costera de Montecito. Tras cambiar su centro vital, se plantearon la pregunta de cómo conservar la dualidad entre la vida en la ciudad y en la costa y reencontrarse a sí mismas. La conclusión es que todo es cuestión de equilibrio.
Para la pareja, ambas en la cincuentena, la mudanza a Montecito fue más un regreso que una retirada. Los bisabuelos de Blagden llegaron aquí de Nueva York a finales del siglo XIX, mientras que la abuela de Catherine nació en Montecito. También los abuelos de Ricks vivían allí cuando era niña.
Regreso a las raíces
Por tanto, no fue una huida de la gran ciudad, sino más bien nostalgia por los orígenes. En el caso de Blagden, por partida doble, ya que sintió desde siempre una fuerte unión con la naturaleza. Como viticultora y fundadora de Blagden Wines, lleva este vínculo también al ámbito profesional. “Al igual que esta unión con la naturaleza, la comunidad y la cohesión forman parte desde siempre de mi vida familiar”, dijo. “Por tanto, quería elaborar un producto natural capaz de unir a las personas”. Actualmente, Blagden está yendo un paso más allá con la orientación de su cultivo biológico. En el futuro su producción será biodinámica, con un método en el que se siguen los ciclos lunares y se aplican prácticas de cultivo limpias y sostenibles.
Por su parte, la carrera de Ricks no podría ser más diferente a simple vista. Como presidenta de una inmobiliaria multinacional, no se ocupa del crecimiento de las plantas, sino del de los edificios. Sin embargo, aunque las transacciones y las monitorizaciones del mercado son parte de su rutina, Ricks considera que sus puntos fuertes radican en los aspectos creativos de su sector. Al referirse a bienes inmuebles, siempre habla de luz, estética y un entorno armónico. Explica que estos elementos componen “el alma de un espacio” y revelan su verdadera identidad.
A la hora de decidir el lugar ideal para su vida personal, ambas aportaron su respectiva experiencia. “La casa es un lugar de paz”, dijo la experta inmobiliaria Ricks sobre su nuevo hogar junto al Pacífico que han ido restaurando paulatinamente.
“Estar afuera, escuchar el murmullo de las olas, sentirse conectadas con la playa y el mar... Aquí encontramos nuestro equilibrio”, añadió Blagden. Porque lo realmente importante para ellas es pasar tiempo con la familia. La decisión de dejar Los Ángeles también la tomaron pensando en su hija de doce años, Arden. Ya tenían su vida hecha en la metrópoli, pero llegó un punto en que Blagden y Ricks sintieron que algo había cambiado. “En los últimos años, Los Ángeles se ha convertido en una ciudad demasiado agresiva, superpoblada y egocéntrica”, dijo Blagden. “Buscábamos un lugar donde pudiéramos reencontrarnos a nosotras mismas”. Hablan de una fase de su vida marcada por la incertidumbre, pero eso llevó a la pareja a extraer una valiosa conclusión: “Nos dijimos que, independientemente de lo que pueda pasar, tenemos que aferrarnos una a otra”, dijo Blagden. “¡Criar a una adolescente va a ser todo un reto!”. En Montecito encontraron lo que les faltaba en Los Ángeles. “En lugar de ir de tiendas, aquí los jóvenes van a la playa o a jugar fútbol”, dijo Blagden. “Hacen surf, salen a caminar o a montar en bicicleta en lugar de pasarse el día pegados a las redes sociales. Eso nos gusta”.
Armonía de contrastes
Blagden y Ricks se mueven en mundos profesionales diferentes, pero consiguen armonizarlos en su vida personal. “La armonía de los opuestos es algo que nos describe muy bien”, dijo Blagden sonriendo. “Tenemos personalidades completamente distintas, pero nuestros intereses y valores interiores se asemejan”. Una descripción que también es válida para el garaje que hay detrás de la casa. La pareja comparte un intenso amor por los autos, especialmente por los Porsche. Poco después de mudarse al área rural californiana, se compraron su primer 911 refrigerado por aire, un coupé modelo 993 del año 1996 de color Azul Noche Perla. Con este coche, Blagden disfruta de los viajes a su viñedo en la cercana localidad de Santa Ynez. Carreteras sinuosas, diferencias de altura sensibles... esto supone momentos de relax para la viticultora. “Un 911 refrigerado por aire es el equilibrio perfecto entre una experiencia analógica y la medida justa de confort”.
En el estacionamiento delante de la casa hay también un Macan GTS, igualmente en color Azul Noche Perla, que utilizan para excursiones familiares o para el trayecto al colegio. “De todos los autos que he tenido, el Macan fue durante mucho tiempo mi modelo favorito”, dijo Blagden con nostalgia. “Pero ahora soy incapaz de decidirme entre el Macan y el Taycan. Ambos son demasiado tentadores, cada uno en su estilo”. Se refiere al tercer Porsche, un Taycan 4S color Plata Dolomita con el que ella y Ricks se desplazan habitualmente a Los Ángeles.
“Toda mudanza es difícil, por mucho que el nuevo sitio sea fantástico”, dijo Ricks. “A veces echamos de menos Los Ángeles. No en vano, allí fundamos nuestra familia”. Cuando les dan ganas de ir a su restaurante italiano favorito en la ciudad angelina y visitar a amigos o si tienen que pasarse por la oficina, recorren con su Taycan los 140 kiloómetros a lo largo de la costa del Pacífico que las separan del ajetreo urbano.
Ahora estos momentos son la excepción dentro de la tranquila vida cotidiana en Montecito, mientras que antes ocurría lo contrario. “Nos hemos sosegado y hemos encontrado más armonía con nuestro entorno”, dijo Blagden. “Pero sobre todo volvemos a estar en armonía con nosotras mismas como familia”. Mientras la pareja disfruta del final de la jornada en el jardín, en el patio interior sube el nivel de ruido. Los amigos de su hija Arden están de visita y se escucha el chapoteo en la piscina y sonoras carcajadas. Adolescentes en plenitud que dan rienda suelta a su alegría despreocupada.
Quizá la familia haya encontrado aquí su solución ideal para armonizar los opuestos: el ajetreo y la calma, los motores de combustión y los eléctricos, la vitalidad y la moderación. Un microcosmos común, un sentido vital buscando los contrastes que hacen la vida tan valiosa.
Info
Artículo publicado en la edición número 405 de Christophorus, la revista para clientes de Porsche.
Fotos: Papo Waisman
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