Desde una pequeña cabina del restaurante Alice's, en Skyline boulevard, Jay Ward mira a través de una ventana polvorienta el 911 Azul Minerva estacionado en medio de una variedad de autos deportivos estadounidenses y europeos. El director creativo de franquicias en Pixar se ha convertido en uno de los nombres más familiares e influyentes en las películas animadas de gran presupuesto; su conocimiento enciclopédico de automóviles antiguos guio y dio forma a la franquicia de películas ‘Cars’ durante más de 15 años. Ward condujo hasta Alice's, uno de los lugares preferidos de los fanáticos de los ‘fierros’ locales desde la década de 1980, en su Porsche refrigerado por aire muy original y explicó, con un café, por qué este automóvil está tan cerca de su corazón.
“Vino del otro lado de la calle de donde vivimos, de una mujer cuyo esposo había muerto repentinamente”, dijo Ward. “Me pidió que pusiera en marcha el auto porque había estado parado durante varios años. Ella pagó los repuestos y yo trabajé en él por las tardes, aprendiendo todo sobre los viejos 911. Le cambié el aceite, la batería, todos los fluidos… fue muy divertido”.
Después de varios meses, Ward finalmente puso el motor en marcha, pero echaba mucho humo y necesitaba mucho trabajo. Los costos estimados eran lo suficientemente altos como para que la propietaria decidiera venderlo y le dio a su mecánico voluntario la primera opción de compra. Ward no dudó ni un instante en quedarse con el 911 S de 1976, cuyo único propietario fue el exmarido de la mujer, y continuó el arduo proceso para devolverlo a una condición apta para circular.
La pintura Azul Minerva metalizada era completamente original y, siempre que fue posible, Ward la mantuvo como tal para que la pátina conservara el aire de un auto local que ha circulado por la zona durante más de 40 años. Modificó el vehículo según las especificaciones europeas, bajó la altura de la suspensión y cambió las luces intermitentes ámbar, los faros delanteros H4 y los guardabarros más estrechos. A lo largo del proceso, Ward siguió encontrando recuerdos y recuerdos del propietario original, un cirujano ortopédico, y dejó todo en su lugar para honrar su memoria.
Fuerte asociación con los 911 azules
Incluso hoy sigue visitando periódicamente a la viuda del cirujano en el auto, ayudándola a mantener el fuerte vínculo que la pareja compartía con su querido Porsche. Es obvio que la fuerza emocional que pueden evocar los automóviles, y que dan a los protagonistas de la película 'Cars' sus corazones tan cálidos, también está muy arraigada en Ward. Cuando habla sobre el efecto que tuvo en él escuchar por primera vez el rugido del motor del auto del esposo de la viuda después de tantos años, el acento suave de su voz del medio oeste de Estados Unidos baja uno o dos tonos.
La relación de Ward con modelos 911 azules inusuales también es fuerte y se remonta a su carrera en la animación. En 2005, cuando comenzó a asesorar al equipo de diseño de Pixar sobre el concepto original de ‘Cars’, una de sus creaciones más famosas fue Sally Carrera, una interpretación instantáneamente familiar del 911 de la generación 996 (una réplica de tamaño real se encuentra hoy en el Museo Porsche). El automóvil fue examinado a fondo a principios del año pasado cuando Pixar Animation Studios y los especialistas del programa de personalización Sonderwunsch, en Zuffenhausen, convirtieron un 911 Carrera de la generación 992 en el ‘one of a kind’ ‘Sally Special’ que luego fue subastado con fines benéficos. Tal fue el cariño que sintió por ese auto toda una generación de entusiastas y coleccionistas que recaudó tres millones seiscientos mil dólares.
Hoy, Ward, de 52 años, lleva una vida ajetreada supervisando las franquicias 'Cars', 'Toy Story' y Buscando a Nemo', todas marcas de reconocimiento mundial con parques temáticos, mercancía, videojuegos y publicaciones bajo sus auspicios. Por lo tanto, las visitas al restaurante Alice's son una forma especial de relajarse cuando el tiempo lo permite. Allí se reúne con amigos locales que tienen ideas afines sobre los autos clásicos.
“Es un verdadero lugar de peregrinaje para la gente que sabe”, dijo. “El ‘Bay Area’ tiene una gran cultura automovilística y durante décadas el restaurante Alice’s ha sido un lugar de encuentro obligado para los autos clásicos. En parte, eso se debe a que los caminos que conducen hasta aquí son algunos de los mejores, con impresionantes tramos a través de bosques de secuoyas y secciones de curvas que parecen interminables. Pero nunca sabes con lo que te vas a encontrar al llegar. Es como una exhibición de autos orgánicos: ¡los autos originales y el café!”.
Además de seguir los escuadrones de autos Porsche GT que suben la colina desde Silicon Valley, la forma más sencilla de llegar a Alice's es tomar la carretera interestatal 280 al sur de San Francisco y salir en la intersección Highlands en dirección a Half Moon Bay. Desde aquí, la 35, también conocida como Skyline Boulevard, pasa sobre el enorme embalse Upper Crystal Springs antes de ascender por las curvas boscosas de Half Moon Bay Road hasta un mirador a unos 1000 metros sobre el nivel del mar. Skyline Boulevard luego serpentea a lo largo de la alta cresta de Kings Mountain, con algunos tramos muy empinados y estrechos, y después sigue Purisima Creek Redwood Preserve descendiendo al oeste hacia el Océano Pacífico. El restaurante Alice’s está a unos 20 kilómetros al sur, justo antes de que la 35 se encuentre con la 84, La Honda Road, que se puede seguir en un circuito en el sentido de las agujas del reloj hasta la costa y la autopista 1, o se puede tomar para regresar rápidamente a la interestatal.
Para Ward, el 911 es la combinación perfecta de rendimiento y confiabilidad para emprender un viaje de este tipo. “Tengo otros autos viejos”, dijo, “pero lo bueno de un 911 antiguo es que puedes subirte a él y conducirlo, todo el día, todos los días. Puedes hacer lo que quieras con élos porque son muy útiles y manejables. Y muy rápidos. Rara vez pongo la quinta marcha en la carretera y no hay muchos autos viejos de los que puedas decir eso. Definitivamente, los 911 están destinados para ser conducidos”.
Ward conduce el suyo al trabajo en Pixar con frecuencia y todos los años lo usa para cumplir con sus labores de juez en el Pebble Beach Concours. “Estaciono ese auto en la calle, me alejo y no me preocupo por él, porque no tiene una pintura perfecta y no es una reina que viaja en remolques. La señora que me lo vendió realmente lo usó, le golpeó las puertas y le dejó toda una serie de marcas que yo preservo como medallas de honor. Siempre ha sido tratado como un automóvil y eso me encanta”.