“Dime, Johan: ¿qué auto me compro?”. Jim Delwiche miró fijamente a su nieto de diez años y precisó las opciones: “¿el Porsche o el Corvette?”
La respuesta del pequeño Johan-Frank Dirickx marcaría toda su vida. “Mi abuelo tenía un deportivo inglés, pero no estaba muy contento con su idoneidad para el uso cotidiano”, dijo Dirickx. “Entonces llegó el momento decisivo”. Cualquiera que visite la colección de Dirickx en Amberes comprenderá al momento qué fabricante eligió. En este amplio garaje bien iluminado hay unos 50 modelos Porsche, perfectamente limpios y en estanterías especiales.
Las compras las empezó el abuelo, que confió en la intuición de su nieto. “Tras el primer 911 Targa S de 2 litros llegó un 911 S de 2.2 litros y luego un S de 2.4 litros”, dijo Dirickx. “Cuando añadió un Carrera RS 2.7 amarillo chillón, me hice definitivamente un apasionado de los 911”. El gran momento llegó después de sacarse el carné de conducir: Dirickx por fin tuvo en su mano las llaves. Podría decirse que esa fue la chispa que encendió todo, aunque realmente no la necesitaba. Pero fue la confirmación definitiva de un amor absoluto por el 911. Esto llevó a Dirickx a comprarse su primer 911 con 18 años, en concreto un 911 T de segunda mano. No obstante, lo revendió rápido, ya que el presupuesto no le alcanzaba para la restauración. Así, Dirickx siguió disfrutando de los autos de su abuelo durante sus estudios de economía. “Nunca olvidaré un recorrido en el 911 Turbo por las carreteras de Amberes, que en aquel entonces estaban aún casi vacías”.
Naturalmente, por eso hay también dos 911 Turbo (modelo 930) en su garaje: un 3.0 y un 3.3 en perfecto estado. Documentan a la perfección parte de la filosofía de Dirickx. Su lema es: “Un auto debe conservar su estado original —es decir, con la pátina correspondiente— o restaurarse perfectamente”. Añade que la pátina no se puede restaurar. “Pero se debe conservar en la medida de lo posible”.
Tras incorporarse a la vida laboral, Dirickx fue perfeccionando esta filosofía. A los 33 años se volvió a comprar un 911, esta vez sí para conservarlo. Adquirió un 911 RS (modelo 964) en Rubí Estrella. Las dos letras RS eran importantes, ya que las rodadas con el RS 2.7 de su abuelo habían sido la base de la admiración de Dirickx por la construcción ligera, “aunque suene contradictorio pagar más por un auto adelgazado”, como constató el coleccionista con una sonrisa. “Pero el 964 RS posee el espíritu absoluto de un auto de carreras”. La afición por este atributo le acompañaría para siempre. Por tanto, se dedicó a buscar el objeto que en su día cimentó su amor por la construcción ligera. “Después de 30 años, encontré cerca de Barcelona el RS de mi abuelo”, dijo Dirickx. “Pero estaba destruido. Para la restauración, el dueño había tomado como modelo la carrocería de un 911 T y ya no era el RS que yo conocí”. Sin embargo, esto no apagó su querencia por los RS. Actualmente tiene en su colección dos de los codiciados ejemplares e incluso un modelo muy raro, el RS 2.7 Homologation-Lightweight.
No obstante, la estrella del garaje es un 911 R blanco de 1967. Solo fueron fabricadas 20 unidades. “El Santo Grial”, sentenció Dirickx. “Desafortunadamente, es tan valioso que en realidad no debería ser conducido”. La colección destaca sobre todo por los autos de construcción ligera. Ha cumplido su plan de poseer todos los modelos de RS refrigerados con aire, salvo el IROC RSR. “Ahora tengo también el RS 3.0, el 3.0 RSR y desde hace poco un 934”, dijo. “Aquí hay incluso dos 911 SC/RS, de los que solo fueron fabricados 20 ejemplares”.
Por supuesto, Dirickx también tiene modelos Porsche con motores refrigerados por agua. Por ejemplo un 911 GT3 RS (modelo 996) o el 935 (2019), cuya carrocería emula el 911 de carreras de finales de la década de 1970 apodado ‘Moby Dick’. Al final, le ocurre lo mismo que a muchos otros coleccionistas: “Me encantan los autos de carreras antiguos ligeros y refrigerados por aire: son difíciles de conducir pero increíblemente fascinantes”.
“La estrella es el 911 R” Johan-Frank Dirickx
El belga también sabe manejar sus autos como es debido: ya ha conducido dos veces en las 24 Horas de Daytona y ha tomado la salida en las 12 Horas de Sebring y en la Le Mans Classic. En cualquier caso, prefiere los rallys. O los derrapes: “En invierno practico en lagos helados en Escandinavia”, dijo mientras giraba con las manos un volante imaginario. Si uno se fija bien, lo sorprende también moviendo suavemente el pie del acelerador.
Información
Artículo publicado en la edición número 404 de Christophorus, la revista para clientes de Porsche.
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