Dice el tópico, un tanto sexista, que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer. Lo cierto es que comúnmente no está detrás, sino al lado. Es el caso de Louise, nacida con apellido Porsche y tras su matrimonio, Piëch. Hija de Ferdinand y Aloisia Porsche, nació en Viena en 1904, cinco años antes que su hermano Ferry. Durante su infancia, Louise Piëch vivió muy de cerca el desarrollo del automóvil y ya entonces prefería jugar con autos en lugar de muñecas. Junto con su hermano pequeño, Ferry, acompañaba a su padre a probar los vehículos que diseñaba.
Mientras Ferdinand Porsche era el Director Técnico de Austro-Daimler, Louise aprendió a conducir en el patio de su casa con un cochecito motorizado. Sacó su carné de conducir a los 14 años y tuvo su primer auto a los 15. También compitió en carreras, a veces junto a los pilotos oficiales de Mercedes-Benz, Rudolf Caracciola y Adolf Rosenberg. Sin embargo, nunca recibió un trato preferente por el estatus de su padre. De hecho, cuando ganó una carrera con un Mercedes-Benz, su padre entregó el trofeo al piloto que quedó en segundo lugar para evitar cualquier acusación de favoritismo.
Louise estudió historia del arte y pintura con Josef Engelhart, uno de los fundadores del movimiento ‘Secesión de Viena’. En 1928 se casó con el abogado vienés Anton Piëch que, en 1931, se convirtió en copropietario de Dr. Ing. h.c.F. Porsche KG, el estudio de ingeniería de Ferdinand Porsche. Desde 1941, dirigió de la planta de Volkswagen. La pareja tuvo cuatro hijos: Ernst nació en 1929, Louise tres años más tarde, Ferdinand en 1937 y Hans-Michel, en 1942. El clan Porsche, al menos 35 de ellos, pasó los años de la guerra en la finca Schüttgut, cerca del lago Zell, en Austria.
Según contó su hijo Ferdinand, ya en 1942 su madre Louise Piëch no se creyó la 'victoria final” anunciada por el Tercer Reich. En consecuencia, durante la guerra trasladó el mayor número posible de planos, máquinas y objetos de valor del estudio de ingeniería de su padre en Stuttgart a la seguridad del territorio austriaco, entonces anexionado. En octubre de 1943, por iniciativa de Louise Piëch, le fueron transferidos a ella y a su marido los activos de Porsche KG en Stuttgart y fueron incorporados a la recién fundada ‘Porsche Konstruktionen Ges.m.b.H.’, con sede en Gmünd (Carintia).
En el invierno boreal de 1945, durante el caos de la posguerra, Louise Piëch tuvo que afrontar situaciones completamente nuevas para ella. Su padre, su hermano Ferry y su marido Anton fueron detenidos en Baden-Baden por el ejército francés y llevados a Francia. Con la ayuda de un abogado local, Louise consiguió presentar pruebas que sirvieron para que fueran exonerados de los cargos. Los tres obtuvieron una fianza de un millón de francos. Un año más tarde, la fianza fue devuelta casi sin valor debido a la devaluación de la moneda. Aquel dinero solo alcanzó para que Louise se comprara dos pares de zapatos en París.
En abril de 1947, para evitar el riesgo de expropiación, los hermanos crearon la empresa austriaca Porsche Konstruktionen GmbH, cuya dirección compartían Louise Piëch y el ingeniero jefe de Porsche, Karl Rabe. Ya entonces, su papel en la empresa era importante. Se la admiraba especialmente por la inteligente táctica que había salvado a la empresa de la inminente nacionalización después de la guerra.
Tras los primeros éxitos de ventas de los autos deportivos de su hermano, en la segunda mitad de 1948, Louise se convirtió en la figura principal en la creación de la red de ventas. En septiembre de 1948, negoció junto con su hermano un contrato con Volkswagenwerk GmbH que sería decisivo para futuro de Porsche. Estipulaba que la gran compañía de Wolfsburg se comprometía a pagar una cuota por cada VW Escarabajo fabricado y, además, permitía a Porsche utilizar la organización de ventas y marketing de VW y la red de servicio posventa. Este acuerdo fue decisivo para la irrupción en el mercado de los deportivos de Porsche, de cuya comercialización también se encargó Louise Piëch.
"Siempre he conducido autos de la familia. Primero los de mi padre, luego los deportivos de mi hermano y ahora los de mi hijo Ferdinand" Louise Piëch
En marzo de 1949, organizó un estand en el Salón de Ginebra, donde el Porsche 356 hizo su debut internacional ante el gran público. En mayo de 1949 fundó Porsche Salzburg GmbH, destinada a controlar la importación, la comercialización y el servicio de atención al cliente de Volkswagen en Austria. Mientras Louise y su marido Anton Piëch seguían adelante en Salzburgo con las importaciones de VW en Austria, Ferry volvió a Stuttgart. Allí, en 1950, comenzó la producción en serie de los autos deportivos que llevan su apellido.
El destino le deparó una serie de nuevos golpes que obligaron a Louise a desempeñar un papel más importante en la empresa: su padre falleció en 1951 y, sólo 18 meses después, su marido Anton sufrió un infarto fulminante. Desde 1952, la madre de cuatro hijos dirigió el holding Porsche en Austria. Las personas que trabajaron con ella hablan de su "decidida franqueza", de su inimitable motivación, liderazgo, de su gran prudencia y de sus dotes comerciales. Ya en 1956, Volkswagen se convirtió en la marca de automóviles más vendida en Austria. Paralelamente, construyó una red de comercialización de Porsche, que pronto se extendió a todas las provincias federales austriacas. En 1971, tras abandonar la actividad organizativa, Louise Piëch asumió el cargo de Presidenta Honoraria del Consejo de Supervisión. Desde esa posición continuó guiando el curso de la empresa austriaca Porsche. Con la organización comercial que había creado, sentó las bases de lo que más tarde se convertiría en Porsche Holding, que hoy en día es una de las mayores empresas privadas de Austria y uno de los concesionarios de automóviles más exitosos de Europa, con sedes en 18 países europeos. "Mi madre era realista y siempre estaba tan bien informada que a veces tenía la mejor visión de conjunto", recuerda su hijo Ernst.
Durante ese periodo, disfrutó de las numerosas salidas en los vehículos que ‘su’ empresa ponía delante de su puerta una vez al año, el día de su cumpleaños. Conservó su amor por el automóvil hasta el final de su vida. Hablando de su afición a los autos, comentó: "Siempre he conducido autos de la familia. Primero los de mi padre, luego los deportivos de mi hermano y ahora los de mi hijo Ferdinand". Era natural que la señora Piëch, Consejera Comercial del Estado, tuviera siempre un Porsche en el garaje. Habitualmente conducía el último modelo del 911, con matrícula S- 200, una imagen familiar en los alrededores de Salzburgo. Al equipar sus vehículos, evitaba deliberadamente los cristales tintados, porque, como artista dotada, le encantaba tomar un pincel cuando se sentaba en su 911 para recrear una interpretación artística del paisaje. En su septuagésimo cumpleaños, en 1974, Louise Piëch recibió un Porsche muy especial: su hermano Ferry Porsche la sorprendió con un prototipo plateado del 911 Turbo, con motor de 2,7 litros, lo que la convirtió en la primera mujer del mundo al volante de un modelo Porsche Turbo.
Su último 911 fue un Carrera 4 plateado, de año modelo 1989, configurado especialmente para ella. Louise Piëch murió en 1999 a la edad de 94 años. Nunca le interesó ascender en el escalafón de la empresa, pero siempre se consideró oficiosamente que fue su tesorera.