David Horvath tiene un impresionante CV: tres veces campeón alemán de ciclismo cross country, durante mucho tiempo integrante del equipo nacional y un prospecto para los juegos olímpicos. En 2019, tenía planeado hacer su debut en la Copa del Mundo de Downhill.
En un día lluvioso, se dirigió al circuito en Val Di Sole, Italia, para su última carrera de entrenamiento antes de la clasificación. Un desafío así solo es adecuado para profesionales absolutos como él. La pista estaba mojada, con raíces de árboles que salían del suelo. Ese día, Horvath tomó una decisión que cambiaría su vida: cambiar sus neumáticos para la segunda carrera. "Probar neumáticos que nunca he usado antes no es algo que suelo hacer", dice. Sin embargo, las condiciones en Val Di Sole no le dejaron otra opción. Sería una decisión que tendría consecuencias que nadie podría haber anticipado.
La bicicleta de montaña de Horvath resbaló en una madera mojada, lo que hizo que perdiera sus referencias y cayera en una zanja. No recuerda el momento del impacto, y solo recuperó la plena conciencia cuando era atendido por los paramédicos. Cuando intentó levantarse, se dio cuenta de que sus piernas no reaccionaban como debían y sintió que su vida estaba a punto de cambiar drásticamente. Desde ese momento, Horvath dependería de una silla de ruedas.
Una mentalidad positiva y aceptación total
Ahora, casi cinco años después, habla abiertamente sobre su accidente. No hay rastro de arrepentimiento, ni de '¿y si?' - Ese no es el tipo de persona que es Horvath. Dice que "todos luchamos nuestras propias batalla, sentimos y experimentamos la misma lucha." Él cree que no estamos limitados por las circunstancias externas y, en cambio, elige centrarse en las cosas que él mismo puede influir. Su lema es: "No importa cómo te veas. Lo que importa es lo que haces".
Horvath se formó como administrador de empresas y obtuvo un puesto como asistente de la Junta Ejecutiva en una empresa de ingeniería mecánica. Junto con su amigo Torben Drach, campeón alemán de Enduro, entrena al equipo Rotwild Schwalbe Gravity Team, que él mismo fundó, e incluso ha vuelto a las montañas con una bicicleta adaptada a sus necesidades.
En aquel fatídico día de 2019, Horvath se rompió la octava vértebra torácica y comprimió su médula espinal, lo que le hizo perder toda sensación por debajo del pecho. Fue un verdadero punto de inflexión en la vida del ex atleta profesional. "En cuanto a no volver a caminar, estoy preparado. La pérdida de sensación es la parte difícil de mi vida cotidiana", explica. Pero se niega a ser limitado por su silla de ruedas: Horvath perfeccionó rápidamente el wheelie e incluso aprendió a bajar escaleras. Para él, solo ha cambiado la forma en que hace las cosas. Su enfoque positivo de la vida sigue siendo tan fuerte como siempre: "Tenemos que aceptarnos a pesar de nuestras diferencias".
No tiene interés en sentir lástima. En cambio, ha tratado de mejorar su situación poco a poco. Por ejemplo, vio potencial en su actual bicicleta de montaña, por lo que diseñó un nuevo prototipo junto con su amigo Torben y ahora planea entrar en el mercado: "Quiero dar a las personas discapacitadas la oportunidad de salir a la naturaleza y volver a la actividad de una manera segura". Es un proyecto que está muy cerca de su corazón.
Cada vez que el joven de 28 años está en su bicicleta de montaña, el pasado no importa: la velocidad y la superación de los límites del movimiento siguen siendo algo tan emocionante como siempre. No tiene miedo de otro accidente: "En el momento en que piensas en lo que podría ser, ya no eres libre". Horvath se siente a gusto en esos momentos de superación de límites. Esto le exige tomar riesgos y aspirar a altas velocidades.
Los sueños pueden cambiar el mundo
La necesidad de velocidad de Horvath existe más allá del ciclismo de montaña. También tiene un proyecto pasional en el que está trabajando en su garaje. Junto con dos amigos, está restaurando el coche deportivo de sus sueños: un Porsche 911 refrigerado por aire. Horvath puede operar los pedales usando un acelerador de mano y puede cambiar de marcha fácilmente. La caja de cambios Sportomatic se acopla automáticamente para él y le permite detenerse en cuarta marcha si es necesario. Una vez más, Horvath ha encontrado una forma de adaptarse a sus circunstancias.
“No conduzco mi Porsche para impresionar a nadie. Cuando lo hago, me siento uno con el coche”, explica. Controlar su velocidad, a veces rápido, a veces lento, le da una sensación de calma que no puede encontrar en ningún otro lugar. “Sentado al volante, escuchando el motor y sintiendo la potencia del coche... Es difícil de poner en palabras, pero así es como me relajo después de un día estresante”.
A propósito, Horvath coloca la silla de ruedas a la vista en el asiento del pasajero. A menudo recibe miradas gruñonas cuando tarda un poco más en la gasolinera, hasta que la gente ve la silla de ruedas. En ese momento, las reacciones se vuelven positivas. “La gente se irrita por un corto tiempo; después de todo, es algo nuevo para ellos”, explica Horvath, quien permanece agradecido a pesar de la resistencia de los demás. “Como alguien con una discapacidad, lograr un sueño como este no es algo que se ve todos los días”.
Pero si alguien sabe cómo romper con los estereotipos, es este hombre. Está constantemente desafiando ideas preconcebidas y explorando nuevas posibilidades. “Solo tú puedes controlar cómo moldeas tu propia vida”, dice. El accidente le abrió nuevas perspectivas y le enseñó a ser más agradecido. Su relación con su novia también se ha vuelto más estrecha que nunca a pesar del desafío. En sus vidas privadas, Horvath y sus amigos intentan promover la inclusión y crear conciencia sobre la discapacidad. Quiere hacer accesibles los torneos de ciclismo de montaña para personas con discapacidades en Alemania. Con su actitud positiva, no nos deja ninguna duda de que estos sueños se convertirán en realidad.