Nueva Zelanda se sitúa al otro lado del mundo, concretamente a 18 000 kilómetros de la sede de Porsche en Stuttgart-Zuffenhausen. Pero la distancia no ha sido problema para Stefan Bogner y su equipo, que han decidido vivir una gran aventura para capturar en imágenes la belleza de las mejores carreteras del país.
Un universo paralelo, con una flora y fauna únicas
Los expedicionarios esperaban encontrar un mundo nuevo, pero se llevaron una sorpresa: “Los paisajes nos recordaban una y otra vez a los Alpes europeos, a Escandinavia o Escocia, al sur de Francia o al noroeste de Liguria en Italia”, afirma Bogner, quien no obstante se confiesa impresionado. El hecho de que Aotearoa (“la tierra de la larga nube blanca”, como se conoce en la lengua maorí) evoque escenarios que resultan familiares, no quiere decir que se trate de una experiencia monótona. Al contrario: “Fue una gran vivencia por lugares asombrosos”, asegura.
Lss islas de Nueva Zelanda han estado protegidas de los desarrollos evolutivos de los otros continentes durante los últimos 85 millones de años, lo que ha desembocado en una variedad de flora y fauna únicas. El país, al igual que otras partes del mundo con antecedentes similares, como Australia y Madagascar, es un universo paralelo. “Las plantas que solo existen en Nueva Zelanda se mezclan con la imagen conocida de pastos, flores, árboles y arbustos para producir un color totalmente inusual”, dice Bogner.
Un viaje centrado en la escasamente poblada Isla Sur
La cultura actual es predominantemente anglosajona. Los pueblos, los nombres e incluso la gastronomía recuerdan el pasado de este país como parte del Imperio Británico. Sin embargo, las influencias francesa y asiática de antaño también están presentes y forman parte de la escena habitual. “En Nueva Zelanda, el ritmo de un mundo que gira cada vez más rápido se percibe de otra manera”, comenta el Director de la revista Curves.
En su viaje por Nueva Zelanda, el equipo se centró exclusivamente en la Isla Sur, cuya población es muy escasa. “Más del 80 por ciento de los neozelandeses vive en grandes ciudades de la pequeña Isla Norte, pero las carreteras más épicas de Nueva Zelanda se encuentran en la Isla Sur", explica Bogner.
Porsche Nueva Zelanda proporcionó el coche ideal para el viaje: un 911 T, que se adaptó de maravilla a los largos tramos en “la tierra de la larga nube blanca”, así como a las curvas de las montañas y la costa. El 911 T es el compañero perfecto para los viajes por carretera. “No se trata de un coche exagerado capaz de robarle protagonismo a la belleza del paisaje, sino de un intrépido compañero que hace que el viaje sea más intenso, poderoso y real en todos los sentidos”.
Información
Curves Nueva Zelanda está disponible en este enlace.