A diferencia del resto de modelos de Porsche, el Cayenne no fue desarrollado en Weissach, sino en Hemmingen. Con una población de 8000 habitantes, esta ciudad se encuentra a medio camino entre el Centro de Desarrollo de Weissach, fundado en 1971, y la sede de Zuffenhausen.
Con una superficie de 3800 metros cuadrados, las instalaciones de Hemmingen se asentaban sobre una antigua planta de ensamblaje de computadores. En 1997 se incorporó un equipo para llevar a cabo el nuevo proyecto. Lo formaban 300 ingenieros: 260 de Porsche y 40 de Volkswagen, dado que el Cayenne era un desarrollo conjunto entre ambas marcas. No había ningún elemento en la empresa que indicara quienes trabajaba aquí y apenas se veían vehículos Porsche en el estacionamiento. El entonces responsable de la línea de producto Cayenne, Klaus-Gerhard Wolpert, había dado instrucciones a sus ingenieros para que condujeran los SUV de la competencia y tuvieran así una idea general sobre este segmento. Aquellos que se movían en Porsche a diario tuvieron que aparcarlos en un garaje cerrado que había dentro de las instalaciones, lejos de miradas indiscretas, donde también estaban guardados los prototipos del proyecto ‘Colorado’.
Ventanas con efecto espejo y estrictos controles de entrada
El edificio de tres pisos ofrecía un alto grado de privacidad. Las ventanas no permitían ver lo que había detrás de ellas y todo el terreno estaba rodeado por una valla. Los atentos guardias de seguridad registraban a todos los visitantes, los cuales luego tenían que ser recibidos por su contacto de Porsche, y nadie podía explorar aquel centro sin supervisión. Después de todo, fue el lugar donde fueron desarrolladas al mismo tiempo dos innovaciones pioneras bajo la más estricta confidencialidad: el primer SUV de Porsche y un nuevo sistema de trabajo en el que cada línea de producto gozaba de entidad propia.
Según esta nueva forma de organización, el equipo responsable de una línea de producto coordina una familia de vehículos durante todo su ciclo de vida, desde su concepción hasta su salida al mercado, pasando por el desarrollo, la producción y la posterior gestión de las ventas. La clave de este concepto es que cada línea de producto opera como una empresa dentro de una empresa, y cada una reporta directamente al Presidente del Consejo Directivo. “La línea del Cayenne funcionaba como una compañía por derecho propio”, dijo Wolpert. “Tenía en mis manos todo el presupuesto y la responsabilidad del proyecto, y mi único jefe en ese momento era Wendelin Wiedeking”. Altamente eficiente y flexible a la vez, este sistema se implementó a partir de 1999 en otros modelos; por ejemplo, el Boxster.
Los talleres fueron instalados en el primer piso del edificio de Hemmingen. El pragmatismo estaba a la orden del día, como recuerda el antiguo capataz Karlheinz Bolz: “En ocasiones hacíamos vehículos con recortes de papel y jugábamos con las formas, moviendo las diferentes secciones, hasta que dábamos con una solución viable”. En los dos pisos superiores, Wolpert instaló unas oficinas diáfanas. “Allí, todo giraba en torno al trabajo en equipo. Por ejemplo, no permití que cada empleado usara su propia impresora; solo había un dispositivo configurado para un amplio grupo de gente. De esta manera, las personas tendrían que verse que forma regular, lo que fomentaba un mejor ambiente en el día a día”. Por otra parte, los puestos de trabajo móviles ya existían en Hemmingen en aquella época para tratar de ofrecer las condiciones ideales, especialmente a los empleados de Volkswagen que fueron enviados a aquel centro de forma temporal.
Un gran espíritu de equipo
“La ubicación exclusiva en Hemmingen permitió que todos los integrantes del proyecto se unieran aún más de lo que hubiera sido posible en Weissach, que ya era bastante grande en ese momento. Eso reforzó al equipo del Cayenne frente a los escépticos dentro de las propias filas de la empresa”, dijo Wolpert. Porque, en los primeros días, no había solo detractores entre los aficionados más puristas, sino también mucha gente crítica en diversas áreas de la compañía, que no terminaban de ver clara la nueva estrategia adoptada.
Pero con el tiempo, las actitudes comenzaron a cambiar. El Cayenne se convirtió en un gran éxito y ahora es un miembro insustituible dentro de la familia Porsche. El sistema de trabajo de Hemmingen hace tiempo que se arraigó en toda la empresa. “Fuimos unos adelantados a nuestro tiempo en aquellos años”, dijo Oliver Laqua, quien siendo un joven ingeniero se unió al equipo en 1998 y hoy es el máximo responsable de la gama Cayenne. “En este momento son muchas las compañías que disfrutan de un concepto de jerarquía plana, pero nosotros ya teníamos eso a finales de los años 90”.
Las instalaciones de Hemmingen acogen nuevamente un proyecto innovador para Porsche. Alrededor de 700 empleados de la línea de producto Macan están desarrollando allí el primer SUV totalmente eléctrico del fabricante de automóviles deportivos. El equipo del Cayenne se mudó al Centro de Desarrollo de Weissach en 2021.