Como ocurre con tantas historias de pasión y anhelo, los orígenes de esta se sitúan en el pasado. El abuelo de Sonja Schäffer corría en Nürburgring. De niña, dentro de una familia de artistas, soñaba con los deportivos Porsche. "El diseño siempre me ha parecido brillante. En nuestra familia, ha sido muy importante y la calidad del estilo de Porsche es sencillamente increíble", dijo. "Sabía que algún día conduciría uno". Pero no sería pronto.
A finales de la década de 1990, empezó a trabajar para la agencia que Wolfram Schäffer había fundado en 1993. Los dos se convirtieron en pareja, se casaron y tuvieron tres hijos. Los retos, tanto profesionales como privados, eran grandes. No había tiempo para autos deportivos, a pesar de los numerosos contactos de Wolfram Schäffer y su agencia en Stuttgart con la industria del automóvil.
"Me gusta su aspecto discreto", dijo Wolfram, estableciendo un paralelismo con el diseño de sus espacios de residencia y de trabajo. Al igual que las antiguas naves industriales del creativo barrio de Glockenstrasse, la funcionalidad de este auto es para él toda una declaración. "Parece bastante pequeño para los estándares actuales, pero está lleno de energía. Puede hacer mucho más de lo que se ve a primera vista", dijo. "Eso me gusta. Y, por supuesto, está muy bien diseñado".
Eso es algo naturalmente muy importante para él, creador profesional. Y también ha oído la historia acerca del fundador de Apple, Steve Jobs, de quien se dice que en ocasiones recompensaba a los empleados de éxito con un Porsche 944 nuevo, porque le gustaba mucho el diseño del auto. "Para mí, se trata de ambos aspectos", dijo Wolfram Schäffer. "Una ingeniería inteligente combinada con este diseño con carácter. Además, la aceleración y las prestaciones son excelentes", dijo. Su mujer añadió: "El exterior solo funciona si tienes los valores interiores".
El último en salir de la línea de montaje
Y en el interior, el último 944 Turbo S, fabricado en 1988, tiene mucho que ofrecer. Pertenece a una serie especial del 944 Turbo limitada a solo 1635 ejemplares, y está equipado con varios componentes tomados de la exitosa versión de carreras. Un turbocompresor mayor aumenta la potencia a 250 CV (184 kW) y esta unidad lleva el paquete M030, con una suspensión Koni de altura ajustable mecánicamente, entre otros elementos. También está dotado de un diferencial autoblocante, sistema antibloqueo de frenos (ABS), el equipo de discos del Porsche 928 S4 y una caja de cambios reforzada con un radiador de aceite externo, además de un catalizador. "Por supuesto, la rareza de esta versión unida a su equipamiento especial hacen que sea tan atractivo", dijo Wolfram Schäffer.
Ambos coindicen en que la elección de la pintura en combinación con el interior fue casi inconsciente. "También aquí queríamos ser sencillos y sin complicaciones", dijo él. "El blanco y el rojo Burdeos son clásicos y, en nuestra opinión, subrayan la condición atemporal de este auto". Solo tras un tiempo se dieron cuenta de que eligieron una combinación de colores en perfecta armonía con su oficina y su apartamento: un blanco dominante en la oficina de la planta baja, suelos rojos en el sótano, con ladrillos rojos y otras aplicaciones del mismo color.
Unir el pasado y el futuro
El primer contacto se produjo por casualidad. A través de su socio Peter Oberndorfer, un antiguo piloto que compitió con éxito en la Porsche 944 Turbo Cup en la década de 1980, la pareja conoció a otro piloto de la época, Paul Singer. "Peter dijo que a lo mejor tenía un buen 944 en su granero", recuerdó Wolfram Schäffer. "Habíamos mirado algunos en nuestra fase de búsqueda, pero aquí lo tuvimos claro rápidamente", dijo Sonja Schäffer, admitiendo que "se enamoró de este auto extremadamente deportivo" que "tenía algo de futurista" a pesar de su edad. No es atemporal en el sentido convencional. Lo es porque une el pasado y el futuro.
El hallazgo fortuito en el verano boreal se convertiría en la historia de toda una vida. "Para mí, el auto es una especie de transformador", dijo Wolfram. "Cuanto más lo conduzco, más siento que una mano invisible me envuelve. Es una sensación de seguridad tan maravillosa que cuando salgo del coche después de horas al volante, pienso: '¡Quiero seguir conduciendo! No he tenido suficiente'. Es una sensación nueva para mí".
Wolfram Schäffer esperó mucho tiempo. Pero ahora siente esa magia de manera muy personal. "El auto me pone en un estado de transformación. Mis pensamientos son diferentes cuando me siento en él. Es una forma de inspiración que se transfiere del coche al conductor. Esto me impulsa también en mi trabajo creativo, porque el entorno es especial". Tras decir esto, miró a su mujer y ella asintió. "Es un catalizador de la creatividad. Te abre puertas en la mente y ves las cosas de otra manera. Eso, obviamente, ayuda a la inspiración".
Cada uno de ellos ha encontrado algo especial en el nuevo auto. No lo buscaban, sino que él los encontró a ellos. Y también les inspira. Sonja y Wolfram Schäffer ya están viendo cómo toma forma su próxima idea. Un 911, quizás un Serie G o un 964. ¿Qué 911 será y cómo será? No tienen que preocuparse, ya lo encontrarán.
Información
Artículo publicado en la edición número 23 de la revista Porsche Klassik.
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