A qué suena Porsche en realidad? No el auto, sino la marca. Esta pregunta es para Arndt-Helge Grap, de 58 años. Antes de contestarla, inclina la cabeza como si escuchara un sonido muy lejano. "Porsche suena elaborado, moderno, relajado, cosmopolita, único", dijo Grap. "No es comercial, no es de Los 40 Principales, sino mucho más David Bowie. Los autos son íconos de estilo". Su trabajo consiste en crear imágenes armoniosas con colores sonoros adecuados y llegar con la música al oído y al corazón de las personas. Su empresa Radiopark suministra en todo el mundo música de fondo específicamente seleccionada.
Sus listas de reproducción diseñadas a medida suenan en cruceros, hoteles y aeropuertos, estadios deportivos, restaurantes y gimnasios... y también en algunos Porsche Centers. Junto con sus 30 empleados en Hamburgo, Berlín, Múnich, Viena, Miami y Dubái, Grap crea los programas musicales en sintonía con la respectiva ubicación, la hora, la atmósfera deseada y el efecto esperado. En otras palabras: Radiopark funciona de un modo similar a los modernos servicios de streaming musical. Aunque en realidad Radiopark llegó primero. Y, sobre todo, en su caso no son algoritmos los que eligen las canciones, sino que lo hacen personas con una intuición musical muy fina.
El centro de todo este sistema sonoro está en el cuarto piso de un edificio de oficinas del centro de Hamburgo. El camino que lleva a la oficina de Arndt-Helge Grap está flanqueado por guitarras. Le regalaron la primera cuando tenía once años. A los quince fundó una banda en el instituto, en una pequeña localidad al norte de Hamburgo. Eso fue a finales de la década de 1970. Con letras en el norteño dialecto bajo alemán, Grap pronto cosechó éxitos en certámenes musicales a nivel regional.
Los estudios eran como un gran allegro
Entonces lo vio claro: tenía que estudiar música. Clases de instrumento, formación vocal, conciertos, una clase magistral con Abel Carlevaro en Buenos Aires y estudios complementarios de inglés y pedagogía: una preparación integral digna de un gran allegro. Sin embargo, tras un internado en una escuela dejó de lado su objetivo original de la docencia. "La profesora de música no conocía ni una sola canción de las listas de éxitos y yo tampoco tenía nada en común con el resto de los docentes, estaba claro que no encajaba allí". Entonces se le abrió una alternativa en la pizarra del aula de la universidad: "¡Se buscan presentadores para una nueva emisora de radio!". Grap se presentó.
Al poco tiempo se vio ante el micrófono de 'Radio Hamburg', una de las primeras emisoras privadas que querían ser mejores, más frescas y más rápidas que las tradicionales en el obsoleto panorama mediático alemán. Grap había encontrado su propio parque de diversiones. Empezó presentando programas, más tarde pasó a entrevistar a famosos y a partir de mediados de la década de l990 llegó a producir programas completos junto con un colega. El problema vino cuando las emisoras empezaron a restringir drásticamente la selección musical en un intento de hacerse más identificables para determinados grupos de oyentes. Los responsables de planificar los programas lo denominaban 'radiofórmula', pero los auténticos melómanos recibieron esa fórmula con desdén. Grap recuerda aquellos tiempos: "Nuestros programas ya no tenían demanda, nos interesaba la música más excitante, no los superventas para la gran masa". Una vez más, sintió que ya no encajaba.
Música a bordo del crucero AIDA
Sin embargo, esta vez la alternativa no llegó a través de una pizarra. En su lugar, Grap recibió un correo electrónico en la primavera boreal de 2002. Un conocido que trabajaba en la naviera del Aida, un crucero relativamente nuevo en aquel momento, le escribió algo con lo que se sintió identificado: "No damos con la tecla, somos un crucero con club, pero aquí siempre se escucha más de lo mismo, lo que sale del tocadiscos". Y Grap le respondió: "Pues tira el tocadiscos por la borda. Necesitan un computador que controle exactamente cuándo suena qué canción en qué zona del barco". Por entonces, no existía nada de eso. Grap añadió: "Yo te lo puedo ofrecer. La tecnología necesaria y también la música".
Entonces fue instalado en el Aida un reproductor multimedia que se podía dotar continuamente de nuevas canciones por satélite desde Hamburgo. Grap diseñó ocho programas musicales distintos para la cubierta para tomar el sol, el restaurante italiano, el gimnasio, el bar o el casino, entre otras zonas. También incluyó la hora del día: la mañana tenía un sonido propio, distinto del mediodía, la tarde o la noche. “Igual que los diseñadores crearon el interiorismo, nosotros elegimos el diseño sonoro”, dijo Grap. Se declaró la guerra al aburrimiento. Si el lunes a las nueve de la mañana había sonado Mariah Carey en el bufé del desayuno, esa canción quedaba bloqueada en esa franja horaria para los próximos cuatro días. “Había que tener en cuenta todos los factores y crear la atmósfera deseada, y para eso necesitábamos una codificación ingeniosa, muchos conocimientos e intuición musical. Ese era nuestro trabajo”.
"El barco baila sobre las olas"
Una vez solucionado todo, al poco tiempo recibió otro correo electrónico del director del club del Aida: “El barco va bailando sobre las olas”. Cuando Grap lo leyó, tuvo la intuición de que aquel trabajo solo había sido el inicio de algo grande.
Por aquel entonces, Grap tenía 39 años. Un guitarrista brillante que nunca llegó a músico profesional. Un gran conocedor de la música que nunca llegó a profesor. Un presentador apasionado que no aguantó demasiado tiempo en la radio. ¿Qué hacer entonces? Se sentó con una botella de vino tinto en un malecón en el puerto de Hamburgo y reflexionó: “¿A quién más le puede servir esto que hemos creado para el Aida?”. Cuando se puso el sol, tenía la botella casi vacía y un bloc de notas casi lleno. El resto vino solo: Grap fundó Radiopark.
“Todo empezó en 2003”, dijo. Afirma que desde el principio cada pieza encajó en su sitio. En aquella época, en los hoteles y los centros comerciales solo salían de los altavoces sonidos irritantes. Las cafeterías, las zonas comerciales y los ascensores estaban inundados por pianos eléctricos empalagosos, saxofones inacabables y flautas de pan insufribles. Por el contrario, Radiopark ofrecía un ambiente de bienestar acústico. Esto sigue vigente hasta la actualidad, al igual que el modelo de negocio: el programa se recibe bajo suscripción y la tecnología necesaria se alquila. Y entonces es la propia música la que despliega su efecto casi mágico. Las personas se vuelven más relajadas, más comunicativas y más atentas, es decir, “florecen”.
Esto funciona en hoteles de lujo, desde Berlín hasta Dubái, en las Maldivas al igual que en Bangkok o en Santiago de Chile, en complejos vacacionales, centros comerciales o estadios deportivos y, naturalmente, lo sigue haciendo en grandes cruceros que surcan los mares del mundo. Radiopark vela por el buen humor de las tripulaciones incluso en buques de carga. “Allí suenan canciones de todo el mundo en función del país de procedencia de los tripulantes. Es decir, la música como un pequeño trozo de la patria en alta mar”, dijo Grap.
Música ambiental para los Porsche Centers
Radiopark lleva tres años diseñando la música de fondo para los Porsche Centers de Austria, y ahora se sumó también Porsche Middle East. La música como soporte acústico de imagen, como estímulo para clientes y empleados.
En lo referente a Porsche, para Grap se combinan la exigencia profesional y la pasión personal. En 2014 se compró su primer modelo, un 911 Targa modelo 997 en Azul Noche metalizado con interior beis. Cuando los dos hijos de Grap se hicieron mayores, creció también el auto. “Primero fue un Panamera normal, y más tarde llegó el Panamera 4S E-Hybrid Sport Turismo”, dijo. “El auto representa todo lo que simboliza Porsche”.
¿Cómo suena en realidad el Panamera híbrido enchufable? Es decir, no los motores, sino el propio auto. Grap vuelve a inclinar la cabeza como si escuchara con atención un sonido muy lejano. Entonces arranca. “Mi lista de reproducción para un viaje perfecto empieza con Arms of a Woman, de Amos Lee, a lo que siguen Hit the Ground, de Lizz Wright, y Blue Train, de John Coltrane”. Grap se siente como pez en el agua. ¿Nunca descansa? ¿No necesita silencio alguna vez? “Vivo en el campo y de vez en cuando también escucho los pájaros cantar”, dijo el empresario. “Pero prefiero oír música”.
Información
Artículo publicado en la edición número 404 de Christophorus, la revista para clientes de Porsche.
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