El hotel, ubicado en el cerro de El Ávila, y visible desde casi cualquier rincón de la capital venezolana, es una cápsula del tiempo que transporta a sus visitantes a la década de 1950, una época marcada por la riqueza petrolera, período en el que al país iban los mejores pilotos del mundo para disputar el Gran Premio Internacional de Venezuela. Nombres como los del argentino Juan Manuel Fangio y el inglés Stirling Moss quedaron guardados en los libros de la historia automovilística por sus triunfos en esa importante prueba suramericana.
En 1956, mientras que el arquitecto venezolano Tomás Sanabria y los ingenieros Gustavo Larrazábal y Oscar Urreiztieta trabajaban a toda marcha para construir en 199 días el emblemático hotel, en Alemania el equipo de carreras de Porsche preparaba un 718 RSK para que el barón Huschke von Hanstein y Edgar Barth disputaran el Gran Premio venezolano del año siguiente. ¿El resultado? Triunfo en la categoría Sport hasta 2000 centímetros cúbicos.
“Algunos miembros del club eran muy pequeños cuando sus familias los llevaban en teleférico hasta el hotel Humboldt y, como no podría ser de otra manera, escuchaban las historias del Gran Premio Internacional de Venezuela, la Buenos Aires-Caracas, la Caracas-Bogotá y otra serie de carreras en las que Porsche era protagonista”, dijo Domingo Olivares, presidente del Porsche Club Caracas, cuyo origen se remonta a esa época dorada cuando se llamaba Porsche Club de Venezuela.
El Humboldt funcionó como hotel tan solo cinco años, antes de caer en el abandono, tal como ocurrió con el Gran Premio Internacional de Venezuela en 1957 y esas épicas carreras que unían países latinoamericanos.
Lo que nunca se ha apagado es la pasión de los porschistas venezolanos que hoy en día siguen reuniéndose para disfrutar de sus deportivos y compartir experiencias de manejo.
“Tras la restauración del hotel que fue terminada en mayo de 2018 y el reconocimiento oficial de nuestro club por parte de Porsche AG el 16 de octubre del mismo año, a algunos de nosotros se nos ocurrió unir esta obra arquitectónica símbolo de la grandeza venezolana con la obra maestra de ingeniería automotriz alemana”, dijo Olivares.
Fue un proyecto de gran envergadura que tomó mucho tiempo, pero que valió la pena. Lo más complicado de todo fue subir los vehículos en grúas por el cerro de El Ávila, ya que sólo está permitido acceder al hotel en vehículos 4x4 por las pronunciadas subidas y bajadas.
Superados todos los obstáculos, como lo hicieron Alexander von Humboldt y Ferdinand Porsche para dejar sus respectivos legados en las ciencias y la industria automotriz, los autos fueron expuestos en los diferentes jardines del hotel.
Los miembros del club hicieron realidad su sueño y disfrutaron un fin de sema en un paraíso terrenal a más de 2200 metros sobre el nivel del mar desde donde contemplaron a su amada Caracas.