El conocido dicho del automovilismo deportivo "Las carreras se ganan con los frenos" no siempre estuvo vigente. Hace 60 años, lo más normal era sobre todo perder carreras por los frenos, puesto que eran débiles y se sobrecargaban pronto. El calor de la fricción llegaba a poner los frenos de disco a más de 500 °C, lo que iba mermando su eficacia hasta que se producía una avería total. Entonces, las ambiciones de victoria se esfumaban literalmente. Hasta que los ingenieros de Porsche tuvieron una idea innovadora.

Carreras de montaña con el 906-8 Bergspyder

En la década de 1960, Gerhard Mitter era un fijo en las carreras de montaña. Casi nadie afrontaba los puertos con tanta decisión como este talentoso todoterreno. En 1965, Porsche puso a su disposición un deportivo muy especial para el Campeonato Europeo, una competición muy popular en la época: el Porsche 906-8 Bergspyder. Su motor de ocho cilindros y dos litros alcanza más de 260 CV (190 kW). Otro de los puntos fuertes del auto de carreras era su minimalismo, ya que solo pesaba 570 kilogramos. Sin embargo, la novedad más importante estaba en los frenos del eje delantero. En sus extremos había discos de doble pared con misteriosas perforaciones.

Gerhard Mitter en la Targa Florio de 1967, Porsche AG
Gerhard Mitter en la Targa Florio de 1967.

El truco para refrigerar los discos fue crear canales de estructura radial que van desde el exterior hasta el centro para que circule el aire. Así se mantiene la temperatura baja y el rendimiento de desaceleración constante. Gerhard Mitter ya no tenía que conservar los frenos, sino que los podía utilizar agresivamente para superar a sus competidores. Incluso durante tramos muy largos podía apurar al máximo la frenada.

Rápida transferencia de tecnología

Lo que funciona en las carreras de autos debe pasar a los modelos de serie. Este es el lema que han seguido desde siempre los ingenieros de Stuttgart. En el caso del freno de disco con ventilación interna, la transferencia tecnológica ha sido la más rápida hasta la fecha. Ya en 1966, solo un año después, también los propietarios del nuevo Porsche 911 S pudieron disfrutar del innovador sistema. Hoy en día, es un elemento imprescindible, especialmente en vehículo de gama alta y en los de altas prestaciones.

Información

Artículo publicado en la edición número 401 de Christophorus, la revista para clientes de Porsche.

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