“A que usted no es capaz”. Muchas veces esta frase que se dice por juego, otras en serio, se convierte en un reto que impulsa grandes logros. Y uno de ellos se transformó en la participación de cinco pilotos latinoamericanos en las 24 Horas de Daytona 2012.
Todo comenzó el 23 de septiembre de 2010 en una de esas interminables tertulias de un grupo de chilenos amantes de los autos que hablaban de sus gestas en las pistas. De repente, Eliseo Salazar dijo con seriedad: “Ustedes se llenan la boca con esto de correr, pero al final nadie se la juega. Por qué no armamos un grupo de chilenos y corremos las 24 Horas de Daytona?”.
La frase venía del único piloto chileno en la historia que ha competido en la Fórmula Uno; también en IndyCar, Rally Dakar y múltiples carreras de resistencia. Esta voz autorizada infundió respeto pero también animó una provocación que sellaron con una brindis de Carmenere cuatro amigos, entre ellos Eduardo Costabal, para enfrentar uno de los circuitos más complejos del mundo.
“Recuerdo que tenía pavor de causar un accidente complicado. Estaba aterrorizado” Eduardo Costabal
El proyecto sería a un año bajo el mando de Salazar, quien estableció contactos con Kevin Buckler, propietario de la escudería The Racer’s Group (TRG) y del Porsche 911 GT3 con el número 64 que terminó en manos de los pilotos latinoamericanos.
En marzo de 2011 dos de los chilenos que iban a participar se retiraron por diferentes motivos. "Fue una situación difícil, pero yo estaba decidido a continuar", dijo Costabal. Los dos ‘sobrevivientes’ se trasladaron a Estados Unidos en el segundo semestre del año para obtener las licencias que les permitieran correr frente a profesionales.
"Adelantamos pruebas en el circuito, y cuando las terminamos, mi compañero dijo que si bien se había divertido mucho, no se atrevía a mantener el ritmo y competir durante 24 horas en Daytona”. Así quedaron solo Eliseo y Eduardo. Ante esta situación, se unieron al TRG los venezolanos Gaetano Ardagna y Emilio Di Guida, y al colombiano Santiago Orjuela.
Los días previos a la competencia fueron inolvidables, especialmente para Costabal quien disfrutaba el ambiente vertiginoso de Daytona. Sin embargo, el sentimiento de novedad se convertiría en la víspera en uno de terror.
“Recuerdo que tenía pavor de causar un accidente complicado, especialmente porque en ese entonces inscribían muchos autos, casi el doble que hoy día”, dijo Costabal. “Estaba aterrorizado”.
Con el Porsche 64 largaron en la posición 35. “En competencia experimentamos diferentes sensaciones”, dijo Salazar. “Estuve atento para superar a mis rivales de categoría, pero al tiempo debí fijarme mucho en los espejos para no obstaculizar a los autos más potentes de otras categorías que nos sobrepasaban”. Y añadió: “Para Eduardo, fue difícil correr junto a figuras como (Juan Pablo) Montoya, (Dario) Franchitti y (Scott) Dixon sin ser piloto profesional, y obviamente circular a casi 300 km/h en el peralte de Daytona”.
Costabal, por su parte, comentó que jamás durmió durante las pausas de la competencia: "Estuve 37 horas despierto; nunca pude pegar el ojo como sí lo hacían los pilotos experimentados".
Al final, la aventura que comenzó en aquella tertulia de amigos terminó con un puesto 19 en la categoría (30 en la general) en una experiencia increíble de 688 vueltas al legendario trazado de 5 kilómetros y 729 metros de longitud. Tanto fue el gusto que le encontró Costabal a la carrera que al año siguiente volvió a correr las 24 Horas de Daytona junto a su ídolo de infancia.
Información
Artículo publicado en la edición número 401 de Christophorus, la revista para clientes de Porsche.
Tras haber sido escrito este artículo, Fernando Urquiza ganó con su Porsche 914 la categoría Históricos A Plus de La Carrera Panamericana 2021.
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