Tierra natal

Unos 210.000 aficionados a los deportivos de más de 85 países son socios activos de los 675 Porsche Clubs existentes. El Porsche Club de Westfalia fue fundado el 26 de mayo de 1952 en la cuenca del Ruhr, una región sacudida por la guerra. Con 65 años a cuestas, es el más antiguo del mundo.

El cantante alemán Herbert Grönemeyer dedica una canción a su ciudad natal, que comienza así: “En el profundo oeste, donde el sol se llena de polvo…”. La canción Bochum no es sólo un homenaje a una ciudad que tiene un ‘pulso de acero’, sino que se trata sobre todo del homenaje a toda la cuenca del Ruhr y a las personas que la habitan. Carbón, cerveza y acero, estos tres componentes han marcado la región y han hecho crecer a Essen, Bochum y Dortmund, entre otras ciudades. Sus habitantes están tan orgullosos de ser obreros como de sus orígenes.

La coquería Hansa al oeste de Dortmund simboliza esa época. Era entonces la mayor fábrica de la zona. Producía al año dos millones de toneladas de coque. En 1992 fue cerrada la planta. Sin embargo, en la actualidad sigue reflejando el espíritu de esos tiempos. Poco a poco, un convoy de brillantes deportivos se acerca a los hornos y a las salas de máquinas abandonados: Targa, Carrera, Spyder, pinceladas de color en un escenario marrón óxido. En apariencia son una contradicción, pero solo en apariencia. En realidad forman parte de este lugar, ya que en 1952 fue fundado en Dortmund el primer Porsche Club del mundo. Karsten Schumann, presidente del Porsche Club Westfalen e. V. (PCW), ha organizado una pequeña comitiva. Les gusta estar en compañía. Quizás por esto los entusiastas de Porsche se organizaron por primera vez precisamente aquí, en una zona de Alemania que después de la Segunda Guerra Mundial había quedado tan destruida. Fue cuatro años después de la presentación del primer deportivo de la marca Porsche, en presencia del legendario corredor de carreras Barón Huschke von Hanstein. El nombre ‘Porsche Club westfálico de Hohensyburg’ debía recordar el antiguo circuito ubicado a las puertas de Dortmund, el Nürburgring de Westfalia. El automovilismo como idea clave tuvo un claro papel central desde el principio, y los primeros años se caracterizaron por los eventos deportivos y la velocidad. En 1969 los aficionados de Porsche hicieron posible lo imposible y la ciudad de Dortmund consiguió un permiso excepcional para organizar un ‘eslalon de montaña en forma de carrera de montaña’ en medio de Dortmund-Wellinghofen. El evento fue un éxito y hoy es uno de los muchos hitos de la historia del club de la cuenca del Ruhr.

Jörg Stoye, 911 Carrera 2, Porsche Club de Westfalia, Dortmund (Alemania), 2017, Porsche AG
Jörg Stoye, 911 Carrera 2 (modelo 993/1996)


La mayor aglomeración de Europa experimentó radicales pérdidas después de la guerra. La minería y la industria del acero fueron perdiendo importancia. “Primero el carbón, después el acero, y más tarde la cerveza”, recuerda el mayorista de bebidas Reiner Kötter, presidente de la asociación hasta 2014. Ni en su rostro ni en su voz puede ocultar la melancolía. En los años del milagro alemán los entusiastas de Porsche de Westfalia festejaban en las salas de baile de Dortmund con los famosos de su época. Bailaron con músicos como Hazy Osterwald y Max Greger, y en 1962 Ferry Porsche acudió a celebrar los 10 años del club. Fue muy bonito, pero de ello ya hace mucho tiempo.

Christian Wälzholz, Boxster Spyder (modelo 981/2015), Porsche Club de Westfalia, Dortmund (Alemania), 2017, Porsche AG
Christian Wälzholz, Boxster Spyder (modelo 981/2015)


Paso a paso, la antaño denominada ‘despensa del carbón de la nación’ se transformó en un centro de servicios, educación y cultura. La transformación estructural trajo nuevos aires a la región y también dio alas al club. “Somos un grupo de locos”, confiesa Karsten Schumann. Este médico y padre de familia conoce la historia del club, pero subraya su carácter dinámico. “El club vive de sus socios. La tradición está muy bien, pero una asociación únicamente se mantiene viva a través de la participación de las personas”. En la actualidad son unos 55 los amantes de Porsche en Dortmund y alrededores. El PCW tiene registrados más de 100 Porsche. Como modelos especiales su presidente destaca un 924 GTS de 1981 y un 911 GT2 (modelo 993) de 1996, así como también un 911 Turbo Cabrio (modelo 930) de 1989.

Karsten Schumann, presidente, Porsche Club de Westfalia, 911 Carrera 4 GTS, Dortmund (Alemania), 2017, Porsche AG
Karsten Schumann, presidente, Porsche Club de Westfalia, 911 Carrera 4 GTS (modelo 991/2014)


“Al principio, los socios se reunían todos los fines de semana a tomar café y comer pasteles. Pero esto ha cambiado con el paso de los años”, recuerda el vicepresidente Boris Jankiewicz. El club sigue organizando sus veladas, pero prefieren celebrar la amistad Porsche conduciendo sus autos en carretera. En el aniversario número 50 del club organizaron un convoy a Stuttgart-Zuffenhausen, la cuna de su pasión común. Cinco años más tarde a Sylt. “Estas salidas nos gustan más que las grandes fiestas”, dice el presidente. Para celebrar el actual aniversario la tropa del PCW viajó en mayo a la Toscana, y fue la primera vez que salen juntos al extranjero. Para ganarse a los socios del club lo mejor es llevar consigo el olor local. “Todo el mundo puede asistir a las veladas del club, pero para llegar a ser socio debes caer bien en el grupo”.

Boris Jankiewicz, vicepresidente, Porsche Club de Westfalia, 911 Carrera Targa, Dortmund (Alemania), 2017, Porsche AG
Boris Jankiewicz, vicepresidente, Porsche Club de Westfalia, 911 Carrera Targa (G Model/1987)


El empresario Christian Wälzholz es así: sociable, espontáneo como la cuenca del Ruhr y abierto a ese tipo de personas que no necesariamente se abren a la primera. Tres westfálicos son a su vez socios del Club Porsche de la Frisia Oriental, una medida que fue tomada para fortalecer las filas de la asociación del norte de Alemania. Su presidente, Horst Wendelken, es párroco de profesión.

Cuando el empresario Joachim Bade, de 50 años, habla sobre su entusiasmo por Porsche, se remonta 30 años atrás en el pasado. Compró su primer deportivo de Zuffenhausen cuando tenía 20 años. La emoción que sintió entonces no le ha abandonado nunca. Conjuntamente con Wälzholz y con el vendedor de automóviles Jörg Stoye está renovando una antigua granja y la está convirtiendo en un Porsche Center privado. Lo que al principio se concibió como un espacio para su colección privada de vehículos, está incrementando sus dimensiones. Mientras que el antiguo granero primero solo fue un garaje, ahora un montacargas transporta los automóviles al primer piso. Allí podrían tener lugar las reuniones del club en el futuro. El logo iluminado de Porsche adorna ya la fachada.

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