Dos turbocompresores, 700 CV y solo 850 kilogramos de peso. Unas cifras que resultan impresionantes hoy en día, pero que lo eran mucho más hace casi 40 años, cuando Hans-Joachim Stuck llevó por primera vez su famoso Porsche 962 C hasta la victoria en el campeonato ADAC Würth Supercup en las temporadas 1986 y 1987.
Este emblemático coche de carreras fue también el banco de pruebas original del innovador sistema Porsche-Doppelkupplungsgetriebe (PDK) y, durante su ilustre carrera, compitió tanto con transmisión automática como manual. En 2021, el coche se sometió a una restauración completa y minuciosa en el Centro de Desarrollo de Weissach, donde se fabricó originalmente, devolviéndolo a sus especificaciones de 1987, con la llamativa decoración roja y amarilla con el patrocinio de Shell y Dunlop.
El 962 C, ganador del campeonato, apareció en la prueba final de la temporada 2025 de la Porsche Carrera Cup Scandinavia en Mantorp Park para dar unas vueltas de exhibición en manos del príncipe Carlos Felipe de Suecia. Antes del gran día, el miembro de realeza salió a la pista para realizar un par de sesiones de entrenamiento y familiarizarse con la potencia del coche.
Un sueño hecho realidad
“Es un sueño de niño hecho realidad”, admitió mientras descargaban el 962 C del camión de Porsche Motorsport. “Estoy increíblemente agradecido por esta oportunidad”.
El príncipe Carlos Felipe es, sin duda, muy competente para esta tarea, ya que corre en la Porsche Carrera Cup desde 2008. A principios de este año celebró su 100ª participación en el campeonato monomarca; además, ha acumulado una gran experiencia compitiendo en otros, como el Campeonato Escandinavo de Turismos y el Campeonato Escandinavo de GT.
No es de extrañar que sienta tanto interés por los coches, ya que proviene de una familia de apasionados del motor y de Porsche. Su padre, el rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, fue fotografiado en 1973 conduciendo un 911 Targa con su ahora esposa, la reina Silvia, al principio de su noviazgo. La pasión del rey por los automóviles le ha llevado a reunir una impresionante colección, entre la que aún conserva aquel 911 Targa. Su majestad también se enorgullece de asistir regularmente al final de temporada de la Porsche Carrera Cup Escandinavia para ver correr a su hijo. El tío abuelo del príncipe Carlos Felipe, el difunto príncipe Bertil, era conocido cariñosamente como “el príncipe del motor” y también poseyó varios ejemplares de deportivos Porsche durante su vida.
Potencia, precisión y pasión en la pista
El cambio del habitual 911 GT3 Cup, con un peso de 1.260 kilogramos y 510 CV, al Porsche 962 C fue inmediatamente perceptible para el príncipe Carlos Felipe. Quizá lo más evidente fue el escaso espacio en el puesto de conducción, a pesar de la elevada estatura del conductor original, Hans Stuck.
Sin embargo, el príncipe se familiarizó rápidamente con el 962 C, y sus tiempos por vuelta fueron mejorando a medida que se sentía más cómodo y los enormes neumáticos lisos alcanzaban su temperatura óptima. “No es fácil de conducir, pero funciona increíblemente bien una vez que los neumáticos alcanzan la temperatura adecuada”, afirmó tras su primera sesión en la pista. “Y la potencia cuando trabajan los turbocompresores... bueno, ¡eso es algo para lo que hay que estar preparado!”.
Alexander Klein, Director de Operaciones y Comunicaciones de Patrimonio de Porsche, quedó impresionado por las dotes de pilotaje del príncipe. “No es fácil subirse a un coche como este y conducirlo tan rápido después de solo un par de vueltas”, afirma Klein. “Se nota que es un conductor experimentado y con gran confianza en sí mismo”.
Porsche 962 C: el renacer de un mito
Tras una vida muy activa en los circuitos, el 962 C con chasis número 009 se destinó a pruebas aerodinámicas en Weissach, antes de formar parte de la colección de Museo y Patrimonio de Porsche. “Durante años, pasábamos por delante de este coche en el almacén”, explica Armin Burger, coordinador de Competición Histórica de Porsche. “En 2020 decidimos sacarlo, llevarlo a Weissach y empezar a trabajar en él”.
Se reunió al equipo que había trabajado originalmente con el coche para que ayudara en la restauración, incluidos el legendario ingeniero Norbert Singer y el diseñador Robert Powell, responsable original del icónico diseño de la carrocería en rojo, amarillo y negro. “Cuando tuvimos a las personas adecuadas para trabajar en el coche, todo quedó claro de inmediato”, afirma Burger. “Aprendimos muchísimo de Singer y Powell, que estaban allí cuando todo sucedió”.
Para las vueltas de exhibición bajo el sol en Mantorp Park, las llantas BBS doradas del coche se equiparon con neumáticos con dibujo, que alcanzaban la temperatura adecuada mucho antes que los lisos, y el príncipe no dudó en buscar el límite. “Las ruedas me proporcionaron agarre con gran rapidez”, explicó. “En las tres vueltas de demostración pude ir a un ritmo bastante elevado. ¡Fue divertido para el público y para mí también!”.