Vanguardista y elegante, deportivo y sostenible, tecnología que mira hacia el futuro desde una rica tradición en el pasado. El Porsche Taycan, paradigma de la armonía en el contrapunto, ha cautivado no solo a los aficionados, también a profesionales de muy distintos entornos.
El portugués Fernando Guerra se formó como arquitecto en la Universidad Lusíada de Lisboa y desempeñó esta profesión en Macao (China), entre 1994 y 1999. Apasionado de la fotografía, resolvió dar un cambio de rumbo en su trayectoria profesional y, junto a su hermano Sergio Guerra, fundó el estudio “FG + SG - Fotografia de Arquitectura” y, posteriormente, la editorial “FG + SG - Livros de Imagem”. Su obra está presente en las publicaciones internacionales más prestigiosas, en colecciones privadas y en salas de exposición de todo el mundo, como el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa), que expone de forma permanente seis de sus trabajos.
Cautivado por las líneas del Taycan, por sus formas sugestivas y su silueta escultural, ha decidido traducir a juegos de luces y sombras esa riqueza de matices, esa aparente contraposición de distintas facetas que distingue al deportivo eléctrico de Porsche. Para ello, ha enmarcado el Taycan en entornos orgánicos y arquitectónicos, un reflejo de esa misma dualidad que los diseñadores de Porsche han plasmado en su carrocería.
El contraste entre lo nuevo y lo antiguo en estas imágenes de Fernando Guerra es otra referencia a esa misma dualidad del Taycan. Tecnología de vanguardia, imagen futurista, pero con las eternas señas de identidad que hacen inconfundible a cualquier Porsche, desde 1948 hasta ahora.
Solo algo tan rico en matices como el Taycan ofrece la posibilidad de que cada espectador lo aprecie de una manera, de que sean los ojos de quien lo observa los que creen su propia visión de un automóvil único. Esta es la de Fernando Guerra, una de la muchas posibles.