Fernando Guerra fotografía las instalaciones de Porsche Ibérica

El prestigioso fotógrafo portugués especializado en temas arquitectónicos ha realizado un completo trabajo en el que se incluyen espectaculares vistas de cada uno de los rincones de la nueva sede.

Las nuevas instalaciones de Porsche Ibérica, en la avenida de Burgos de Madrid, han vuelto a cambiar el paisaje de este transitado tramo del norte de la capital, como ya lo hizo el primer edificio allá por 1987. Entonces, la arquitectura era un mundo cerrado, solo para los profesionales, y los que pasaban por delante de la curiosa construcción Porsche apenas podían ver una parte de lo que escondía. Ahora es posible conocer hasta los más mínimos detalles de cualquier construcción a través de revistas, blogs y páginas de Internet de arquitectura. Pero capturar el alma, la esencia de una construcción, es algo más complejo y es ahí donde un arquitecto convertido en fotógrafo da forma a su arte, ya sea con una 35 mm, con la ayuda de un dron o con la cámara de su iPhone.

Fernando Guerra nació en Lisboa, en 1970, y se licenció en arquitectura por la Universidad Lusíada de esta ciudad a los 23 años. Al poco tiempo de terminar sus estudios se marchó a Macao, donde trabajó como arquitecto de 1994 a 1999, para después dedicarse de lleno a su otra gran pasión, la fotografía. 

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A partir de ahí, su carrera como profesional ha sido un éxito y posee los más prestigiosos galardones internacionales del sector. Su obra se puede ver en colecciones privadas y públicas del mundo entero como, por ejemplo, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa), que compró seis de sus trabajos en 2015 para exponerlos de forma permanente.

La recién estrenada sede de Porsche Ibérica en Madrid, obra de Ortiz León, es en sí misma espectacular por su diseño vanguardista y sus curiosas formas. A diferencia de otros fotógrafos de arquitectura, Fernando Guerra ha querido inmortalizarla cuando ya estaba en funcionamiento y a pleno rendimiento porque “los edificios vacíos son siempre más difíciles, carecen de sentido”. Para este arquitecto-fotógrafo las mejores imágenes son fruto del azar y no de un gran planteamiento. Una persona que pasa, una nube en el momento preciso o el coche que parece no estar donde debería, transforman por completo el entorno. Todo enriquece la imagen con otro tipo de información. Por ello, Fernando siempre trabaja en solitario, sin asistentes, para aprovechar ese momento único e inmediato, sin preparativos previos, aunque le gusta la compañía de los arquitectos o los colaboradores en el proyecto.

Galería - Exposición y taller

Un edificio multifunción

El edificio de Porsche Ibérica, en la madrileña Avenida de Burgos, es un espacio complejo que alberga las oficinas de la marca para España y Portugal y el Centro Porsche Madrid Norte con sus instalaciones de servicio, además de numerosos espacios que convierten a este edificio en un centro de experiencias. Para Fernando Guerra “todo esto funciona como un conjunto perfecto, en una simbiosis perfecta, como un verdadero Porsche”. Cada uno de los despachos, de las salas de reuniones, es un homenaje a la rica historia de la firma, algo que tampoco ha olvidado Fernando Guerra en sus instantáneas.

"Todo funciona en una simbiosis perfecta, como un verdadero Porsche" Fernando Guerra

En el exterior, el artista ha dado una nueva vida a la fachada, aprovechando las diferentes horas del día para observar como incide la luz en sus curvas. El contraste de materiales y formas, junto con los árboles que la rodean forman un conjunto único. La puesta de sol sobre los paneles metalizados que miran a la calle crean un juego de luces cálidas que dan vida al metal. Hasta la zona de servicio “repleto de Porsche clásicos y modernos se convierte en algo bello, aunque un espacio con tantos Porsche no es propiamente fácil, pero solo porque distraen mucho”. Lo de la distracción tiene una clara explicación porque Fernando Guerra es un verdadero “porschista” desde muy joven.

Para el fotógrafo portugués realizar este trabajo en las instalaciones de Porsche Ibérica ha sido algo casi “natural”. En un pequeño garaje de Lisboa guarda lo que él llama su “pequeña familia”: un 911 S Targa de 1973, un 928 de 1979, un 911 de 1990 y un 911 Targa de 1995, perfectamente protegidos todos ellos con varias lonas rojas. Sueña con construir su propio lugar de trabajo rodeado de sus cuatro Porsche y “proporcionar a mis deportivos el lugar que se merecen”.

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