Armin Pohl nos espera en una nave industrial donde antaño se fabricaban bloques de hormigón. Desde un punto elevado, dirige la mirada hacia una fila de vehículos que es pura historia de la automoción. Dos docenas de modelos clásicos se disponen en hilera y se convierten en un regalo para la vista por su belleza atemporal. Pohl los contempla con satisfacción. “Mis hijas dicen que vivo en el futuro”, comenta. En realidad, vive entre el futuro y el pasado, entre la influencia global y el amor por el hogar, entre la digitalización y la artesanía tradicional. La fusión de polos aparentemente opuestos fascina a este hombre que dirige Mackevision, empresa en líder en visualización 3D.
Stuttgart no es solo el lugar donde se encuentra la sede de su compañía, sino también el hogar de la colección de coches de Armin Pohl. Ahora, por fin, tiene más tiempo para dedicarle a lo último. Después de 25 años de éxito profesional, este hombre de 54 años empieza a dejar de lado sus responsabilidades profesionales para centrarse en su familia y su afición. “Reconozco que ninguno de los desarrollos tecnológicos de los últimos veinte años me ha sorprendido”, dice. Al artista gráfico siempre le gustó dibujar coches cuando era niño; años después supo ver el increíble potencial del procesamiento de imágenes digitales y, posteriormente, de las aplicaciones 3D. De alguna manera, vio cómo se acercaba el mundo virtual y le dio forma desde el principio. “Para mí, estaba claro que lo iba a cambiar todo”, asegura.
Gracias a su carácter visionario, Mackevision se convirtió en una empresa de reconocido prestigio internacional. “Macke” deriva de Marcus Roth, cuya empresa abrió las puertas a Pohl en 1995. Once años después, el propio Pohl acabaría comprándola. Desde 2018, Mackevision forma parte de Accenture Interactive. Mucho antes de que los competidores aparecieran en escena, Mackevision ya se había especializado en crear impecables escenarios digitales. Hoy, su trabajo incluye fotos y vídeos en 3D para Porsche y otros fabricantes premium de automóviles. Sus imágenes generadas por ordenador en anuncios, catálogos y configuradores digitales son tan perfectas que pueden parecer incluso más realistas que la propia realidad. Donde “la lógica se encuentra con la magia”, así es como Pohl describe su trabajo como artista.
Flotas de barcos para Juego de Tronos
La industria de Hollywood siempre ha demandado los servicios de nuestro protagonista en materia de efectos visuales. Por ejemplo, a partir de la cuarta temporada de Juego de Tronos, Mackevision fue responsable de la creación de elementos como los edificios y los barcos. La compañía recibió numerosos premios por su trabajo, incluido un Emmy en 2014. En 2020, fue nominada a más premios Emmy por sus contribuciones a las series Watchmen y Lost in Space. En ese momento, Pohl construyó una marca global con delegaciones en Europa, América y Asia.
“Mackevision resuelve desafíos muy complejos para proyectos de Hollywood”, dice Pohl. El agua que fluye, por ejemplo, es uno de los efectos visuales más difíciles de crear digitalmente, pero en nuestra compañía tenemos amplia experiencia en este campo. También podemos construir una ciudad medieval completa a partir de una pequeña barraca, hacer que una enorme flota de barcos ataque un puerto o inventar una criatura del espacio exterior. Juego de Tronos estableció nuevas referencias en el mundo de los efectos especiales y Mackevision fue clave a la hora de lograrlo. La calidad y la perseverancia son fundamentales si se quiere destacar. “Hay competidores increíblemente fuertes y, a menudo, se imponen unos plazos de entrega muy exigentes”, apunta. “Los directores y productores tienen que responder ante presupuestos millonarios. Si uno no cumple con lo acordado, no tendrá una segunda oportunidad en Hollywood”.
“Mis hijas dicen que vivo en el futuro” Armin Pohl
A Pohl le gusta trabajar con las manos, algo que contrasta con la actividad que desempeña en el mundo digital. “Cuando era niño, pasaba horas en el jardín de casa. Mis padres eran refugiados y aprendí a hacer todo tipo de cultivos y a aprovechar los recursos disponibles”.
Es por ello que, además de centrarse en los automóviles de aquí en adelante, también quiere dedicar más tiempo a su segundo pasatiempo: cultivar frutas orgánicas. “La temporada abarca desde las cerezas dulces hasta las nueces”, dice con evidente placer. En Mackevision era conocido por llenar fruteros con sus propios productos.
El término “garaje” se queda corto a la hora de definir el lugar donde guarda su colección, una nave de 2.600 metros cuadrados repleta de pasillos en la que el mobiliario no tiene nada de futurista. El juego de sofás de segunda mano que decora el interior fue un regalo; también hay bancos de madera similares a los que se emplean en las fiestas alemanas de la cerveza, además de una vieja nevera llena de bebidas que, antiguamente, perteneció a un quiosco. La impresionante colección de 24 coches se dispone en torno a un modelo muy especial: un Porsche 928 GTS. “De todos los vehículos que poseo en esta nave, solo el 928 es capaz de ofrecer diseño, placer de conducción y practicidad para el uso diario. Una combinación verdaderamente sensacional”, comenta entusiasmado.
El coche como espejo de sí mismo
A finales de la década de 1970, siendo todavía un niño, a Pohl le entusiasmaba este Porsche que acababa de llegar al mercado. Más adelante, a mediados de la década de 1990, tuvo la suerte de ponerse a los mandos de un 928 S4; después pasaría por sus manos un 928 GTS de color verde Rainforest, exactamente igual que el que hoy guarda en el garaje como pieza clave de su colección. Pero cuando nacieron sus hijas no había lugar para deportivos, sino para coches familiares de gran tamaño. Sin embargo, una vez transcurrido este periodo, Pohl tuvo un encuentro inesperado. “Por delante de mí pasó un 928 y pensé: ¡Vaya, qué coche tan increíble! Su propietario era un conocido y me dijo que quería vender el coche por motivos familiares”. Y es aquí donde encontramos el punto de partida de la colección de coches que figura en este artículo.
“Me gusta sentarme en un coche y tener la sensación de que esto es lo que soy, aquí y ahora, en este momento concreto. Algo parecido a que tu ropa coincida con tu estado de ánimo”, dice explicando la diversidad de su colección. Los modelos más antiguos son de la década de 1960 y los hay de diferentes tipos, desde muscle cars hasta algunos realmente exóticos. “Cada automóvil refleja el espíritu de su época”, dice. “Son tan diferentes como diferente puede llegar a ser mi propia personalidad”. A menudo utiliza su 928. “Y siempre que lo hago, pienso: ¡cuánto disfruto conduciendo este coche!”. El Porsche ha recorrido hasta la fecha 190.000 kilómetros. Fabricado en 1994, pertenece a la serie final del 928. Concretamente, la última unidad de este gran turismo con motor V8 delantero se fabricó en 1995.
“Porsche ofrece una excelente combinación de diseño intemporal, dinámica con carácter, fiabilidad e ingeniería alemana experimentada”, dice Pohl. “Cuando era niño, ni siquiera me atreví a soñar que algún día sería dueño de un Porsche como este, auténtico pionero tecnológico de la época”. El 928 anticipó el futuro de la misma manera que Pohl fue capaz de hacerlo años después en su campo. Aquel concepto de gran turismo, hoy está presente en el Panamera 4 E-Hybrid Sport Turismo, que es el coche de diario de este maestro digital con gusto por lo clásico.
Información
Artículo publicado en el número 397 de Christophorus, la revista para clientes de Porsche.