Porsche Young Driving Experience es una actividad para que las nuevas generaciones comiencen a experimentar el placer de conducir un Porsche. Los niños más pequeños tienen ocasión de dar sus primeros pasos en un miniporsche, a la vez que lo pasan en grande aprendiendo nociones básicas de circulación sobre un recorrido con las señales más sencillas. Para los jóvenes, la experiencia todavía es más impactante: aquellos que tengan entre 14 y 17 años podrán conducir un 911 o un Cayman “de verdad”, acompañados por un monitor de la Escuela de Conducción Porsche.
Como en la edición anterior, los jóvenes participantes en la segunda edición de la Young Driving Experience no necesariamente eran hijos de clientes de Porsche, ni debían tener vinculación con la marca; ni siquiera contar con una invitación especial. El único requisito era medir como mínimo 1,40 metros de estatura, pues por debajo de esa talla hubiera sido muy difícil ponerse a los mandos de un 911. La convocatoria realizada a través de las redes sociales logró el cupo máximo de participantes en menos de dos días.
Los jóvenes de 14 a 17 años se quedaron boquiabiertos al descubrir un espacio especialmente dedicado a ellos, donde se les daba la oportunidad de conducir un auténtico Porsche. Acompañados por un monitor de la Escuela de Conducción Porsche, pudieron conducir un 911 o un Cayman con doble juego de pedales, en lo que para muchos fue su primera experiencia al volante, algo que no olvidarán fácilmente según se podía deducir de las expresiones de los casi 500 adolescentes que se apuntaron a la actividad.
Objetivo: seguridad vial
La Porsche Young Driver Experience tiene como objetivo acercar a los adolescentes a la seguridad vial de una forma tan atractiva e irresistible como ponerse a los mandos de un 911. Antes y después de comenzar las actividades prácticas, los jóvenes recibían una charla acompañada de vídeos sobre seguridad, recalcando la importancia de la máxima atención al volante.
Aspectos como que el hecho de buscar un contacto en el teléfono móvil nos puede hacer perder la visión de la carretera durante 400 metros o la importancia de tener siempre nuestros sentidos al 100% durante la conducción, fueron dos de los aspectos más destacados de esta charla. Además, se les explicaba el funcionamiento de las tecnologías de seguridad que equipan nuestros vehículos, para que pudieran conocer su forma de actuar durante las pruebas prácticas que se realizaban a bordo de dos Porsche 911 Carrera de 370 caballos equipados con doble pedal, como en los coches de autoescuela, y en los que los jóvenes iban en todo momento acompañados por un monitor de la Porsche Sport Driving School, los mismos que imparten los cursos de pilotaje a los “mayores”.
Empieza la diversión
Los jóvenes aspirantes a Porsche drivers se dividían en cada uno de los turnos en tres grupos para las actividades prácticas. Una de ellas era aprender la correcta postura al volante y se llevaba a cabo en un 911 Carrera Cabriolet, para que todos pudieran ver, tanto desde dentro como desde fuera, la importancia de estar bien sentados para conseguir la visibilidad óptima y para facilitar los movimientos, sobre todo en caso de maniobras rápidas ante una situación de emergencia, pero también para que todos los sistemas de seguridad como los airbags y el cinturón actúen correctamente.
Una de las actividades más impactantes para los jóvenes pilotos era la de aceleración y frenada. Sentir por primera vez el empuje de los 370 caballos de un 911 desde el asiento del conductor es algo excitante y difícil de olvidar. Para “rematar” las sensaciones fuertes, una frenada extrema mostraba a los nuevos “porschistas” la eficacia del sistema de frenos Porsche, cuyos sensores van directamente unidos a otros sistemas electrónicos de seguridad como el control de tracción y estabilidad.
Una tercera actividad, la más deseada y llamativa desde fuera porque es la verdadera esencia de la conducción, se convirtió en una auténtica prueba para algunos de los jóvenes conductores. El enrevesado y ratonero circuito delimitado por conos, conocido como “Mickey Mouse” y al que también deben enfrentarse los “mayores” en los cursos de pilotaje y conducción, puso a prueba la habilidad de los participantes. Una prueba que no es fácil ni para conductores experimentados y que a los jóvenes, sin experiencia de conducción y con un coche tan potente, les resultó especialmente desafiante. Una demostración más de lo importante que es la máxima atención al volante, la habilidad y la concentración en la conducción para la seguridad. La presencia del monitor como copiloto, con sus propios pedales para controlar en todo momento la situación, aseguraba que todas las pruebas se desarrollaran sin peligro.
Al término de las actividades prácticas y después de un rato de descanso para reponer fuerzas e intercambiar sensaciones, una nueva charla con el apoyo de esquemas audiovisuales hacía un repaso de todo lo que habían hecho los jóvenes conductores y la importancia de estas prácticas al volante. Y, por supuesto, era el momento para recibir el diploma que les acreditaba como Porsche Drivers. Ha nacido una nueva generación de “porschistas”.