Sin llamar la atención, siempre fue uno de los pilotos más decisivos. Gérard Larrousse prefería hacer historia en lugar de contarla. Con su destreza, el expiloto de Porsche, dos veces ganador de Le Mans, estableció nuevos estándares. "Gérard Larrousse siempre ha encarnado el espíritu de Porsche: valiente, preciso y apasionado", afirma Michael Steiner, miembro del Consejo de Dirección de Porsche AG como responsable de Investigación y Desarrollo. "Su contribución al éxito de Porsche en la década de 1970 fue vital. Le damos las gracias de todo corazón y le felicitamos en su aniversario".
Un experto sobre tierra y asfalto
Gérard Gilles Marie Armand Larrousse nació el 23 de mayo de 1940 en Lyon. Estudió Ciencias Económicas y en esa época, con poco más de veinte años, participó por primera vez en rallyes en Francia. Tras finalizar su formación, realizó el servicio militar en una unidad especial para vehículos de alta velocidad. En 1966 decidió dedicarse profesionalmente al automovilismo. "Primero fui piloto oficial de NSU Francia y luego corrí con éxito durante dos años en Automobiles Alpine", cuenta sobre sus inicios como profesional. Con un estilo de conducción preciso y un gran sentido estratégico, ganó el Tour de Corse en la década de 1960 y fue segundo en el Campeonato de Europa de Rallyes en 1969. Desde muy pronto demostró su talento como piloto polivalente. Sus victorias en el Rallye de Marruecos y sus segundos puestos en los de Montecarlo y Córcega consolidaron su reputación.
Porsche se convierte en su hogar profesional
Su participación en el Rallye de Montecarlo de 1969 fue especialmente memorable. A pesar de su magnífica actuación, no consiguió la victoria, lo que reforzó su fama de luchador. Él y su copiloto, Jean-Claude Perramond, fueron descalificados porque los faros de su Renault no cumplían con el reglamento. Ese mismo año, por recomendación de Vic Elford, entró a formar parte del equipo oficial de Porsche y, junto con Hans Herrmann, estuvo a punto de lograr una victoria histórica en Le Mans. Solo 120 metros le separaron del triunfo final, en una de las llegadas más reñidas en la historia de la carrera. Un año más tarde volvió a quedar en segunda posición. Sin embargo, no hay duda de que Larrousse ya se había convertido en uno de los grandes.
En 1971, Larrousse y Vic Elford triunfaron con el Porsche 917 en las 12 Horas de Sebring y con el 908/03 Spyder en los 1.000 kilómetros de Nürburgring. En 1973 y 1974 ganó, junto con Henri Pescarolo, las 24 Horas de Le Mans en un Matra-Simca.
Una vida dedicada al automovilismo, dentro y fuera de la pista
Incluso después de su carrera activa, Larrousse continuó fiel al automovilismo. Asumió tareas de gestión como Director Deportivo de las escuderías Renault y Ligier. Posteriormente fundó Larrousse-Calmels, su propio equipo de Fórmula 1, junto con el abogado francés Didier Calmels, en 1986. Con ello demostró que el éxito no es solo una cuestión de talento al volante, sino también de perspectiva. Su nombre sigue vinculado a valores que también caracterizan a Porsche, como precisión, visión de futuro y pasión. Larrousse representa una época del automovilismo en la que la tecnología, el coraje y la calidad humana estaban estrechamente relacionados.
El expiloto, que vive en Marsella, sigue muy vinculado a Porsche. Larrousse es un interlocutor muy solicitado por los periodistas, sobre todo en eventos históricos relacionados con el motor. En el Tour de Corse histórico de 2015, entusiasmó a muchos aficionados como representante de Porsche. Sus recuerdos, sus opiniones y su forma inconfundible de contar historias lo convierten en una voz importante de una época en la que muchos entusiastas vivían el automovilismo de forma muy directa.