En 1948, el 356 Roadster "Nº 1", primer coche de la marca Porsche, tenía el motor central. En la década de 1950, se eligió la misma configuración para los modelos de competición 550 y 718. Pero hubo que esperar a finales de los noventa para que Porsche volviera a comercializar un coche de producción en serie con motor central, el Boxster, del que ahora se cumplen 25 años.
Salir de la crisis con una idea brillante
Económicamente, los primeros años de la década de 1990 fueron muy difíciles para Porsche AG. La bajada de las ventas, en parte por la caída del valor del dólar americano, y unos costes de producción excesivamente altos debido a cuatro gamas de productos técnicamente muy diferentes (911, 944, 968 y 928), hicieron que la compañía estuviera en serios problemas. Incluso algún gran fabricante consideró comprar Porsche. Pero el lanzamiento del Porsche Boxster en 1996, un modelo completamente nuevo, marcó un punto de inflexión en la historia de la empresa. El ágil roadster de motor central no sólo abrió un nuevo segmento de mercado para Porsche, también atrajo a un grupo de clientes significativamente más joven, gracias a un posicionamiento de precios por debajo del 911.
Pero el concepto de un roadster biplaza con motor central fue solo parte de la renovada estrategia introducida por una nueva generación del Consejo de Dirección, en 1991. Miembros de ese Consejo de Dirección de Porsche AG como Horst Marchart, responsable de Investigación y Desarrollo, Wendelin Wiedeking (Producción y Gestión de Materiales y, posteriormente, Presidente) o Dieter Laxy (Ventas) fueron algunos de los responsables de aquella reorientación de la compañía.
"La idea fue crear una gama adicional a partir del concepto y de los componentes de un nuevo 911, para garantizar una clara identificación del coche como Porsche" Horst Marchart
"No creíamos que el tipo 989 de cuatro plazas que se estaba desarrollando en ese momento pudiera rescatarnos de nuestra difícil situación financiera, ya que las cifras de ventas que se podían esperar eran demasiado bajas para la empresa y para la red comercial. Además, ese vehículo tampoco permitiría ninguna pieza común con la gama 911, pues era una línea de producto independiente", comenta Marchart recordando la presentación a los accionistas. "La idea era crear una gama adicional, a partir del concepto y de los componentes de un futuro 911. Iba a ser un biplaza con un frontal parecido al del 911 para garantizar una clara identificación como un Porsche. Además, ese nuevo coche debería costar alrededor de 70.000 marcos y también ser atractivo para los clientes más jóvenes. Mi planteamiento fue aceptado".
El concepto de roadster de Marchart utilizó muchos elementos comunes. Como resultado, el primer Boxster de la generación 986 compartió la parte delantera, las puertas y muchos otros componentes con el 911 de la generación 996, que se lanzó en 1997, un año después de que se introdujera el Boxster. Esta estrategia dio como resultado una reducción significativa de los costes de producción y de inventario en ambas gamas, y permitió una gestión rigurosa de los costes.
"Nos habíamos fijado el objetivo de reducir los costes en toda la empresa", continúa Marchart. "Queríamos bajar los costes de producción de los coches nuevos un 30%, lo que fue posible, entre otras cosas, gracias al uso de elementos comunes para distintos modelos. Para ponerlo en práctica, formamos equipos de desarrollo que se encargaron de ambos vehículos al mismo tiempo. En los departamentos de Desarrollo y Compras se establecieron objetivos teóricos de precios para los componentes de los futuros coches, con el fin de alcanzar de forma fiable el coste de fabricación deseado”.