Grant Larson, actual Director de Diseño de Proyectos Especiales en Porsche, se retira a finales de 2025. Se despide así de una carrera marcada por la colaboración, el arte y un profundo afecto tanto por la gente que forma parte de Porsche como por los vehículos de la marca.
A lo largo de este tiempo, ha ayudado a dirigir innumerables proyectos, incluyendo prototipos, ediciones especiales, coches de carretera y de circuito, así como encargos únicos de clientes. Destaca que sus logros han sido posibles gracias a su equipo, muy unido y con mucho talento. “Cada uno de los integrantes tiene sus puntos fuertes, y todos ellos se complementan entre sí”, afirma.
Infancia en Montana
El interés de Larson por los coches comenzó durante su infancia en Billings, en el estado de Montana, EE. UU. Recuerda estar de pie, a la altura de los paragolpes, en la década de 1960, atraído por lo que veía. “A esa edad estás a un nivel mucho más bajo. Me fascinaban los coches, todo lo relacionado con ellos. Activaban todos mis sentidos”. De niño también dibujaba constantemente. Ver cómo evolucionaban las formas de los vehículos estadounidenses le causó una sensación que perduró en el tiempo. “Me di cuenta de que todos aquellos modelos cambiaban cada año”, afirma. “Y entonces supe que había gente dedicada a eso profesionalmente”.
Larson estudió diseño industrial en el Instituto de Arte y Diseño de Milwaukee y más tarde lo ejerció en el automóvil. Sus encuentros con graduados del ArtCenter College of Design, entre ellos el diseñador automovilístico Tom Peters, le convencieron para dar el salto. “Era lo que siempre había querido hacer, así que me lancé a por ello”.
En 1989, a los 32 años, Larson llega a Porsche
Tras graduarse en 1986, se mudó a Alemania y se unió al motivado equipo de Audi durante un periodo especialmente creativo. “Era increíble pensar que esos coches salían de un estudio tan pequeño”, afirma. En 1989, a los 32 años, Larson se trasladó a Porsche y se unió al equipo altamente especializado de Weissach. El entorno le impresionó inmediatamente. “Entré y conocí a personas que eran iconos”, afirma.
A lo largo de los años, Larson contribuyó a innumerables creaciones. Cuando se le pregunta cuáles fueron las más significativas, sonríe y contesta: “Los proyectos en los que tuve más libertad”. El ambiente en el estudio era enérgico y muy respetuoso, recuerda Larson, “especialmente, cuando trabajábamos en coches como el prototipo del Boxster, que se presentó en el Salón del Automóvil de Detroit de 1993, durante un período económico difícil para Porsche. Nuestro jefe, Harm Lagaay, nos dio instrucciones claras y me animó mucho con el diseño. Tuvimos la suerte de contar con un excelente modelador de arcilla que trabajaba a mano alzada, utilizando los dibujos. Nada salió mal. Todo encajó a la perfección”.
Larson siguió una filosofía de diseño auténtica. “No quiero decir que ‘la forma sigue a la función’, porque todo el mundo utiliza esa expresión. Pero para mí, las cosas deben estar ahí por una razón. Nunca me han gustado mucho los adornos ni las entradas de aire donde no se necesita aire”.
Trabajar en estrecha colaboración con los ingenieros moldeó esa mentalidad. “En Porsche estás rodeado de ingenieros extremadamente competentes”, afirma. “Cuando te presentan una solución y te dicen que es la mejor desde el punto de vista técnico, yo les escucho. Entonces, mi trabajo como diseñador es sacar el máximo partido de ella”.
Sonderwunsch: haciendo realidad los sueños
En los últimos años, Larson ha dedicado gran parte de su tiempo al programa de personalización Sonderwunsch, trabajando con los usuarios para llevar a cabo sus ideas. Es una tarea que le resulta profundamente gratificante. “Realmente estás haciendo realidad los sueños”, afirma. El programa requiere que los diseñadores escuchen atentamente y guíen a los compradores en sus elecciones. El color, por ejemplo, es algo muy personal. “Los clientes suelen preguntar qué color elegir. Siempre les digo: puedo comentarles lo que me gusta, pero ese es mi gusto”. Larson, casualmente, es fanático de los verdes.
En proyectos únicos, describe cómo ayuda al cliente a refinar sus ideas iniciales para convertirlas en algo que se adapte tanto a su personalidad como a la identidad de Porsche. “Por lo general, tienen varias ideas”, dice. “Algunas son tan extravagantes que hay que descartarlas con delicadeza. Luego trabajamos juntos en las demás”.
Aunque se retira oficialmente del mundo laboral, Larson no lo considera el final. “Los diseñadores nunca se jubilan realmente. Dejaré Porsche, pero seguiré diseñando coches como hobby”.
“Me enamoré de la marca Porsche”
Se quedará en la región de Stuttgart y disfrutará de sus propios coches clásicos, entre los que se incluyen un 356 Speedster plateado y negro, un 356 Coupé aligerado y pintado en gris New York Stone y un 911 Carrera S de la generación 997 que es negro sobre negro, “mi primera opción para esas formas, especialmente al atardecer”.
Sobre su etapa en Porsche, afirma: “Me ha encantado estar aquí. Me enamoré de la marca, disfruté de la gente con la que trabajé y tuve la suerte de triunfar en los proyectos en los que participé. Si se suma todo eso, tres décadas y media pasan muy rápido”.
A los próximos diseñadores les recomienda mantener el entusiasmo. “A medida que los coches se vuelven más autónomos, parte de la pasión tradicional corre el riesgo de desvanecerse. Los diseñadores deben mantenerla viva”.
Y para su sucesor, Emiel Burki, su consejo es claro: “Lo importante es el cliente: ¡comparte su pasión y disfruta del viaje!”.