En la primavera de 2021, Harrison Schoen tomó una decisión que, de entrada, podría parecer extraña. Después de renunciar al contrato de alquiler de su casa en Salt Lake City, cargó algunas pertenencias en la parte trasera de su Porsche Cayenne de 2008 -que acumulaba ya un alto kilometraje- y comenzó a llamarlo “hogar”.
Nacido en Saint Louis, Missouri, Schoen se unió a la Marina a los 18 años, donde desempeñó todo tipo de tareas durante cierto tiempo. Pero finalmente dejó el ejército y se mudó al interior, al estado de Utah, donde empezó a trabajar en puestos de baja categoría que, eso sí, le permitían pagar el alquiler de su casa en Salt Lake City. Sin embargo, un año y medio después, dio un giro total a su vida.
“Estando en la Marina y viviendo en un portaaviones, me acostumbré a la austeridad. Cuando salí del ejército, me mudé a una casa de dos habitaciones y en poco tiempo vivía en el garaje y alquilaba las habitaciones para que la renta me saliera gratis. En esa época ya tenía claro que me quería alejar de todo aquello que me distrajera de vivir la vida”.
“Me he dado cuenta de lo corta que es la vida”
Son las 9 de la mañana en Utah y Schoen habla desde el interior de su Cayenne mientras disfruta del desayuno. Su plan original era viajar al extranjero, explica, con Tailandia como primer destino. La pandemia se interpuso en su camino y le impidió llevar a cabo ese viaje, pero por otra parte le ayudó a centrar la atención en el presente. “Fue en ese momento cuando me di cuenta de lo corta que es la vida”, dice el joven de 24 años. “Me gustaría tener la capacidad de recorrer el mundo y ganarme la vida mientras estoy en la carretera. Esto es algo que debería explorar mientras sea joven y mi cuerpo esté en su plenitud. No quiero pasar trabajando toda una vida para terminar retirándome y empezar a disfrutar justo en los últimos años”.
Esta filosofía, sin duda, tocará la fibra sensible de muchos, dado que en los últimos 18 meses el COVID ha dado un giro radical a todo. La aventura de Schoen se planificó en apenas cuatro meses y ya está atrayendo a un público creciente en las redes sociales, donde cada nueva publicación deja entrever una mezcla de escapismo romántico e innegable sacrificio. El Cayenne, aunque es un vehículo de lujo por concepto, no sería la primera opción de la mayoría de la gente para montarse una casa móvil. Si lo fue, en cambio, para el protagonista de esta historia que, tras ver un anuncio online una noche, se decidió a comprarlo a la mañana siguiente.
Se trata de un Cayenne S que, en el momento de adquirirlo, tenía más de 200.000 kilómetros. Schoen no tardó en modificarlo. Lo primero que hizo fue elevar la carrocería del suelo con una nueva suspensión y montar unas llantas de 18 pulgadas con neumáticos de todo terreno. Después incluyó un portaequipajes, un toldo, un sistema de iluminación extra y eliminó el paragolpes trasero para aumentar el ángulo de salida y mejorar así las capacidades fuera del asfalto.
Otra decisión importante fue la de montar una plataforma en el habitáculo para poder dormir, en lugar de instalar una tienda en el techo. Lo hizo así porque la segunda opción solo permite pernoctar en zonas designadas y, además, eleva considerablemente el centro de gravedad, algo que limita la circulación offroad.
Conducir por la playa en Oregón
Schoen lleva viviendo a tiempo completo en su Cayenne desde mayo de este año. Su casa rodante tiene una cocina portátil y también una ducha montada en el techo. En este tiempo ha recorrido algunas de las rutas más desafiantes de la zona oeste de EE. UU. y su objetivo es visitar todos los parques nacionales del país e incluso llegar a Alaska, dejando constancia de todo ello en las redes sociales y YouTube. “Mi experiencia favorita hasta ahora ha sido conducir por la playa en Oregón”, dice. “Llegué a las 6 de la mañana y la niebla cubría el paisaje. Nunca había conducido en una playa antes, así que fue una experiencia realmente mágica. ¡Y aquí conseguí una de las mejores fotos que llevo hechas hasta ahora!”.
Schoen ha cubierto unos impresionantes 32.000 kilómetros en su Cayenne desde que lo compró en febrero y, por el momento, no ve el final de la aventura. “Realmente estoy disfrutando del viaje”, dice. “El objetivo era hacer algo diferente. El ejército me preparó para todo lo que estoy haciendo ahora que es, básicamente, vivir en un espacio pequeño y en soledad. La realidad es que no me siento solo y además he tenido la suerte de hacer amigos en todo el país. Hay una gran comunidad de personas que viven la vida de una forma nómada, viajando generalmente en furgonetas. En mi caso, el Porsche me permite ir un paso más allá, ya que puedo llegar a lugares totalmente inaccesibles para la mayoría”.