Hay momentos en la vida que son más que meros recuerdos. Forman parte de nuestra historia, marcan nuestra mentalidad y trayectoria profesional. Pascal Wehrlein vivió uno de ellos a los diez años, cuando vio por primera vez un Porsche 911 GT3. Estaba jugando al fútbol cuando un ruido lo distrajo, sintió como se le aceleraba el pulso y se le quedaba la mente en blanco por un momento. Solo le dio tiempo a divisar a lo lejos los hombros anchos y el llamativo alerón trasero antes de que el coche desapareciera de su vista y se adentrara en el bosque.
"Lo que se quedó grabado en mi interior fue un sonido inacabable, ronco y profundo", recuerda el piloto de 30 años mientras observa su propio 911 GT3 (992.1) aparcado cerca de un embarcadero en el lago de Constanza. Este primer recuerdo de la marca Porsche llevó a otro nivel el amor de Wehrlein por la competición automovilística, que ya se había iniciado mucho tiempo atrás. En aquel momento llevaba dos años conduciendo karts, pero el GT3 que se cruzó en su camino le transmitió coraje y despejó todas sus dudas. "Cuando lo oí, supe definitivamente que quería ser piloto". Para Wehrlein, aquel deportivo no solo fue una invitación a soñar, sino una promesa en sí misma de no detenerse nunca, ser cada vez más rápido y querer siempre más.
Talento y determinación
En las dos décadas siguientes, Wehrlein evolucionó hasta convertirse en uno de los pilotos más talentosos de su generación, con logros superlativos y récords. Destaca por su versatilidad, ya que es capaz de ganar tanto con un turismo como con un monoplaza. Su voluntad incontenible de triunfo se percibe en él claramente. "Cuando realmente quiero algo, encuentro un camino para conseguirlo". Wehrlein hizo historia ya en 2015, convirtiéndose en el ganador más joven de la historia del Campeonato Alemán de Turismos (DTM), con solo 21 años. En los años siguientes, su camino lo llevó a la Fórmula 1, donde también se hizo un nombre y mostró su talento antes de encontrar su nuevo espacio deportivo en la Fórmula E.
No tardó mucho en convertirse en uno de los pilotos más rápidos y constantes del certamen. En julio de 2024 llegó su coronación, cuando consiguió el primer mundial de pilotos con el equipo TAG Heuer Porsche de Fórmula E. "Con la eficiente versión GEN3 del monoplaza dimos un gran paso adelante y estuvimos mejor que nunca en las calificaciones", explica Wehrlein. Con el Porsche 99X Electric se lograron ocho victorias en la temporada 2023/2024, la mitad de las carreras, tres de ellas para Wehrlein.
"En la última aún no estaba decidido el título. En una situación así es fácil cometer errores, pero ocurrió justo lo contrario, es decir, la presión nos hizo mejores como equipo". El objetivo para la actual temporada 2024/2025 como piloto oficial de Porsche es celebrar tantos éxitos como sea posible e, idealmente, defender el título. "Estoy muy agradecido por ser una pequeña parte de este gran todo", resume. "El rendimiento de nuestro equipo es sencillamente increíble". A medio plazo le gustaría participar en la carrera de resistencia más importante del mundo: "Ganar con Porsche las 24 Horas de Le Mans es el sueño de casi cualquier piloto, y también el mío".
Entre la propulsión eléctrica y el sonido de la combustión interna
Después de disfrutar de unos momentos de calma con el campeón en el lago de Constanza, le entregamos la llave del Macan Turbo eléctrico que hemos traído. Hace poco nos hablaba con entusiasmo del sonido del 911 GT3 y ahora ya recorre el bosque en coche eléctrico. Elegante en su color gris Hielo metalizado y deportivo con su motor de hasta 639 CV. Con Launch Control, acelera de 0 a 100 km/h en 3,3 segundos. "El Macan me gusta mucho. Por una parte, valoro el silencio y, por otro lado, la fuerza incontenible que me presiona contra el asiento al acelerar", describe Wehrlein mientras conduce por una carretera sinuosa. "Para mí, la movilidad eléctrica y el motor de combustión pueden coexistir perfectamente. Me siento a gusto en ambos mundos".
El consejo de su vida
Cuando Wehrlein tenía cinco años, sus padres le llevaron a Hockenheim para que viera su primera carrera de Fórmula 1. Con ocho años condujo por primera vez un kart. Su padre, empresario y mecánico nacido en la región alemana de Suabia, siempre estuvo a su lado apoyándole y asegurándose de que todo funcionaba los días de carreras. Pronto le dio un consejo que le ha acompañado hasta hoy. "También tienes que ser capaz de ganar con el segundo kart más rápido, no solo con el más veloz". Wehrlein se tomó estas palabras al pie de la letra e inmediatamente dejó de quejarse de que el kart no tenía equilibrio, de que subviraba o de que no podía ir más rápido. Eso moldeó su mentalidad. Desde ese momento, sabe que no necesita tener el mejor coche para ganar.
El ansia de conocimiento y perfección de Wehrlein también quedó patente fuera de los karts y, después del colegio, se sentaba delante del televisor para ver carreras antiguas de Fórmula 1. Los fines de semana seguía los grandes premios actuales con su padre, sin importar el desfase horario cuando tocaba, por ejemplo, el de Australia. "Cuando era muy pequeño, esos días mis padres me ponían el despertador. Entonces, iba a despertar a mi padre poco antes de que empezara la carrera para verla juntos", recuerda Wehrlein.
Agua como fuente de energía
Hoy en día, no es solo su implacable determinación por ganar lo que distingue a Wehrlein como deportista profesional. No hace falta pasar mucho tiempo con él para darse cuenta de lo centrado que está cuando habla y de la precisión de sus movimientos. Dobla cuidadosamente el jersey por las costuras antes de ponérselo al hombro. Vigila lo que come y es consciente de su forma física y mental. Medita con regularidad para mantener la concentración, lo que le permite fijarse en lo importante. "Cuando estoy en el circuito, hago todo lo posible para dar la mejor vuelta, para llevar el coche al límite absoluto en ese momento y rendir al máximo", explica. Evita pensar en las posibles consecuencias de cometer un error. "Libero mi mente por completo de esos pensamientos y me enfoco en el aquí y el ahora. Eso me permite rendir al máximo".
Esta fuerza interior se refleja también en su actitud realista y su apego al hogar. Su familia es lo más importante para él. Lleva al cuello una cruz que su madre, de la República de Mauricio, le regaló en su primera comunión. Cada vez que habla de sus padres, de su novia, Sibel, o de su hija, Soleya, de casi dos años, sus llamativos rasgos faciales cambian, sus ojos marrones se iluminan y una cálida sonrisa se dibuja en su rostro. "La primera persona con la que pasé tiempo en el parque cerrado después de ganar el Campeonato del Mundo en Londres fue mi hija", dice.
Desde el podio, pudo ver cómo Soleya levantaba el brazo en el aire y vitoreaba. "Estas son las imágenes que siempre recordaré. No la actuación que hizo posible la victoria".
Wehrlein extrae la fuerza justo de esos momentos, que para él son lo principal de su carrera, y siempre consigue encontrar la paz en su hogar. "Para mí, no hay ningún lugar en el mundo más bonito que el lago de Constanza. Me siento muy vinculado a la región y me alegra mucho que mi hija pueda crecer en un entorno así", afirma el piloto alemán nacido en Sigmaringa, que vive con su familia en el lado suizo del lago que está en las estribaciones septentrionales de los Alpes y limita con Alemania, Austria y Suiza. En invierno, a Wehrlein le gusta la cercanía de las montañas y suele dirigirse hacia los Alpes por la mañana con sus esquís de fondo para ejercitarse dos o tres horas antes de volver a casa. En verano, opta por el agua y practica la navegación a motor y el wakeboard. Tras alzarse con el campeonato del DTM se concedió un "capricho", como el mismo lo define, una pequeña lancha fueraborda. En el lago de Constanza, desconecta para después poder pisar el acelerador a fondo de nuevo. "Muchas veces, disfruto yo solo de esos momentos, ya que la calma del agua me transmite una fuerza increíble".
El camino hacia el éxito
"Sé que puedo rendir a un nivel muy alto y superar situaciones difíciles", afirma Wehrlein con confianza. Sus palabras reflejan el respeto que siente por el equipo y la marca Porsche, así como su experiencia con los retos del deporte de élite. A menudo habla de lo que supone experimentar fracasos y luego sentarse solo en su habitación de hotel, frustrado, sin el apoyo de su familia, que no siempre puede estar ahí. "Los días en que las cosas no van tan bien superan en número a los momentos positivos. Se pierde mucho más a menudo de lo que se gana", afirma, describiendo una verdad que no solamente se aplica al automovilismo. El camino hacia el éxito está lleno de obstáculos, reveses y derrotas.
Entonces, vuelve a hablar de su "momento Porsche" cuando jugaba de niño en aquel campo de fútbol, del sonido del GT3 que resonaba en el bosque como si hubiera quedado suspendido en el aire. Ese recuerdo forma parte de su identidad hasta el día de hoy. Porsche simboliza los valores que el propio Wehrlein encarna en la actualidad: precisión, constancia y una aspiración infatigable por la perfección. Para el piloto, el éxito implica ir un poco más allá cuando es necesario. No obstante, el éxito también requiere generar fuerza para seguir soñando, algo que surge de los momentos de paz y de la vinculación con la familia y el hogar.
Sin tiempo que perder
Unos meses después de que Pascal Wehrlein ganara por primera vez el Campeonato del Mundo de Pilotos para el equipo oficial, la sexta temporada de Porsche en la Fórmula E arranca con el debut de la generación GEN3 Evo del 99X Electric. El nuevo monoplaza incorpora innovaciones técnicas para todos los equipos: tracción total temporal, neumáticos con mayor agarre y un alerón delantero modificado.
El 99X Electric acelera de 0 a 100 km/h en unos dos segundos y sigue llamando la atención con sus dos colores nuevos, Purple Sky metalizado y verde Shade metalizado, tomados del Taycan Turbo GT que se presentó a principios de 2024, el Porsche de serie más potente de todos los tiempos. Un impactante símbolo de la transferencia de tecnología desde la competición a la producción en serie.
Información
Artículo publicado en el número 413 de Christophorus, la revista para clientes de Porsche.
Texto: Christina Rahmes
Fotos: Andi Mayr
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