Régis Mathieu ha declarado que necesita la belleza para poder vivir, algo que también queda reflejado en su otra área de interés: la iluminación. El director de Lustrerie Mathieu desde 1992, un pequeño negocio familiar que ahora se ha convertido en una compañía global, Régis Mathieu, lo sabe todo sobre candelabros. Se ha ganado el reconocimiento internacional por su restauración de candelabros, entre los que se incluyen los de la Ópera Garnier, el salón de los espejos en el Château de Versailles, la Ópera de Filadelfia y muchos otros castillos, tanto públicos como privados.
Pero su entusiasmo no sólo tiene que ver con la puesta en escena de luces y sombras. Ya en su más tierna infancia, Mathieu empezó a sentir gran interés por los automóviles clásicos y no fue hasta cumplir los 17 años cuando, por fin, pudo comprar su primer coche con sus ahorros: un Volkswagen Beetle. Desde entonces, la pasión de Régis Mathieu por el mundo de las cuatro ruedas no ha parado de crecer, de tal manera que ha ido incluyendo cada vez más modelos en su colección: “He descubierto lo que significa ser coleccionista: ¡cuanto más tienes, más quieres!”. Hoy, su colección de modelos históricos de Porsche es una de las más importantes de Francia.
El museo de la Cité de l’Automobile ha conseguido unificar las dos pasiones de Mathieu de una manera única: algunos de los Porsche más míticos, como los 904 GTS, Carrera-Abarth o Spyder se exponen bajo la luz de impresionantes candelabros. De esta manera, la exposición ‘Porsche: Chefs-d’oeuvre de la collection de Régis Mathieu’ (‘Porsche: obras de arte de la colección de Régis Mathieu’) muestra al visitante las facetas de coleccionista, creador y restaurador de un autor que cree que los coches son obras de arte por derecho propio.
Entrevista a Régis Mathieu
¿De dónde viene su pasión por los coches clásicos y, en especial, por los Porsche?
Yo siempre he amado las cosas bellas. Ya desde niño, estaba absolutamente fascinado por los coches clásicos. Como muchos chicos de mi edad, mi objeto de deseo eran los Porsche 911. Siempre me pareció un símbolo del éxito y de la velocidad. Pero más allá de eso, me llamaba la atención el lado no pretencioso de la marca. También me interesa el Beetle, un coche que considero bonito, económico, fiable y popular, todo a la vez. Así que, en un primer momento, tenía dos pasiones: 911 y Beetle. Después descubrí el 356 y aquello fue una revelación porque suponía el enlace entre mis dos modelos preferidos. ¡Inmediatamente quise conducir un 356 a diario! Me encanta el minimalismo que representa: es rápido y eficiente, sin ser ostentoso.
¿Cómo consiguió con apenas 17 años su primer coche de la colección?
A finales de los años 80 compré mi primer coche clásico: un Beetle de 1972. En aquel momento no se veía realmente como un coche de coleccionista, aunque siempre ha sido un modelo atemporal. ¡Gasté todos mis ahorros en aquella compra! Una vez lo tuve en mis manos, lo restauré y lo pinté con la ayuda de mis amigos y me las arreglé para venderlo. Después compré otros dos modelos, que vendí para poder hacerme con un espléndido convertible como el que hay en la exposición. Me fue bien en aquellas operaciones y así es como a la edad de 21 años pude comprar un Speedster 356 y un RS 2.7, habiendo gastado poco dinero en total.
¿En su opinión, cuáles son los modelos más emblemáticos de Porsche y de qué coche de su colección se siente más orgulloso?
Estoy muy orgulloso del 904 GTS de 1964 que compré con apenas 1.813 km en su cuentakilómetros. ¡Un auténtico hallazgo! Por supuesto, el 911 es el modelo más emblemático de Porsche y estoy muy contento por poseer la misma unidad que perteneció a Ferry Porsche, la cual figura en infinidad de catálogos. Pero mi debilidad dentro de la colección es el 356: lo tengo desde mi veintena y nunca me he separado de él. Este automóvil ha sido testigo de todos los momentos importantes de mi vida, desde mis estudios hasta mi boda y mi vida en familia. Y todavía lo utilizo. Creo que simboliza a la perfección el espíritu de Porsche. Si alguien me pregunta qué modelo conservaría si tuviera que separarme de todo lo demás, siempre diré que el 356.
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Foto: Culturespaces / Frantisek Zvardon