Cuando los sueños aprenden a bailar

El ballet es la combinación de música, coreografía y arte escénico. A pesar de toda la dedicación y el talento de los bailarines, solo unos pocos se convierten en artistas de primera fila. El proyecto «Turbo for Dreams» apoya a diez jóvenes surcoreanos en su camino hacia el estrellato con un stage en el Ballet de Stuttgart.

   

Las primeras notas del brillante piano de cola negro rompen el silencio en la Ópera de Stuttgart. Diez jóvenes bailarines tensan su cuerpo con prometedoras expectativas. Una mano en la barra, los pies girados, las piernas estiradas. A continuación, llega la rutina libre, un torrente de control, elegancia y disciplina. Demi-plié: las rodillas se doblan, los talones quedan en el suelo. Grand-plié: los muslos bajan hasta quedar casi paralelos al suelo. En el escenario parece fácil y elegante pero, en realidad, es un trabajo físico muy duro. Hasta el último de los músculos está tenso. Elegancia de la cabeza a los pies. Cada movimiento se evalúa según criterios estrictos. Es una prueba de rendimiento al más alto nivel. Así empieza la jornada para diez bailarines de Corea del Sur que se han desplazado para pasar dos semanas en Alemania en el marco del proyecto «Turbo for Dreams» de Porsche. Pero los jóvenes traen consigo algo más que técnica. En su equipaje llevan sobre todo sueños.

A prueba:

en una audición en directo, cuatro miembros del jurado internacional evaluaron el talento de los coreanos. A continuación, se decidió quién obtendría una de las plazas en «Turbo for Dreams».

Energía y entusiasmo:

el bailarín profesional David Moore (centro) está entusiasmado con el potencial y la profesionalidad que demuestran los jóvenes talentos de Corea. En la foto al fondo, se ve a John Cranko (dcha.).

El ballet es un deporte al máximo nivel. Aunque los elegantes movimientos parezcan sencillos, detrás de cada actuación en el escenario hay años de entrenamiento, como ocurre en la clase magistral de hoy en la Ópera de Stuttgart. Los bailarines surcoreanos que participan en este intercambio lo saben mejor que nadie. Unos cien estudiantes de ballet se presentaron a un proceso de selección para dar el siguiente gran paso en su carrera, una formación de una semana en la prestigiosa Escuela John Cranko de Stuttgart. Desde la década de 1960, el Ballet de Stuttgart se convirtió en una referencia a nivel internacional bajo la dirección de John Cranko. Este director, fallecido en 1973 y cuya vida se llevó al cine en la película Cranko en 2024, puso a la compañía en la cima mundial. Hoy en día, la Escuela John Cranko, cuyo nuevo edificio se terminó de construir en 2020 con el apoyo de Porsche, forma a los mejores talentos del mundo.

Entre la danza y el arte

«Turbo for Dreams» es el siguiente hito de este vínculo en la sede de Porsche en Stuttgart. Gracias a este proyecto, los sueños se convierten en posibilidades tangibles. «El intercambio permitió a los alumnos coreanos beneficiarse de un programa de formación de alta calidad», afirma Mathias Busse, CEO de Porsche Corea. «Esperamos que la iniciativa no solo impulse la próxima generación de talentos, sino que también sirva como una plataforma para el intercambio cultural que inspire a más alumnos a trasladar sus sueños al escenario internacional». La selección de los participantes se llevó a cabo en mayo en Corea del Sur. Hyemin Kim, profesora de ballet en la Escuela John Cranko, dirigió personalmente las sesiones de ensayo para el proceso de selección en Seúl. «Ya durante la audición, los bailarines demostraron un gran potencial, talento artístico y una actitud honesta hacia su oficio», afirma Kim. Finalmente, se eligió a diez jóvenes. 

Eunsu Jeong:

A sus 16 años, Eunsu Jeong ya ha alcanzado muchos logros. Aunque al principio la rechazaron en su escuela de arte preferida, finalmente logró que la admitieran en la Anyang Arts High School, al sur de Seúl. Desde entonces, la bailarina ya ha recibido varios premios. Tras la clase magistral en Stuttgart, David Moore la considera uno de los talentos más prometedores de los estudiantes de intercambio coreanos.

Hoy, en el ensayo con el primer solista del Ballet de Stuttgart David Moore, participa Eunsu Jeong. «Para mí, la base de la danza clásica son reglas y estructuras claras», explica. «Pero, en mi opinión, a lo largo de la carrera solo constituyen un marco donde hay que desarrollar el “yo”, el estilo propio». La joven de 16 años se desplaza a diario más de cuatro horas en su ciudad natal, Seúl, para asistir a una escuela especial de ballet. A eso hay que añadir unas cinco horas de entrenamiento, por lo que en total dedica nueve horas al día a su pasión. Eunsu Jeong lo sacrifica todo por su sueño.

También para David Moore, primer solista del Ballet de Stuttgart, el ballet es más una forma de arte que una danza. «En el ensayo, todo gira en torno a la perfección», explica el británico de 37 años. «Pero no hay que perder de vista la expresión artística de la danza escénica». Moore ya brilló como primer solista del Ballet de Stuttgart en clásicos como Romeo y Julieta, Onegin y La bella durmiente. Para él, la verdadera habilidad se manifiesta en la libertad de experimentar con las posiciones aprendidas. Considera que los talentos surcoreanos, todos ellos de entre 12 y 16 años, son ya pequeños profesionales pero, como artistas, aún tienen que encontrarse a sí mismos. «Por ejemplo, en el épaulement», explica Moore.

En esta posición clásica del ballet, el torso se gira desde la cintura hacia arriba llevando un hombro ligeramente hacia delante y el otro hacia atrás. «La pregunta es: ¿cuánto quieres dar? ¿Cuánto esfuerzo le exiges a los hombros? ¿Cómo combinas la técnica con tu propio arte?». La clave radica en la confianza en uno mismo. La mejor interpretación no solo requiere la máxima disciplina, sino también coraje. 

La diversidad cultural amplía los horizontes

El diálogo internacional ayuda a aprender el arte que hay detrás de la técnica, y cada cultura aporta sus propios puntos fuertes. «Los bailarines coreanos siempre han destacado por su precisión técnica», afirma Moore. Para ello, los alumnos se someten desde pequeños a un entrenamiento intensivo y sistemático centrado en movimientos estandarizados y posiciones precisas. 

Sungyoon Cho es uno de los dos becarios masculinos del proyecto de Porsche. El intercambio le ha abierto una nueva dimensión del ballet: la personalidad. «En Corea del Sur seguimos a rajatabla un conjunto de reglas», subraya. «En Alemania se trata más bien de encontrarse a uno mismo». La nueva experiencia le ayuda a elevar la danza al nivel de arte. Este enfoque integral forma parte de la propia identidad de la Escuela John Cranko, donde la danza moderna y el flamenco también tienen cabida en la formación. 

Sungyoon Cho:

la trayectoria de Sungyoon Cho ha sido extraordinaria. Durante su infancia luchó constantemente contra el sobrepeso, así que su madre lo apuntó a clases de ballet. Lo que comenzó como un simple medio para un fin se convirtió en su mayor pasión. Hoy en día, entrena a diario para hacer realidad su gran sueño.

«El viaje a Stuttgart puso mi sueño al alcance de la mano».

Sungyoon Cho

Ain Na:

es la participante más joven de «Turbo for Dreams»: Ain Na lleva la danza en la sangre, puesto que su madre ya estudió danza moderna. Ella aún estudia en la escuela secundaria CheongJu SolGang y, con solo 12 años, intenta sentar las bases para su futura carrera en el ballet.

La participante más joven del proyecto, Ain Na, tiene 12 años y llegó al ballet a través de TikTok. En este tipo de plataformas, los vídeos de danza llegan a millones de personas y multiplican el atractivo de esta disciplina. En Corea del Sur, esto está atrayendo a un público nuevo y joven. «El ballet no es un género muy extendido allí», explica Hyemin Kim. «Mucha gente lo conoce más por las redes sociales o los programas de talentos en televisión que a través de representaciones en directo». Hace tres años y medio, Ain Na tomó la decisión de convertirse en bailarina profesional. Asistir a la Escuela John Cranko era un sueño inalcanzable para ella... hasta ahora. Además de actuaciones, sesiones fotográficas y entrenamientos, los participantes también tenían en su agenda una semana de escuela de verano en la prestigiosa institución. Allí se congregaron 160 niños de 25 nacionalidades, todos con el mismo sueño: bailar un solo en primera fila en el escenario. 

Máxima dedicación

Pero para dar el salto de bailarín de conjunto a solista se requiere algo más que talento.

Se necesitan años de crecimiento artístico y la capacidad de asumir responsabilidades. Los momentos brillantes no llegan por arte de magia, y nunca lo hacen en solitario. El verdadero arte surge cuando el conjunto se mueve armónicamente como si fuera un solo organismo. Para aprender esta habilidad, el bailarín Sungyoon Cho lo ha dado todo durante tres años. «El viaje a Stuttgart puso mi sueño al alcance de la mano», afirma tras volver a casa. «Ahora no me quiero contentar con ser bailarín: quiero ser artista». Para ello, ha decidido estudiar en casa y se ha mudado de Ulsan, su ciudad natal, a Seúl, donde vive su abuela. Ese sueño es su motivación, y el escenario lo es todo para él. 

Exitoso viaje de aprendizaje:

los estudiantes han logrado avances notables en solo unas semanas gracias a los cursos magistrales en Alemania y al programa de cursos de verano de la Escuela John Cranko. El punto culminante fue una actuación propia ante el público de Stuttgart.

La visita a Alemania fue uno de los momentos álgidos de su carrera hasta la fecha. Ese es precisamente el objetivo de «Turbo for Dreams»: abrir nuevas perspectivas a los jóvenes a través del intercambio cultural y darles la oportunidad de trabajar con las estrellas del panorama artístico. Tras regresar a casa, los becarios coinciden en que ahora están mucho más cerca de su objetivo. 

Turbo for Dreams 

Porsche mantiene un compromiso con la sociedad desde hace muchos años. Con motivo del décimo aniversario de Porsche Corea, la campaña local «Porsche Do Dream» se amplió en 2024 a un total de diez programas en diferentes ámbitos, como la educación, el deporte, el arte y la cultura, además del medioambiente y los asuntos sociales. El proyecto «Turbo for Dreams» promueve, entre otras cosas, el ballet. En él, se apoya a jóvenes con talento que provienen de entornos sociales o económicos difíciles.

Mirijam Pelikan
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