Icon: ADN de competición

Los detalles familiares del puesto de conducción de Porsche llevan más de siete décadas tendiendo un puente entre épocas. Es el caso, por ejemplo, de los instrumentos redondos y, en particular, del cuentarrevoluciones situado en el centro, que es la constante en el campo de visión de un sinfín de conductores de los modelos de la marca. Y, como tantos otros desarrollos del fabricante de deportivos, este también tiene su origen en la competición, concretamente en el primer Porsche diseñado específicamente para las carreras: el 550 Spyder, presentado en 1953.

   

Retrospectiva, noviembre de 1953: Hans Herrmann y Karl Kling participan con dos 550 Spyder en la Carrera Panamericana, una carrera pública que se celebra en México. La velocidad exacta es un aspecto secundario para los pilotos, ya que siempre conducen lo más rápido posible. Sin embargo, el régimen del motor sí reviste una importancia vital, ya que es decisivo para el buen funcionamiento mecánico y para encontrar el punto perfecto para el cambio de marcha. Por eso, Porsche decidió situar el cuentarrevoluciones en el centro de los instrumentos redondos en el 550 Spyder. De esta manera, los pilotos hacían un seguimiento permanente de las revoluciones de forma intuitiva. En el 550, tenían una pantalla con marco cromado que mostraba marcas de 0 a 80 en números verde claro sobre fondo negro. Las abreviaturas UPM y RPM x 100 transformaban los valores abstractos en fuegos artificiales reales: entre 4000 y 6000 revoluciones, la aguja blanca del instrumento se disparaba hacia una zona sombreada en verde. Por encima de ese punto, la aguja se salía de la zona de confort del motor bóxer, y la zona roja advertía de que había que moderar la velocidad de giro. El nuevo diseño del puesto de conducción demostró su eficacia: aunque ese año no fue suficiente para ganar, solo un año después Hans Herrmann se proclamaba ganador de su categoría en la Panamericana con el 550 Spyder y tercero en la clasificación general. Gracias también al cuentarrevoluciones, conducía cuidando el material y al mismo tiempo con el máximo rendimiento.

De la competición a la carretera: en 1955, el instrumento centralizado conquistó el nuevo 356 A. Cuando debutó el 911 en 1963 (aún con la denominación 901), el cuentarrevoluciones central ya formaba parte del ADN de Porsche. Si el 550, el 356 y el primer 912 aún tenían tres instrumentos redondos, en el 911 su número aumentó a cinco. Más tarde, los modelos de motor central 914, Boxster y Cayman retomarían la tríada en homenaje al 550, también diseñado con motor central. Solo los modelos transaxle 924, 944, 968 y 928, así como el primer Cayenne, siguieron un camino diferente, con un puesto de conducción caracterizado por la igualdad entre el velocímetro y el cuentarrevoluciones.

Con la digitalización, el cuentarrevoluciones ha mantenido su posición de privilegio. Siempre en el centro, en él también se puede leer la velocidad y, desde entonces, esta información combinada es ya algo intuitivo y natural para los conductores de Porsche. A pesar de todo, la arquitectura de los instrumentos redondos no ha perdido ni un ápice de claridad, y en el 911 actual se fusiona a modo de pantalla con el puesto de conducción de la era moderna en perfecta armonía entre forma y función. Así, el espíritu del 550 se encuentra tanto en el 911 como en los modelos eléctricos. El ejemplo más reciente es el Cayenne cien por cien eléctrico. Situado en el centro del nuevo puesto de conducción, en lugar del cuentarrevoluciones está el medidor de potencia redondo, que forma parte de un cuadro de instrumentos OLED completamente digital en el que, por supuesto, también se pueden visualizar los emblemáticos instrumentos redondos. A pesar de todas las innovaciones, son una constante tradicional en el puesto de conducción de Porsche, desde el 550 Spyder hasta el Cayenne Electric. 

Thomas Fuths
Thomas Fuths