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La historia del arco Targa se basa en la amplitud de miras técnicas, la innovación estilística y una respuesta audaz a los nuevos retos del sector automovilístico.

   

Durante la fase de desarrollo del Porsche 901 —el futuro 911— ya quedó claro que también habría una versión descapotable, además del coupé. En 1962, representantes de Porsche, de la fábrica de carrocerías Reutter y de Karmann estudiaron los diferentes enfoques. Había tres variantes sobre la mesa: una capota de tela clásica, una versión roadster con un marco reducido y un descapotable con arco de seguridad fijo. 

Esta última se reveló como la más convincente desde el punto de vista técnico. Aunque el proyecto se paralizó inicialmente por motivos de capacidad, la idea básica ya estaba ahí. A mediados de los años sesenta, cuando se implantaron en Estados Unidos normas más estrictas para los descapotables, Porsche pudo reaccionar con una solución que ya tenía guardada en el cajón: un descapotable seguro, con arco de seguridad fijo. En 1965 se estrenó el 911 Targa en el Salón Internacional del Automóvil de Fráncfort, y a partir del año de fabricación 1967 también está disponible el 912 Targa. El arco de acero con un revestimiento de acero inoxidable cepillado ofrecía seguridad estructural sin limitar el disfrute de la conducción al aire libre. Una pieza de techo desmontable sobre los asientos delanteros y una luneta trasera de plástico que se podía plegar con una cremallera dieron paso a un nuevo nivel de flexibilidad. Porsche ofrecía cuatro configuraciones, dependiendo de si el techo estaba desmontado o puesto y de si la luneta trasera estaba abierta o cerrada. «Ahora existe un automóvil que combina la libertad del descapotable con la seguridad de un coupé», afirmaba el eslogan publicitario de la empresa.

El nombre hace referencia a la Targa Florio, la legendaria carrera de Sicilia que estuvo ligada durante años a grandes éxitos de Porsche. El director de ventas de entonces, Harald Wagner, fue quien propuso el nombre «Targa» y sentó así las bases de una nueva línea de modelos. Bajo la batuta del diseñador Ferdinand Alexander Porsche, el arco Targa se convirtió en la expresión visible de la combinación de funcionalidad y forma tan típica de Porsche, además de un auténtico emblema de la marca.

El mismo principio se trasladó a modelos posteriores como el 914 o el Carrera GT. También sirvió de inspiración para otras marcas de automóviles, que implantaron un nuevo tipo de conducción abierta, segura y apta para el uso diario independientemente de las condiciones climatológicas. Desde su estreno, el Targa ha acompañado a todas las generaciones del 911. En 1969, la luneta trasera flexible se sustituyó por un cristal panorámico fijo, pero el principio básico se mantuvo inalterado en las tres primeras generaciones del 911: arco de seguridad fijo y techo plegable extraíble. En 1995 llegó un cambio técnico y estilístico con la generación 993. En lugar de un arco transversal, se introdujo un techo de cristal con vigas longitudinales, más cercano al coupé, pero inconfundiblemente Targa.

Con la séptima generación del 911 (991), el arco de seguridad Targa regresó en el año 2014. La luneta trasera continua, sin pilar C, y el arco de seguridad rememoraban el concepto original de 1965. La silueta clásica se combinó con la tecnología moderna, y se aplicó un sistema de techo completamente eléctrico. La coreografía del imponente cristal y el arco es impresionante: ambos se abren y cierran con solo pulsar un botón que hace desaparecer la capota detrás de los asientos traseros.

Carácter abierto con sustancia, deportividad con estilo: el Targa encarna el arte de la ingeniería y es un hito en la historia del diseño, un trocito de emoción sobre ruedas. 

Thomas Ammann
Thomas Ammann