Regreso al futuro

Cuando Henk Spin compró un 356 A Coupé para restaurarlo, no sospechaba que aquel coche no era un clásico de serie, sino una pieza única que salió de fábrica llena de peticiones personales de su primer propietario. Diez años después, el clásico de 1958 vuelve a brillar con su color especial blanco porcelana y destaca por sus numerosos extras inusuales.

  

Los pocos transeúntes que se han aventurado a salir en un desapacible día gris de la costa neerlandesa del mar del Norte reciben su recompensa. El viento azota, las temperaturas caen en picado... En realidad, no es un buen día para dar un paseo, pero de repente se oye el sonido característico de un Porsche 356 A Coupé. Entonces, el clásico en blanco porcelana pasa por el mercado de Korenmarkt en Hoorn, una pequeña localidad al norte de Ámsterdam, y hace una parada en uno de los muchos canales, que no tienen nada que envidiar a los de la famosa capital. En cuanto Henk Spin apaga el motor, los primeros paseantes ya echan mano a su teléfono. Un 356 no se ve todos los días, y mucho menos en ese estado, pero nadie sospecha que precisamente ese deportivo no solo es extremadamente raro, sino también realmente único.

Spin, de 65 años y directivo jubilado de la industria aeronáutica, disfruta ostensiblemente sacando de vez en cuando su clásico del garaje para experimentar la conducción purista. Y es que el 356 es un auténtico testigo rodante de su tiempo, una pieza única plagada de peticiones especiales que proviene de una época en la que Porsche aún no tenía un departamento oficial específico de personalización. Para Spin, el coche también significa tiempo de vida. El neerlandés ha invertido más de 3000 horas de trabajo en restaurarlo y le ha dedicado más de diez años en su taller. En principio, tenía otros planes. «Me compré el coche porque quería restaurar un 356 clásico de los años cincuenta», explica Henk Spin. «Sin embargo, cuando empecé a trabajar en él, me di cuenta de que había muchas cosas que no cuadraban».

Lista de deseos:

Interruptores basculantes, reloj Junghans, sistema telefónico... Nada de eso se fabricaba en serie allá por 1958.

Ansioso por llegar al fondo del asunto, Spin viajó en 2008 a Stuttgart para consultar el archivo de Porsche y, con la ayuda de los expertos, encontró una pista decisiva. «En los documentos originales del fabricante de carrocerías Reutter, que era el responsable en aquel momento de esa parte del vehículo, había algo taquigrafiado que nadie conseguía descifrar». Por suerte, la cuñada de Spin había aprendido taquigrafía en la escuela y dio con la clave: «Reinhard Schmidt, Hannover». Los expertos de Stuttgart le explicaron rápidamente a Spin que eso significaba que el 356 era uno de los ocho denominados «coches Schmidt», todos ellos piezas únicas creadas por Porsche en los años cincuenta y sesenta a petición de Reinhard Schmidt, con una lista de deseos especiales que supera cualquier límite imaginable. La visita al archivo supuso el comienzo de una aventura que fascinaría a Spin durante años.

¿Pero quién era Reinhard Schmidt? ¿Y por qué ese nombre causaba por sí solo tanto revuelo en los documentos oficiales de los vehículos? Schmidt trabajó en la década de 1950 para el proveedor de componentes para automóviles ATE. Sin embargo, también se consideraba ingeniero experimental y, por interés más o menos personal, se dedicaba a probar vehículos, piezas de motor y nuevos diseños, algunos de ellos propios. Gracias a su trabajo en ATE, mantuvo buenas relaciones con Volkswagen y Porsche y, según él mismo afirmaba, poseía más de veinte Volkswagen Escarabajo, ocho modelos Porsche y diversas patentes en el sector automovilístico. A petición suya, se produjeron de fábrica ocho vehículos Porsche que se adelantaron a su tiempo, coches deportivos con numerosos extras fuera de lo común que parecen casi irreales. Uno de ellos fue el 356 A Coupé que Henk Spin conduce ahora por el dique hacia el garaje.

Restaurador y coleccionista:

En la estantería del despacho de Henk Spin hay una colección casi completa de Christophorus.

«Muchas de las cosas que se ven en el coche se fabricaron en serie en Porsche años después».

Henk Spin

Los documentos oficiales así lo atestiguan: se hace entrega del coche con el número de chasis 102324 a Reinhard Schmidt el 1 de febrero de 1958 mediante venta directa en fábrica. Entonces como ahora, en la parte trasera había un motor de 75 CV del 356 1600 Super que alcanzaba una velocidad punta de 170 km/h. Ese mismo año, en el número 32 de Christophorus apareció un artículo sobre uno de los muchos extras: «Hace poco, un cliente vino a la fábrica y se instaló un teléfono en el Porsche para hacer llamadas a sus contactos comerciales durante el viaje a casa (...)», dice. Añade que eso también es posible en Alemania, pero que se debe contar con un sobrecoste a partir de 5000 marcos alemanes. «El servicio de correos asigna una onda propia, ya que este teléfono funciona de forma inalámbrica», se lee más adelante. «Sí, uno tiene derecho a poseer su propia “onda telefónica” incluso como particular. En los diversos instrumentos especiales del salpicadero se puede ver que el coche está equipado con muchos accesorios (...)». Por divertido que pueda sonar este texto casi 70 años después, lo cierto es que relata cosas sorprendentes: solo por el sistema telefónico, Schmidt estaba dispuesto a pagar un sobrecoste equivalente a casi la mitad del precio del coche nuevo. Y ese era solo uno —el más caro— de los muchos extras que pedía.

Vehículo de ensueño:

Revestimientos de las puertas en rojo Acella, combinación de asientos en napa blanca, alfombras en beis jaspeado... El propio Reinhard Schmidt lo ideó todo en su día. Casi 50 años después, Henk Spin empezó a restablecer su estado original.

Henk Spin aparca el 356 en su taller a las afueras de la ciudad. Junto a él, delante de la puerta hay un Macan de 2018 y un Cayman S de 2006, ambos en blanco, y el próximo proyecto de restauración espera su turno subido a la plataforma, un 911 T (de 1972). En casa también tiene un 911 Carrera S Cabriolet (991). Todo ello delata una gran pasión que se percibe en el taller. Spin ha pintado incluso sus herramientas de color rojo Porsche clásico, y en la pared hay colgadas fotografías de sus participaciones en rallies. Arriba, en el primer piso, una pared hace gala de un sinfín de carteles históricos de carreras y otra exhibe unas cien tarjetas con autógrafos de pilotos. Hay un claro predominio de Porsche, y aquí está inmortalizado incluso el antiguo piloto y redactor jefe de Christophorus Richard von Frankenberg. La oficina está presidida por dos estanterías llenas de libros de automóviles, otros objetos de culto de Porsche y una colección casi completa de Christophorus en la que solo faltan tres números. Pero no hay tiempo para admirar todo eso, puesto que el protagonista espera abajo.

«Cuando descargaron en mi puerta el coche que había comprado a un restaurador del estado de Arizona, tenía peor aspecto de lo que yo me temía», relata Spin. «Solo en la carrocería, tuve que renovarlo casi todo, y también necesité la ayuda de expertos para el resto de los componentes». Chasis, motor, electrónica, tapicería... Spin tuvo que encontrar un especialista para cada una de las piezas. Porsche Classic proporcionó muchas de ellas, como el morro nuevo. «Tuve que aprender a ser paciente. Tardé casi cuatro años en reunir todas las piezas de la carrocería. Entonces, empecé a encajar el rompecabezas». Y, poco a poco, el 356 recobró su estado original según se describe en el certificado de entrega de la fábrica de carrocerías Reutter & Co de Stuttgart a Porsche en enero de 1958: pintado en el color especial blanco porcelana; paneles de las puertas, salpicadero y respaldos en cuero sintético, veteado antiguo, rojo Acella; combinación de asientos en napa blanca; molduras de las ventanas pintadas en rojo; botones en beis claro; alfombra en beis jaspeado; interruptor de intermitentes y volante en beis; sistemas eléctricos y antenas con diseño especial. Para la producción en Reutter se destinaron unas cinco semanas más que a un vehículo de serie.

No obstante, el «coche Schmidt» es un rompecabezas muy especial, por lo que Spin, además de adquirir piezas de automóvil clásicas, tuvo que realizar toda una labor detectivesca. El neerlandés señala dos archivadores repletos de fotos históricas, artículos, historiales de correo electrónico con empleados del archivo y copias de documentos originales. «Gracias a la ayuda de los expertos y a todos los documentos, con los años he podido acercarme al estado original del vehículo», afirma. Hoy en día se pueden admirar de nuevo todos los extras y los instrumentos personalizados. Las características más visibles son, además de los colores especiales blanco porcelana y rojo Acella, el sistema telefónico Lorenz con una antena de 50 centímetros, la radio Blaupunkt Köln n.º S 914.551 y la matrícula roja original como réplica, que identifica el coche como vehículo de prueba. «Hace falta mucha paciencia para encontrar exactamente el teléfono o la radio adecuados», explica Spin. «No hay que olvidar que se fabricaron hace casi 70 años».

Todo personalizado:

Instrumentos redondos adicionales, caja de herramientas bajo el asiento del acompañante e iluminación del compartimento del motor.

Pero las peticiones especiales de Reinhard Schmidt iban más allá. Estos eran otros extras a bordo: iluminación del motor y del maletero; una luz de alarma que se activa mediante un interruptor basculante a la izquierda del velocímetro; un velocímetro del 356 Carrera; un cuentarrevoluciones del 356 1600 Super; a la izquierda de él, un reloj Junghans que también se instaló en 1959 en el coche de rally 356 A 1600 GS Carrera GT; una caja de herramientas debajo del asiento plegable del acompañante; todos los interruptores con diseño basculante; una luz de rally móvil; interruptor de intermitentes a la derecha del volante; altavoz en el revestimiento de la puerta; luces de marcha atrás y una bomba eléctrica para el líquido de los limpiaparabrisas en lugar del pedal típico de la época. Además, en un cartel amarillo en la parte trasera y delantera se puede leer la inscripción «Versuchswagen 145» («Coche de pruebas 145»). Todo como hace casi 70 años, todo reconstruido por Henk Spin.

«Muchas de las cosas que se ven en el coche se fabricaron en serie en Porsche años después», explica. «En cierto modo, los “coches Schmidt“ eran todos ellos coches del futuro». Cuando lo dice, a Henk Spin se le dibuja una sonrisa. Saber que este vehículo es realmente único en el mundo es, sin duda, algo muy especial. Sobre todo, cuando uno le ha dedicado diez años a su restauración y ha conseguido devolverle la vida a un trocito de historia con la habilidad necesaria, toda la pasión... y un poco de suerte. «Puede que haya gente que considere todo esto como un capricho injustificable desde el punto de vista económico», concluye Christophorus en su artículo de 1958, «pero el placer de la perfección técnica es una forma nada desdeñable de experimentar la felicidad personal». 

Matthias Kriegel
Matthias Kriegel