Plan B
El sueño de ser culturista profesional se truncó bajo la carga de unas pesas, pero Markus Flossmann tuvo una nueva idea. Actualmente es copropietario de una exitosa marca global de bicicletas y disfruta de su pasión por Porsche, que se extiende a la bicicleta eléctrica de montaña.

A medida:
Markus Flossmann ha diseñado su hogar él mismo. En la cocina dominan los materiales nobles como el mármol, mientras que en el gimnasio destaca el propio Flossmann.Todo irradia simbolismo en esta construcción excepcional. Cada espacio, cada detalle. Todo cuenta cosas sobre él, sobre su vida y sus sueños.
La pequeña estatua junto a la escalera, por ejemplo, es una representación tallada de una cabra. Utilizó el nombre de esta especie, Capra, también para una de sus primeras bicicletas de Enduro que contribuyó decisivamente al éxito de su marca. Con ella llevó a otro nivel la publicidad de bicis de montaña al encargar la producción de clips de YouTube en forma de cortometrajes de suspense con estrellas de Hollywood. Naturalmente, el garaje también es un símbolo, en este caso de su pasión por los coches, pero también de su éxito. Tres de sus cuatro modelos Porsche brillan junto a otros vehículos de ensueño iluminados por poderosas lámparas de diseño. Sin embargo, su primer Porsche está en su despacho, un 911 Turbo 3.3. Cuando solo tenía cinco años, le regalaron por Navidad la maqueta a escala 1:54. Eso marcó el inicio de su pasión. Toda la casa es como un álbum de fotos que se puede recorrer, y Markus Flossmann, de 49 años, es el protagonista.


En una soleada mañana de lunes, está en el gimnasio de su casa y se abrocha un cinturón de entrenamiento con una cadena que arrastra 120 kilos de hierro. Se trata de una estructura especial para desplazar el peso hacia las caderas al hacer sentadillas. Cuando tenía 21 años y se estaba preparando para campeonatos de culturismo, se rompió dos discos intervertebrales en un entrenamiento con pesas. Esa lesión fue el big bang de su historia.
Probablemente la palabra «gimnasio» no hace justicia a un espacio tan gigantesco. Es más bien un pabellón. Se ve un auténtico ejército de máquinas de entrenamiento pegadas unas a otras. ¿Cuántas? «Todo lo que hace falta», ríe Flossmann. Detrás está la zona de boxeo. El frontal acristalado permite divisar el majestuoso paisaje de la Suiza francona, desde cuyas colinas surge justo ahora la espectacular bruma matinal. Hoy, Flossmann ha hecho hueco en su agenda para la visita de Christophorus. Más tarde va a salir en bici. El entrenamiento de fuerza es su rutina diaria. Se arrodilla y lucha contra la resistencia de los 120 kilos para volver a levantarse. Ese ejercicio es posible gracias al cinturón, que evita sobrecargar sus maltrechos discos intervertebrales. La mirada de Flossmann revela máxima concentración. «El culturismo es autodisciplina», afirma después mientras se desabrocha el cinturón: «A nivel de competición, exige un compromiso las 24 horas del día, los siete días de la semana».

Se inició en el culturismo cuando tenía 13 años y soñaba con ser profesional, así que se lo jugó todo a una carta. «Empecé mi formación en una oficina de comunicación solo para contentar a mi madre», relata Flossmann. Se ríe brevemente. «Y porque había un gimnasio cerca de la empresa». Al salir de trabajar iba directamente a entrenar. A los 20 años, Flossmann se proclamó campeón de Alemania, pero después un movimiento en falso en una sentadilla lo estropeó todo. El peso del hierro le aplastó dos discos intervertebrales. Fue como si una bola de demolición hubiera echado por tierra su vida entera. El diagnóstico brutal llevó a Flossmann a caer en una crisis, porque era imposible seguir con el culturismo. Por recomendación de su médico empezó a practicar la bici de montaña para llenar aquel gran hueco en su vida.

Entrenamiento todoterreno:
Markus Flossmann, en su elemento.«También es un deporte que lo exige todo de ti», constata. Un día, después de una ruta, Flossmann se acercó con unos amigos a una pista de dirt biking. Las instalaciones accidentadas les ofrecen a los ciclistas la oportunidad de hacer saltos espectaculares. Flossmann observaba fascinado a dos adolescentes que hacían con la bici una acrobacia espectacular tras otra. Sus bicis viejas y desvencijadas contrastaban con lo atrevido de sus maniobras. Flossmann les preguntó porque no tenían una dirt bike en condiciones. Se trata de una bici de montaña con un cuadro algo más pequeño que está pensada para hacer esos saltos increíbles. Le respondieron que eran demasiado caras.
«Pensé que no tenía sentido que los chavales no se pudieran permitir una buena bicicleta», relata Flossmann, ahora apoyado en la encimera de la cocina con una taza de café en la mano. Deja vagar la mirada por la terraza con piscina hasta el flanco de la montaña que se ve al otro lado. Flossmann toma un sorbo de la taza. En la mano con que la sostiene se puede leer tatuado «Good Times».

La empresa de bicicletas de montaña que fundó en 2008 tras aquel encuentro en la pista de dirt biking se llama YT Industries. El acrónimo se refiere a Young Talent. Su historia daría para un libro, pero se podría resumir así: Flossmann voló a Taiwan para reunirse con fabricantes de cuadros de bicicleta. Poco después, fabricó por sí mismo en el garaje de su suegra las primeras 150 dirt bikes. Un amigo se encargó de programar el sitio web para la venta directa. Entonces, una revista especializada eligió su modelo como la mejor opción en cuanto a relación calidad-precio. Lo que vino después jamás le habría parecido posible ni al propio Flossmann. La empresa experimentó un crecimiento vertiginoso. En la actualidad, YT Industries tiene más de 200 empleados. Sus bicicletas se utilizan con éxito en los mundiales de Downhill y Enduro, mientras que YT es una de las marcas más prestigiosas del panorama. ¿Cómo se consigue este éxito?
Hace unos años, Flossmann encargó que le hicieran un perfil HBDI, es decir, un análisis de la personalidad que proporciona información sobre lo que motiva e impulsa a una persona.
El resultado fue que no es capaz de hacer nada a la perfección, pero sí hace muchas cosas muy bien. Según la evaluación, su creatividad está basada en la lógica. Flossmann vive las cosas con pasión y sabe intuir exactamente lo que quieren los destinatarios. ¿Bicis de montaña asequibles? Sí, pero sin la imagen de algo barato o de poco valor. «Estás vendiendo un estilo de vida», explica. «Al principio todos se reían de mí y me decían que una marca no puede ser a la vez barata y de culto».
Pues eso es exactamente lo que ha conseguido Flossmann aunque, naturalmente, la máxima calidad tiene su precio. Es un maestro a la hora de transmitir emociones. Para llamar la atención con los clips publicitarios de las nuevas bicis, contrató incluso a estrellas de Hollywood como Mads Mikkelsen y Christopher Walken. Para la fiesta de Navidad de la empresa, Flossmann encargó una réplica del traje de Iron Man fiel al original y con las funciones especiales incluidas. El lema de la fiesta era «Superhéroes». Sin embargo, su superpoder es la normalidad, aunque la exclusividad que le rodea pudiera sugerir lo contrario. Flossmann es un deportista. La oportunidad pasó por delante de él como una cuerda de escalada y supo aprovecharla. Esa es la historia.
«¿Por qué la bici de montaña? Porque me hace feliz.»
Markus Flossmann
Estamos a primera hora de la tarde. El sol ya ha calentado el aire hasta una temperatura agradable, ideal para salir en bici. Flossmann abre la puerta del garaje. Por supuesto, él está acostumbrado a verlo, pero su parque móvil le vuelve a dibujar una sonrisa de felicidad en los labios también esta vez. Se va directamente a sus dos predilectos, un Porsche Carrera GT de 2004 y un 918 Spyder de 2015, es decir, dos de los Porsche más espectaculares reunidos en un mismo garaje. Uno junto al otro. Sería una imagen exclusiva hasta en los círculos de coleccionistas. «Son sencillamente dos modelos excepcionales», afirma Flossmann. «Y a la vez son muy distintos: para mí, el 918 Spyder es el superdeportivo perfecto, mientras que el Carrera GT, con su embrague de competición y el cambio manual, tiene un carácter totalmente distinto y transmite una sensación de coche de carreras en estado puro».

Un dúo de ensueño:
dos de los superdeportivos más espectaculares, reunidos en el garaje de Markus Flossmann. Del 918 Spyder (izq.) solo se han producido 918 ejemplares y del Carrera GT (dcha.), 1270 unidades.La bici está delante junto a las motocicletas. Se trata de una Decoy SN, la última evolución de la línea de bicicletas eléctricas de YT. En la zona de los pedales, casi invisible, está alojada la unidad motriz Ride 60 de Fazua. Desde hace dos años, Fazua forma parte de la recién fundada Porsche eBike Performance GmbH. La empresa del sur de Alemania está considerada pionera en el desarrollo de sistemas de propulsión ligeros y compactos. «El motor va alojado en un lugar discreto en el cuadro y propulsa al ciclista cuando es necesario. No obstante, se percibe en todo momento la sensación de una bici de montaña real», describe Flossmann con entusiasmo ese sistema de propulsión. Así se cierra el círculo que llevó a este empresario desde la maqueta negra a escala 1:54 de su despacho hasta la bici de montaña de la marca fundada por él.
Para Flossmann, el tiempo es un recurso escaso. Es el gerente y sus jornadas laborales son largas. No obstante, hace una ruta en bicicleta varias veces a la semana. Tras 20 minutos en el Cayenne Turbo GT, se baja del coche. Cerca de Forchheim, en su lugar de entrenamiento habitual, hay un pequeño monte perfecto para practicar Downhill.

Máximo espíritu deportivo:
en el Cayenne Turbo GT, Flossmann transporta a su lugar de entrenamiento habitual la nueva bicicleta de YT Industries, la Decoy SN. El motor Ride 60 instalado en el cuadro está producido por Fazua, una marca del Grupo Porsche.Flossmann ya lleva puesta su ropa de montar en bici: pantalón oscuro, camiseta gris, casco de Enduro y gafas con cristales transparentes. Entonces se pone en marcha y las hojas crujen bajo las ruedas. Una y otra vez, el sol reluce a través de las copas de los árboles. Solo un zumbido discreto del motor y el sonido de la respiración rompen un silencio absoluto. El descenso es una sucesión espectacular de saltos y curvas. Flossmann exhibe su talento, y hombre y máquina forman una simbiosis perfecta.

Entrenamiento habitual:
tras el manillar, llega el volante. Al atardecer, después de su ruta en bici eléctrica (arriba), Markus Flossmann da una vuelta en el 918 Spyder (abajo).
Cuando Flossmann vuelve al aparcamiento, el sol ya está bajo. Parece agotado y a la vez descansado. ¿Por qué la bici de montaña? «Porque me hace feliz», es su respuesta, a la vez sencilla y hermosa. Justo cuando se dispone a añadir algo, una mariquita (un símbolo de felicidad) aterriza en la llanta. Parece preparado, pero ha sido mera casualidad. Otra se posa en el neumático, una tercera en el pantalón. Se las oye zumbar a su alrededor: se ha formado un auténtico enjambre. Markus Flossmann se detiene y contempla el pequeño espectáculo. «El rojo va perfecto con el color del cuadro», afirma entusiasmado. «Quizá encargue que me pinten una mariquita en la bici».