En pleno florecer
El Moonstone (Piedra de Luna) es uno de los colores de pintura para coches más inusuales de Porsche. El coleccionista estadounidense Justin Roeser está tan fascinado por él que lleva años en busca de los orígenes rastreando ejemplares con esa pintura por todo el mundo. Christophorus le acompaña en su viaje a los inicios.

Revela misterios sobre su pasado, cambia a menudo de apariencia, es polarizado e incluso tiene distintos nombres. Además, aparece casi a diario en los sueños del coleccionista de Porsche Justin Roeser, de San Antonio (Texas). El color de Porsche que lleva muchos años dando alas a la fantasía de Roeser se llama «Flieder» en alemán o «Moonstone» en inglés.
Lo especial es que en todo el mundo solo se produjeron en este color 223 ejemplares de las gamas 911 (serie G), 924 y 928 en los años 1979 y 1980. Por tanto, este tono tornasolado es uno de los colores exteriores más inusuales en un Porsche. Su secreto radica en que a veces se ve blanco, a veces lila y a veces rosa, según la luz y el tiempo que haga.
Pues bien, Roeser posee no uno ni dos, sino tres de estos raros ejemplares, concretamente un 924, un 911 SC Targa (serie G) y un recién llegado, «Oli», uno de la reducida nómina de nueve Porsche 928 fabricados en su día en ese color. El Moonstone ya es mucho más que un color para él. La búsqueda de este tono cromático es un gran estímulo en su vida, ya que este coleccionista de 45 años ha convertido en su pasión la composición de las piezas del rompecabezas, la investigación de cada uno de los modelos y la pregunta por el origen. Un viaje lleno de aventuras que a veces son tan mágicas como el propio color y que le conducen hacia Stuttgart-Zuffenhausen.
Amor a segunda vista
Roeser descubrió por primera vez un deportivo Porsche de ese color en un anuncio que vio en 2018. Se ofrecía un 911 Turbo (930) de 1979 que despertó su entusiasmo. Roeser acudió al concesionario de Connecticut que tenía a la venta el vehículo. «No había visto nunca aquel color, y me recordó de inmediato a unos caramelos masticables de color lila que me encantaban de pequeño», recuerda. «No obstante, al principio el Turbo solo era un sueño».
«No eres tú quien encuentra al vehículo, sino él quien te encuentra a ti.»
Justin Roeser

Búsqueda continua:
Justin Roeser tiene una conexión muy especial con el color Moonstone de Porsche. A sus 45 años, rastrea los distintos modelos por todo el mundo.Poco después recibió una oferta de un 928 de Alemania, pero la rechazó en un primer momento. En aquel instante todavía no estaba interesado en un modelo con cambio automático, así que se propuso encontrar otro coche en color Moonstone. En 2020, se levantó un día por la mañana y vio en Instagram la publicación de un concesionario alemán que ofrecía un 924 justo en ese color. Roeser contactó con ellos de inmediato y compró el coche sin verlo. Así, el 924 se convirtió en la primera pieza del rompecabezas de su colección, pero no era ni mucho menos la más rara. Del total de 223 vehículos en esa peculiar tonalidad, 196 ejemplares pertenecen a la gama 924.
Dos años después, Justin Roeser encontró un pequeño anuncio por palabras en Alemania que ofrecía un 911 SC Targa en color Moonstone que se había usado en América. Entonces volvió al ataque, sobre todo también porque parecía uno de los primeros modelos que se hicieron en su color preferido. En efecto, el coche era de 1977, cuando aún no se trataba de una pintura estándar, sino de un deseo especial. A esto se añadía el hecho de que un 911 así era mucho más raro que un 924, puesto que en su día solo salieron de fábrica 18 unidades. El rompecabezas se iba resolviendo, y dos de los tres modelos Moonstone existentes estaban en el garaje de Roeser.
Sin embargo, su búsqueda aún distaba mucho de acabar, ya que a principios de 2023 se volvió a cruzar en su camino el 928 automático. Roeser, que ya había convertido en su profesión el hobby de encontrar vehículos interesantes, estaba buscando para un cliente el modelo especial de edición limitada «30 Jahre 911». Para conseguir ese 911 conmemorativo se puso en contacto con un mecánico en Alemania y le pidió que le avisara también si encontraba el 928 en color Moonstone que descubrió en su momento. Al poco tiempo, el mecánico le llamó para decirle que conocía tanto al vehículo como a su dueño. A veces también es muy fuerte el amor a segunda vista, así que Roeser se hizo con él al instante. Por fin, incorporó a su colección la tercera pieza del rompecabezas, uno de los solo nueve 928 que existen en ese color tornasolado.

Gemelos de color:
la primera pieza en la colección de Justin Roeser fue un 924 en ese tono tornasolado (izq.). A él se unió un 911 SC Targa (dcha.) en este raro color que en inglés se conoce como «Moonstone».Tras la pista del origen
Casi año y medio después, en agosto de 2024, Roeser viajó a la cuenca del Ruhr en Alemania para recoger a «Oli», como ha bautizado a su nueva adquisición. «No eres tú quien encuentra al vehículo, sino él quien te encuentra a ti», sentencia Roeser. No le gusta dejar las cosas al azar, así que también eligió conscientemente el nombre de «Oli». Por un lado, el anterior dueño del 928 se llamaba Oliver y, por otra parte, pensó en Oliver Stone, el cineasta ganador de tres Oscars, cuyo apellido le recuerda a la palabra «Moonstone».
Puesto que realmente quería saberlo todo sobre ese color tan inusual, Roeser emprendió directamente con Oli su primer gran viaje, 10 000 kilómetros de un extremo a otro de Europa. «Todos me tienen por un friki», se ríe de sí mismo Roeser, que antes trabajaba en la industria naviera. «Pero ese color simplemente me hace sentir bien. Creo que la búsqueda es apasionante por sí misma, y me estimula encontrarme una y otra vez con nuevas historias». Como si fuera un periodista detrás de un gran artículo.

Conseguido:
en Stuttgart, Roeser visitó a la diseñadora Vlasta Hatter, que creó su color favorito.La primera parada de Roeser después de recoger el 928 fue el Museo Porsche en Stuttgart-Zuffenhausen. Allí le esperaba Vlasta Hatter para hacer juntos un viaje al pasado. En la década de 1970, la diseñadora formaba parte del equipo de Porsche que creó el color exterior Moonstone. Hatter también creó un icono del diseño con el patrón de asiento Pascha en blanco y negro, que recuerda al movimiento de la bandera de meta en las carreras automovilísticas.
Roeser acudió entusiasmado. Había inventado un sinfín de teorías peregrinas y las había debatido con sus amigos para esclarecer la forma en que Porsche ideó en su día un color tan especial. Al principio, lo único que realmente sabía de él es que se llamaba «Moonstone» e ignoraba que el color se llama «Flieder» en alemán. Ahora tenía la oportunidad de preguntarle directamente a la elegante dama vestida en blanco y negro.
«La inspiración provino de las lilas que brotan en mayo por todas partes», le explicó Vlasta Hatter. «Ofrece diversos tonos cromáticos y, después de hacer varias muestras, nos decidimos por este tono claro». En el proceso de creación, la diseñadora compuso un muestrario muy especial. En él había recortes de revistas de moda, materiales como madera, metal o cuero sintético, alfombras y diversas inspiraciones del mundo de la moda, el mobiliario y la arquitectura.
El hecho de que este color se vea tan diferente según la incidencia de la luz —lo que le confiere un cierto carácter misterioso— tiene una explicación. «No era pintura metalizada, sino que procesamos en ella pigmentos que hoy ya no están permitidos. A ellos se debe ese efecto», le explicó Hatter, que trabajó para Porsche desde 1976 hasta 2008. «Es cierto que era un color muy especial».
A pesar del gran esfuerzo del equipo de diseño, dirigido entonces por Anatole Lapine (incluso en detalles como escoger el nombre en inglés «Moonstone», que sonaba más interesante que «lila» y debía recordar a la piedra preciosa), el departamento de ventas y los clientes no lo supieron reconocer. Casi no se hizo publicidad y, evidentemente, el color no encajó en el espíritu de la época. «Siempre que surge algo nuevo, se necesita tiempo para que la gente lo entienda. No obstante, cinco décadas son demasiado», comentó Hatter entre risas. En cualquier caso, el Presidente del Consejo de Dirección de la época, Ernst Fuhrmann, fue un adelantado a su tiempo y condujo uno de los primeros ejemplares antes de que el color pasara siquiera a la producción de serie.
Probablemente, el Moonstone sería un superventas hoy en día. En 2022, Pantone eligió como color de moda el tono violeta Very Peri. La empresa ha creado un sistema de colores estandarizado a nivel global para garantizar su reproducción homogénea en el diseño, la impresión, la moda y otros ámbitos creativos. Por otra parte, el color actual «Moongem» del programa «Paint to Sample» de Porsche está inspirado en aquel Moonstone. Además, los diseñadores también acudieron al archivo para crear el color Provence que se estrenó junto con el Macan cien por cien eléctrico.

La primera ruta:
Roeser hizo más de 10 000 kilómetros en su viaje por Europa.«Cuando Vlasta Hatter me enseñó la foto de las lilas, se me puso la piel de gallina», afirma Roeser. «Tú te haces mil ideas de cómo podría haber sido, y entonces la mujer que creó en su día tantos colores grandiosos con su equipo te cuenta cómo ocurrió en realidad. Conocerla ha sido conmovedor y surrealista al mismo tiempo».
Por toda Europa
La visita al Museo Porsche fue el preludio perfecto para el particular viaje de Roeser bajo el signo del Moonstone. La siguiente parada fue una visita cerca de Nördlingen, casi 100 kilómetros al este de Stuttgart. Allí tenía una cita con otro 928 color Moonstone y con su propietario. Para rastrear ese coche gemelo, tuvo que hacer previamente una labor detectivesca. Descubrió en una foto el nombre de un taller que apenas se leía en la matrícula, esa fue la primera pista decisiva. Roeser consiguió contactar y ahora, de repente, tenía ante sus ojos dos 928 en el mágico tono tornasolado. Es prácticamente imposible distinguir ambos modelos que, a pesar de sus diferencias, brillan igual en la carretera.
El viaje de Roeser continuó. En el Museo Alemán del Automóvil en Fichtelberg, una localidad de la alta Franconia, se encontró con un ejemplar en Moonstone de un 924 Turbo. Tras esa parada, puso rumbo al Großglockner, a Zell am See, después a Viena, atravesó Croacia y cruzó el Adriático en ferri hasta Italia, donde recorrió la costa. En la popular localidad turística de Rimini, Oli decidió ponerse en huelga por primera vez. El 928 se negaba a arrancar. Al principio, Roeser cayó presa del desconcierto.
Sin embargo, precisamente en esta parada no planificada conoció a gente que le contó que justo en ese momento se estaba celebrando un Gran Premio de motociclismo a pocos kilómetros de allí. Roeser aprovechó la ocasión y asistió a la carrera para ver algo bueno en aquella breve interrupción. «Al poco tiempo se supo que la causa de la avería era uno de los cables del encendido», explica. «Conseguí repararlo yo mismo, y sentí que a través del cable del encendido se restableció literalmente la chispa entre nosotros. Nuestra conexión. Para mí, los coches tienen alma».
Más tarde, se unió en Francia a un grupo de amigos que estaban haciendo su propio «rally del croissant» particular. Hacían cada día 300 kilómetros por estrechas carreteras rurales. «Fue probablemente el día más bonito que haya pasado nunca en la carretera», afirma Roeser entusiasmado. Las jornadas pasaron volando, el 928 dejó atrás kilómetros y kilómetros y Roeser hizo un montón de nuevos amigos. Pero lo fundamental es que estableció una intensa relación con el 928, quizá la última pieza en el rompecabezas de su colección.
¿Había llegado al destino final de su búsqueda de Moonstone? ¿O quizá el destino es más bien el propio camino? «No sé cuánto más podría profundizar, puesto que encontré el origen —las lilas— en la charla con Vlasta Hatter», comenta Roeser. «No obstante, esta conexión tan especial sigue vigente. Así, probablemente tampoco es casualidad que el Moonstone saliera al mercado precisamente en 1979, el año en que nací». Justin Roeser cree que es cosa del destino.