Diario desde el desierto
Desde 20 °C bajo cero hasta 38 °C, desde la costa hasta casi 4700 metros de altitud, desde la autopista hasta la pista de grava: Nguyen Hoang Anh, propietario de una empresa de logística, condujo su 911 Dakar en un viaje de ida y vuelta desde Vietnam hasta la parte mongola del desierto de Gobi, pasando por China. En total, 33 000 kilómetros en 75 días. Aquí nos relata su increíble viaje que lo convirtió en una celebridad local junto a su deportivo todoterreno.
«Conducir este deportivo por un terreno exigente es toda una revelación.»
Nguyen Hoang Anh
El primer arranque de un motor Porsche siempre es algo único, sobre todo en un 911 Dakar. El mundo vibra, y yo estoy en medio. Estamos en septiembre de 2023. Respiro hondo y, por fin, salgo del garaje de mi casa en Saigón, una ciudad también conocida como Ho-Chi-Minh. Me encuentro al volante del primer 911 de este tipo que se vendió en Vietnam, y solo lleva conmigo seis semanas. Hace mucho que sueño con cruzar en un deportivo todoterreno el desierto que está más cerca de Vietnam, es decir, el de Gobi. Aunque, bueno, «cerca» quizá no es la palabra idónea, ya que el área desértica se extiende entre China y Mongolia y, para ello, voy a tener que recorrer más de 33 000 kilómetros. No me queda mucho tiempo para lograrlo, puesto que el invierno se acerca allá en el norte, así que me he acostumbrado a que la impaciencia sea mi fiel compañera.
Durante muchos años seguí el desarrollo del 911 todoterreno, y hace un año pedí mi propio ejemplar en color plata GT metalizado, uno de los 2500 que hay en el mundo. Antes del viaje no he cambiado absolutamente nada en el vehículo, puesto que está diseñado para situaciones extremas, algo que no se puede decir de mi cuerpo de 54 años. De forma preventiva, hice un viaje por Vietnam de 2000 kilómetros en dos días. Ahora, conduzco mi 911 Dakar hacia lo desconocido. El sueño está vivo, parece hacerse realidad y, entretanto, ya he llegado al primer destino.
19-23 de septiembre, final de etapa: paso fronterizo entre Laos y China
Me acompañan dos amigos en una camioneta y un SUV. Confiamos a ciegas los unos en los otros y estamos bien sincronizados. Eso es fundamental, puesto que el viaje es largo y está lleno de retos. Nos comunicamos por walkie-talkie, y a mayores distancias recurrimos al smartphone. Los primeros días nos llevan por la costa del mar de China Meridional y luego continuamos rumbo al oeste atravesando Laos, donde disfrutamos de unas vistas maravillosas, pero esto solo es el aperitivo. Me dirijo a paisajes donde todavía no ha entrado nunca un 911. En la ruta no siempre hay carreteras, ni tampoco el recorrido directo es necesariamente el más rápido. No tenemos en mente una ruta detallada, solo paradas para hacer noche, lugares que quiero ver sí o sí y pasos fronterizos donde hay que registrarse, como el que separa ahora Laos de China.
24 de septiembre-3 de octubre, final de etapa: lago salado de Chaka (Qinghai, China)
Entramos sin problema en el país y disfrutamos de las excelentes carreteras chinas al poco de pasar la frontera. Por primera vez puedo probar de verdad todo lo que ofrece el 911 Dakar. ¡Mi nuevo 911 tiene una potencia increíble! Recorremos kilómetros y kilómetros volando hacia el norte. Uno de los lugares sin duda más destacados es el lago salado de Chaka, en Qinghai, en la meseta tibetana. La superficie cristalina del agua refleja el cielo azul, que aquí parece al alcance de la mano, puesto que nos encontramos a unos 3100 metros de altitud.
4-13 de octubre, final de etapa: Tianshan (China)
En Xinjiang, al noroeste de China, el desierto de Gobi avanza los primeros campos de arena y terreno montañoso. Las cosas se ponen serias y llega el momento de salir de las carreteras con el 911 Dakar.
Conducir este deportivo por un terreno exigente es toda una revelación. El 911 es tan bueno subiendo como esprintando. En sintonía con nuestro estado de ánimo, atamos un pequeño paquete de petardos con una cuerda a la parte trasera del coche y lo conducimos a través de la estepa. En China no solo está permitido, sino que es habitual. Aquí se dice que ahuyenta a los malos espíritus y despeja el camino hacia la felicidad. Pues... ¡adelante! ¡Hace un ruido tremendo y siento que la alegría se desata en mi interior!
Entre el paso de Khunjerab y Kashgar, una ciudad en su día muy importante en la ruta de la seda junto a la frontera con Kirguistán y Tayikistán, discurre la parte china de la famosa Karakoram Highway entre Pakistán y China. A menudo se la considera como la octava maravilla debido a que llega hasta 4714 metros de altitud. También nosotros subimos hasta casi 4700 metros. En el camino, pasamos por el desfiladero de Dushanzi y seguimos hacia Kuqa por el monte Tianshan. Este paso está considerado como una de las carreteras más bonitas de China y disfrutamos del espectacular paisaje con sus escarpadas laderas de roca gris oscura.
La carretera cae pronto en el sueño del invierno: parece que hemos llegado justo a tiempo. No existe un camino hacia la felicidad, sino que la felicidad es el propio camino. La frase no es mía, pero viene como anillo al dedo en nuestro viaje, que solo tiene un destino: la carretera que recorremos. Bueno, tampoco necesariamente la carretera.
14-20 de octubre, final de etapa: paso fronterizo entre China y Mongolia
Hace casi un mes que empezamos el viaje. Al volante, intento clasificar en pensamientos todo el caleidoscopio de impresiones. ¿Esta es la aventura de mi vida? Hay sobrados argumentos a favor, pero también hay muchas cosas que aún no tengo claras.
En el extremo norte llegamos a Hemu, para muchos el pueblo más bonito de China. ¡Qué joya en la ya de por sí grandiosa región del lago Kanas! Los paisajes otoñales de postal ofrecen un espectáculo natural impactante. Cuando llegamos ya ha pasado la temporada alta, así que cruzamos los bosques rumbo al pueblo por una ruta muy atractiva que en otros momentos está abarrotada. Ante nosotros una pradera exuberante, a lo lejos la cumbre nevada y, en medio, la superficie lisa como un espejo del lago Kanas. Cuando me pregunto por qué hago un viaje así, una de las razones es el deseo de vivir mi 911 más intensamente. Por otra parte, están los momentos como este, lugares que irradian una magia que se queda contigo para siempre.
21-27 de octubre, final de etapa: provincia de Archangai (Mongolia)
Seguimos embriagados por la belleza de los últimos días. Ahora vamos a llevar estas emociones al culmen, ya que estamos llegando a nuestro destino, el desierto de Gobi en Mongolia, y vamos a darnos de bruces directamente con los peligros de nuestro arriesgado viaje. Subestimo el firme, y las grandes piedras angulosas nos rajan dos neumáticos. Por suerte, llevamos dos ruedas de repuesto. Así alcanzamos nuestro destino intermedio, el hogar de la familia kazaja Beken, que sigue una tradición mongola arraigada en lo profundo de las montañas: la cría de águilas. Cuando nos presentan esas criaturas majestuosas, me siento diminuto. ¡Qué imagen! En Mongolia, las águilas se veneran por su fuerza, su rapidez y su fidelidad. Mi águila es mi 911, pienso para mis adentros con una sonrisa. Por la tarde, disfrutamos con los Beken de la paz de la naturaleza, comemos con ellos, nos cantan sus canciones y, en definitiva, nos sumergimos en lo profundo de este mundo fascinante en el extremo occidental de Mongolia.
Al día siguiente, sin embargo, retomamos las dificultades del duro terreno del desierto. Por momentos parece que volamos deslizándonos sobre la arena, pero hay partes donde las grandes piedras hacen prácticamente imposible avanzar rápido. El firme, donde solo marcan la dirección las rodadas de los vehículos anteriores, resulta a veces bastante accidentado, y la exigencia lleva el 911 al límite. Sin embargo, no nos deja en la estacada y conseguimos pasar.
Nos perdemos de camino a las aguas termales de Tsenkher, en la provincia de Archangai, y el 911 nos vuelve a salvar. Tenemos que hacer los últimos 20 kilómetros en modo todoterreno a través de las montañas. No hay carretera, solo un camino de nómadas que a veces nos marca el rumbo. Cruzamos ríos de montaña y pasamos serpenteando por los bosques. Por fin, llegamos a las aguas curativas de las termas y admiramos el espectáculo de la naturaleza. Ahora ya tengo claro que el Dakar va a superar cualquier terreno que se le ponga por delante en este viaje.
27 de octubre-5 de noviembre, final de etapa: paso fronterizo entre Mongolia y China
Hace dos días, pisé demasiado el acelerador en el lecho de un río y toqué las piedras con el parachoques trasero. Por tanto, toca visitar el taller en Ulán Bator, la capital de Mongolia. Una vez allí, me llevo una buena sorpresa: el mecánico es vietnamita, y parece que hay muchos más en la ciudad. Es una sensación bonita charlar con compatriotas al margen de nuestro grupo de viaje. Parece que la visita al taller le ha sentado bien no solo al 911, que pronto vuelve a estar como nuevo.
Aprovechamos el momento para escapar de la que probablemente es la capital más fría y con más atascos del mundo, ya que no hemos venido aquí a una escapada urbana, sino a vivir momentos como el impresionante espectáculo natural que nos encontramos poco después. Ante nosotros, el lago helado Chöwsgöl Nuur, el segundo mayor de Mongolia, y al fondo el sol poniéndose tras las colinas pobladas de bosques otoñales. Intento retener este momento en mi memoria, ya que más al este nos espera sin ninguna duda la nieve.
6-16 de noviembre, final de etapa: Snow Town (Harbin, China)
Los pronósticos se cumplen, y gruesos copos de nieve nos reciben cuando regresamos al territorio septentrional chino. Por fin podemos hacer algún derrape con el 911, pero sin pasarse, ya que las carreteras tienen mucho hielo y es peligroso. Tres días más tarde nos encontramos con un atasco kilométrico que saca a relucir nuestro lado más atrevido. La espera frustra nuestros planes hasta tal punto que decidimos arriesgar el todo por el todo. Salimos de la carretera y adelantamos a la enorme fila de vehículos en modo todoterreno. El vídeo de esta maniobra tan audaz genera en poco tiempo más de dos millones de interacciones en las redes sociales, otro momento que me demuestra que mi relación con mi 911 no ha hecho sino empezar y que va a durar muchos años.
En Mohe City, el pueblo más al norte de China y el más frío, con menos de 30 grados bajo cero en invierno, solo nos separa de Rusia un río helado. Sin embargo, nuestros planes nos llevan rumbo al sur, hacia la Snow Town en China. Oficialmente, el lugar se llama Zhongguo Xuexiang, pero su nombre oficioso no puede ser más adecuado. En el día quizá más bonito de todo el viaje, probamos el 911 Dakar en la nieve más famosa de China: ¡un sueño! De hecho, aquí en Snow Town todavía no se había visto un 911 hasta la fecha. ¡Qué honor!
17 de noviembre-4 de diciembre, final de etapa: Saigón (Vietnam)
El siguiente tramo no tiene la belleza impactante de la primera parte por China occidental ni la conducción resulta tan espectacular como en Mongolia y, sin embargo, es uno de los más emocionantes, porque abruma con una sensación de euforia. Lo hemos conseguido: hemos estado en el desierto de Gobi y ya vamos rumbo a casa... pero podríamos conducir eternamente; ojalá la carretera no se terminara nunca. Visitamos la ciudad de Dandong, que limita con Corea del Norte, con el puente derruido que unía antiguamente el país con China. Pasamos por Pekín hacia Son Hai Quan, donde la Gran Muralla China nace en el océano, y así nos dirigimos cada vez más al sur, rumbo a casa.
Mientras sigo intentando procesar todas las impresiones, empiezo a observar que cada vez nos siguen más personas con sus smartphones. Un día, un amigo chino me envía vídeos de nuestro viaje que se ha encontrado su hijo en las redes sociales y, de repente, vemos que nos sigue incluso un equipo de rodaje. Los hashtags «Vietnam911» y «Vietnamese uncle» llevan mucho tiempo causando furor en las redes sociales. Parece que mi Porsche y yo somos famosos... Disfrutamos de la atención, conocemos a un montón de gente y vivimos encuentros inspiradores.
Solo llevo un día de vuelta en Vietnam y ya tengo la certeza de que ha sido realmente la aventura de mi vida. 33 000 kilómetros en el 911 Dakar... Puede que sea incluso la primera persona que se ha embarcado en una misión así. Ahora es el turno para la vuelta de honor. La gente que ha seguido nuestro viaje por Internet se pone a nuestro lado en la carretera y nos acompaña cada vez en mayor número. Empiezo a darme cuenta de que este viaje no ha sido inspirador solo para mí. Ya en casa, me siento exultante por todas las impresiones atesoradas y por el 911 Dakar. Le encantan las dunas de arena y los lagos de montaña helados, las carreteras nevadas, las laderas exigentes y las autopistas vacías. Este vehículo me ha llegado a lo profundo del corazón durante estos 75 días y quiero recorrer el mundo con él. Además, tengo claro que está preparado para todo.
Un año después, destino: Stuttgart-Zuffenhausen (Alemania)
A finales del verano de 2024, ya tengo procesadas las impresiones del verano pasado y estoy maquinando nuevos planes, cuando recibo un mensaje fascinante: los diseñadores del 911 Dakar en Stuttgart se han fijado en mí y en mi viaje, así que quieren conocerme. Casi no me lo puedo creer: ¡me siento totalmente feliz! Mi sueño no solo se ha cumplido, sino que ha superado las expectativas.
Al poco tiempo, tras un vuelo agotador, me encuentro ante el Museo Porsche en Stuttgart-Zuffenhausen, es decir, el lugar donde en algún momento nació realmente mi sueño. Me recibe Achim Lamparter, el director general del proyecto del 911 Dakar y todo un héroe para mí, ya que mi viaje solo ha sido posible gracias a él y a su equipo. Naturalmente, llega en un 911 Dakar, me dedica buena parte de su tiempo y comparte conmigo información sobre el apasionante desarrollo del 911. Además, quiere saber cómo le han ido las cosas a «su» 911. Empiezo a contarle mi historia con entusiasmo y le prometo que algún día lo visitaré con el coche, porque esta no ha sido nuestra última aventura. Algún día vamos a cruzar el mundo hasta Stuttgart. Yo y mi 911 Dakar. Mi águila.
Datos de consumo
911 Dakar
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11,3 l/100 km
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256 g/km
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G Class
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G Class