Porsche y caballos: pasiones únicas

Ernesto Mosso y Porsche han logrado lo que pocos: ganar trofeos de polo juntos. El empresario, polista y coleccionista de autos radicado en Chile, ha desarrollado un vínculo con la marca de Stuttgart más allá de lo usual.

   

Gran admirador:

Gran admirador:

Como diseñador joyero, Mosso aprecia el estilo atemporal y sello propio de la marca de Stuttgart.

Conducir un Porsche y montar un buen caballo de polo tienen algo en común, según Ernesto Mosso, «ambos exigen que sepas lo que haces, debes tener destreza para manejarlos». Estas actividades se han convertido en grandes pasiones para el empresario joyero, y en más de una ocasión se han combinado para formar un vínculo único.

En la década de los 90, cuando adquirió un 911 Carrera modelo 84, se convirtió en uno de los primeros propietarios de un Porsche en Chile y, naturalmente, de los primeros clientes de DITEC, el importador oficial de la marca. Más tarde, se unió como uno de los seis miembros fundadores del Porsche Club local.

Esta relación, según Ernesto, nació basada en valores compartidos como la excelencia y eventualmente se extendió más allá de lo transaccional. Bajo el nombre Mosso-Porsche, el empresario y su equipo de polo han competido con éxito en múltiples competencias internacionales y ha ganado trofeos junto a grandes figuras del deporte de reyes.

«¿Por qué Porsche está involucrada conmigo y el polo? Porque son mis dos grandes pasiones: los caballos y los autos. Me encanta que los clientes de una marca de lujo como Porsche puedan descubrir toda la experiencia que hay detrás de mi deporte. Es algo muy natural y compatible», afirma Mosso.

Esta amistad ha crecido más allá de las canchas y los trofeos. Ernesto, a través de su marca de joyería, ha apoyado a pilotos chilenos de automovilismo como Eduardo Costabal, en la Porsche 911 GT3 Cup en Estados Unidos.

Sin embargo, más allá de los éxitos conjuntos dentro y fuera de las canchas o las pistas, el empresario chileno descubrió que su atracción también tiene que ver con su propia afición por la adrenalina.

«Lo que me gusta es descubrir el límite. Los caballos son seres vivos con voluntad propia a los que debes convencer para hacer lo que pides. El auto, en cambio, solo requiere que sepas conducir. Pero en ambos casos, buscas hasta dónde puedes llegar para alcanzar el punto perfecto y maximizar las capacidades, ya sea del caballo, tuyas o del auto. Es una búsqueda permanente de la excelencia», detalla Mosso.

Competidor nato:

Competidor nato:

Ya sea a caballo o al volante de un Porsche, Ernesto disfruta de la emoción que le provoca ir en busca de nuevas victorias.

Caballos y autos: «Son mis dos grandes pasiones, son experiencias sublimes».

En su casa en Santiago, además de una cancha de polo y caballerizas para su cuadra, Ernesto tiene un garaje en donde conserva una colección de más de una decena de diferentes variantes del 911, incluidas todas las RS, excepto la de 1973. «Me atrajo su belleza austera y duradera y su eficiencia. Mi padre decía que los autos americanos solo sirven para correr en rectas, y que la habilidad de un piloto consiste en saber frenar y girar. En eso, Porsche siempre ha sido uno de los grandes a nivel mundial».

Pero fue gracias a su primer Porsche que se dio cuenta de que tenía un gusto particular por los grandes clásicos del fabricante alemán, sobre todo por los que están especialmente diseñados para pista. Aunque los modelos actuales le parecen formidables, Ernesto guarda un especial cariño para íconos como el 993 y otras versiones anteriores.

«Es un tipo de auto que se vuelve tu socio, pero hay que saber controlarlo, porque si te equivocas, te sales de la pista. No tienen las ayudas tecnológicas que te permiten manejar bien si eres un conductor mediocre. Son como un pura sangre salvaje. Tengo un tremendo respeto y trato de valorar lo que significa, porque son décadas de trabajo y mejoras, al igual que se hace con los caballos. Detrás de un buen animal hay un enorme trabajo genético de generaciones. En el caso de los autos, hay décadas de ingeniería en las que se perfecciona una máquina, aunque parezca imposible, siempre logran mejorar y mantener el espíritu de Ferdinand Porsche», concluye Mosso. 

Felipe Haro
Felipe Haro