75 años en 400 metros y 9 horas
Porsche Ibérica – Motor de la elegancia, historia de dos iconos. Ese podría ser el resumen en cifras de la exposición que, en plena calle y con acceso a todo el público, ha celebrado la historia de dos marcas míticas y su pasión por el deporte del motor.
En el mundo solo hay unas pocas firmas con una historia, una tradición y una pasión reflejadas en todo lo que hacen que van más allá de los productos que fabrican. Son esas firmas que, desde el mismo instante de su nacimiento, consiguieron transmitir a sus creaciones algo único que muchos otros fabricantes tratan de alcanzar sin éxito: un estilo de vida único e inconfundible en todo lo que hacen. Y no es solo una cuestión de exclusividad o precio porque existen otras marcas que pueden ser más caras, con producciones más limitadas y exclusivas que no consiguen transmitir esa esencia que hace soñar solo con mirar alguna de sus creaciones. El verdadero secreto de esas marcas es que casi siempre nacieron de la pasión y el tesón de verdaderos genios.
Hace 75 años, cuando por primera vez un deportivo llevó el apellido de Ferdinand Porsche, nació esa aura difícil de definir que desde entonces acompaña a cada uno de sus modelos y a cualquier cosa que lleve la marca Porsche. Porque los deportivos de Stuttgart evocan mucho más que prestaciones, deportividad, estilo o tecnología. Son reconocibles como un Porsche incluso por los que no entienden de coches y hasta esos menos entendidos saben que se trata de algo especial y diferente. El diseño y la vanguardia tecnológica para alcanzar las más elevadas emociones y prestaciones al volante han distinguido desde su creación a todos los Porsche.
En 1860 nacía una marca relojera suiza fundada por otro pionero, Edouard Heuer, que llevaría su apellido. Desde el primer momento sus relojes eran mucho más que un dispositivo elegante para dar la hora. Su objetivo era medir el tiempo de la manera más precisa, algo imprescindible para aquellos primeros años del automovilismo deportivo. Heuer patentó el primer cronógrafo y años después añadió un instrumento único en los tableros de automóviles y aviones, el cronógrafo de a bordo. Desde entonces Heuer y el deporte del motor han ido asociados de una forma indisoluble y era casi inevitable que las dos firmas se unieran en algún momento de su historia.
Dos símbolos asociados
Y ese momento se produjo hace ya décadas, cuando las dos marcas sellaron un acuerdo de colaboración por el que Tag Heuer se convertía en socio de Porsche para todo lo relacionado con la competición, en cualquiera de las disciplinas en las que la marca de deportivos participara. Esta asociación ha dado imágenes únicas que son historia, no solo en las competiciones automovilísticas más importantes del mundo, también en el cine porque es imposible no asociar a Steve McQueen con el Porsche 917 y el Tag Heuer Mónaco en la mítica película Le Mans de 1971.
La andadura comercial de las dos marcas ha estado unida desde hace muchos años con modelos tan asociados entre sí que, inevitablemente, la memoria de cualquier aficionado al automóvil los tiene grabados de manera inconsciente. Es el caso del Tag Heuer Carrera, lanzado en 1963, que automáticamente nos trae a la cabeza la inconfundible silueta del Porsche 911 de 1963 y justamente al revés, porque ¿puede haber un reloj más indicado para lucir al volante un Porsche 911 de alguna de sus ocho generaciones que un Tag Heuer Carrera en cualquiera de sus configuraciones? Seguramente no. Si hablamos de competición es imposible pensar en un Porsche compitiendo en una especialidad deportiva que no luzca el logo de la inconfundible relojera suiza.
Historia, pasión, tecnología, emoción y futuro de dos firmas únicas
La vanguardia toma la calle
¿Cómo se puede concentrar la historia de dos marcas icónicas en una espectacular exposición en plena calle y en un tiempo limitado?
Estamos hablando de una marca de deportivos de altas prestaciones que «acorta» cualquier recorrido a base de emoción y de una firma relojera que sabe cómo calibrar el tiempo para aprovechar cada fracción de un segundo. Una exposición totalmente abierta al público, en una de las arterias comerciales más famosas de Madrid, la activa calle Jorge Juan, en plena «milla de oro» de la capital. Una vez más esa asociación entre dos marcas únicas ha dado como resultado algo único, apasionante que recordarán todos los asistentes.
Algo menos de 400 metros de la calle Jorge Juan es la distancia que hay entre su esquina con la famosa calle Serrano y la calle Velázquez, el tramo en el que se pudo disfrutar de ese paseo por la historia de Porsche y Tag Heuer, durante solo nueve horas, en la exposición «Motor de la elegancia: historia de dos iconos». La muestra en realidad empezaba unos metros antes de la calle Jorge Juan, en la boutique Tag Heuer de Serrano, 20 que se había vestido de gala para la ocasión. Allí el monoplaza Porsche 99X Electric de la Fórmula E recibía a todos los que quisieran iniciar este recorrido histórico, casi desde el futuro, de la mano del monoplaza del primer campeonato mun dial 100 % eléctrico.
Del museo a la «Milla de Oro»
Una interminable alfombra roja cubría la calle Jorge Juan desde sus esquinas con Serrano y Velázquez, como merecían las estrellas que allí se exponían. En el comienzo de la exposición daba la bienvenida a todos los visitantes el primer Porsche que llevó el emblema de la marca, un precioso 356 coupé gris, llegado directamente del Museo Porsche de Stuttgart junto con varios de los magníficos deportivos que durante solo nueve horas dieron vida a esta sorprendente exposición.
Pero el Porsche que atrajo más atención y los objetivos de cámaras y smartphones fue el imponente 917 K de Le Mans 1970 con los colores de Gulf, un coche que hace ya mucho tiempo que entró en una categoría diferente, la de icono. Le Mans lo convirtió en leyenda pero el cine hizo de él una verdadera estrella. Ningún coche de competición ha conseguido ese estatus y ahora, más de medio siglo después, sigue siendo uno de los vehículos más espectaculares jamás construidos. Aun que el magnetismo del 917 es irresistible, la calle Jorge Juan mostraba también otros Porsche que son verdaderas estrellas del mundo de la competición, como el 963 del actual WEC, el Campeonato del Mundo de Resistencia, luciendo el número 75 para conmemorar los 75 años de Porsche.
Nunca antes el universo Porsche tomó la calle de esta forma
Un imponente 911 RSR blanco y un 964 RS, también en blanco, mostraban la evolución del Porsche más emblemático en el mundo de la competición, en claro contraste con el intenso color naranja de la decoración Jägermeister del 911 2.7 propiedad del artista Manu Campa. Un selecto y muy reducido grupo de vehículos en un intento de mostrar una parte de los éxitos deportivos del 911. Los «deportistas» estaban acompañados por otras versiones de calle no menos emblemáticas, como el Carrera RS 2.7 con su inconfundible alerón trasero, el elegante Targa o el actual 911 Carrera GTS Cabriolet con una decoración especial para conmemorar los 75 años de la marca.
Todos los caminos conducen a Porsche
Las calles perpendiculares a Jorge Juan también estaban cortadas al tráfico para facilitar el movimiento de los miles de visitantes que acudieron a disfrutar de esta inusual y espectacular exposición. Aunque cualquier Porsche ya es en sí mismo una obra de arte, la vinculación de los deportivos de Stuttgart con la creación artística es algo que también ha ido asociado a su historia. Buena prueba de ello era la presencia del artista Manu Campa, que ha convertido al automóvil y en particular a Porsche, en protagonista de sus obras. Manu se ganó la complicidad del público por su simpatía y por ser capaz de acabar una de sus obras en directo, delante del público, un cuadro que simbolizaba la unión de las dos marcas, Porsche y TAG Heuer, a través de la denominación Carrera.
Una de las piezas más llamativas fue también una obra de arte, el 928 realizado por el artista Okuda San Miguel por encargo de Porsche Ibérica, para celebrar los 75 años de la marca. El inconfundible y colorido estilo que el creador cántabro afincado en Madrid aplica en sus imponentes murales repartidos por todo el mundo lo ha llevado a la sensual silueta de este emblemático coupé de cuatro plazas que fue todo un símbolo de los años 80 y 90 del pasado siglo. Un Taycan Sport Turismo, representante del nuevo futuro del automóvil deportivo, cerraba este recorrido en la esquina con la calle Velázquez.
Los más pequeños también pudieron vivir una particular inmersión en el mundo Porsche en un espacio dedicado a ellos, con cuentacuentos y réplicas de pedales del 911 para moverse por la exposición. Por si todo esto no fuese suficiente estímulo para los sentidos de grandes y pequeños, una Big Band tenía su propio escenario y recorría esos 400 metros de la calle Jorge Juan interpretando temas clásicos muy conocidos y versionando en clave clásica otras canciones más actuales.
TAG Heuer también trajo de su museo algunos relojes que nunca antes habían sido vistos en nuestro país, como el emblemático cronómetro Rally Master o el Heuer Carrera 2447, la primera colaboración entre las dos firmas. Maestros relojeros mostraban la minuciosidad y precisión de su trabajo ante la atenta mirada de los visitantes. El protagonista indiscutible de los TAG Heuer expuestos fue el Carrera Chronosprint x Porsche, la última novedad de esta asociación única entre dos marcas que han hecho del deporte del automóvil un emblema. La deportividad, la elegancia y la medición del tiempo se han mostrado en Madrid de una forma nueva y abierta a todos gracias a Porsche y TAG Heuer.