La grandeza de lo pequeño

Porsche Ibérica – Jordi Reixach, modelista. Cada uno de los trabajos de este artista catalán se convierte en algo tan difícil de calificar como la emoción que produce contemplarlos. Una mezcla de arte, ingeniería y sueños de infancia que deja a cualquiera que admira sus obras como un niño con la boca abierta. 

   

Reproducir a una escala reducida todo aquello que nos fascina es tan antiguo como la propia humanidad y una afición que todos, en mayor o menor medida, hemos tenido y seguimos teniendo en algún momento de nuestras vidas. Tener entre nuestras manos esas cosas que no podemos tener a escala real nos permite soñar y disfrutar de aquello que de otra forma no podríamos admirar, más que en una imagen, un museo o, en contadas ocasiones, en vivo.

Hasta la llegada de las herramientas digitales, el modelado a escala era el primer paso para la creación de cualquier automóvil en tres dimensiones, aunque en el caso de las obras de arte de Jordi Reixach el proceso es inverso. Sus modelos reproducen vehículos míticos en una escala reducida para poder ser admirados sin ir a un museo, una concentración de clásicos o, en el caso de los más afortunados, tener que ir hasta el garaje de su propia casa. Y es que la mayoría de los clientes de Jordi son estos últimos, los que quieren tener en el salón de su casa una reproducción, que va más allá de la perfección, de esos coches tan especiales que tienen en su garaje.

De las tragaperras al modelismo

Una casualidad-necesidad despertó en Jordi la afición, casi obsesión, por las reproducciones a escala. Su vida laboral ha estado ligada al mantenimiento y reparación de máquinas tragaperras y la necesidad de un pequeño engranaje que no encontraba le llevó hasta el taller de un maestro modelista, Pere Tarragó, para que le hiciera ese engranaje. En aquel espacio entre maquinaria de precisión, Tarragó le descubrió un universo nuevo y una Montesa Metralla que él mismo había realizado. Aquella motocicleta se convirtió en un símbolo, en algo que despertó en Jordi Reixach un apasionado interés por las reproducciones a escala del más alto nivel. A partir de ese momento Pere Tarragó se convirtió en su maestro, su mentor y, por encima de todo, su amigo. Sus dos primeros trabajos como modelista fueron dos motos que realizó entre 1999 y 2001. La jubilación de las tragaperras llegó hace unos años pero la pasión por seguir realizando estas obras de arte a escala continúa. Una pasión que comparte con su esposa, Mercedes Ros, una parte importante en toda esta afición en la que también participa.

Absoluta fidelidad.

Absoluta fidelidad.

Todas y cada una de las piezas se han hecho desde cero para dar vida a estas creaciones que parecen auténticos Porsche reducidos por una fuerza desconocida.
En un garaje convertido en taller, Reixach obra la magia para crear estos maravillosos Porsche

El salto a lo grande fue un primer Hispano Suiza de 1914 que terminó en 2006. El garaje de su casa dejó de tener esa utilidad para convertirse en el taller en el que pasaba horas y horas al terminar su jornada laboral. Después de varios modelos realizados por propio interés, el primer encargo fue un Mercedes 540K de 1936 con el que pasó muchos días tomando medidas a mano de todas y cada una de sus piezas. Un «escaneado» manual, que realizaba con la ayuda de un instrumento creado por un amigo, además de cientos de fotografías que servían para poder realizar los planos a la escala perfecta con los que empezar a modelar aquella primera obra de arte por encargo.

Crear desde cero

El largo y complicado proceso del «escaneo manual» pronto dio paso al escaneo digital que le permitió reducir a un solo día el tiempo necesario que debía pasar con el vehículo original. Aun así los detalles interiores exigen más minuciosidad y en la mayoría de los casos son necesarias las mediciones «in situ» y las imprescindibles fotos para tener una perfecta visión de cada uno de ellos. 

En la frontera de los sentidos.

En la frontera de los sentidos.

Aunque no lo parezca, este precioso 356 Cabrio no es real, al menos de la manera que parece. Es una de las obras de arte de Jordi Reixach a escala 1:6.

De hecho esos planos forman parte del trabajo final ya que Jordi entrega cada uno de sus modelos en una caja-vitrina en cuyos laterales se reproducen esos planos.

El siguiente paso es realizar la carrocería en un bloque de resina a partir de todos los datos recopilados, las mediciones de los planos y las fotografías. Sobre esta base Jordi recorta, suelda y moldea con extrema precisión las piezas de chapa de latón que poco a poco van dando forma a la carrocería final. Ni un solo elemento se aprovecha de cualquier maqueta «prefabricada» existente en el mercado. Del taller de Jordi salen todas y cada una de las piezas, hasta las más pequeñas, como los logos, los diminutos relojes del salpicadero, el cristal de los faros que realiza con unos pequeños moldes hechos por él mismo o las manetas de las puertas. Y lo más sorprendente es que todo funciona, las puertas se abren con su propio mecanismo idéntico al real, los elevalunas manuales suben y bajan las ventanillas y así con cualquier dispositivo.

Los motores son otra historia tan fascinante como el exterior. Algunos clientes piden el coche sin propulsor para reducir tiempo de entrega y costes, ya que desde que le hacen el pedido en firme, nuestro artista puede tardar un promedio de dos años en realizar uno de sus coches. También ha recibido encargos para realizar únicamente motores de automóviles que son en sí mismos una obra de arte, pero de la misma forma ha creado motores de aviación a escala. 

Sin el más mínimo fallo.

Sin el más mínimo fallo.

No hay detalle que se escape y todo funciona. Abrir y cerrar las puertas del 356 Carrera Coupé es todo un espectáculo, porque es como en el real y por todo lo que se descubre en el interior.

En busca del material perfecto

Los interiores son cosa de su mujer Mercedes, encargada de la mayoría de los elementos que no están realizados en metal, como tapizados, moquetas y capotas. Mercedes busca y rebusca en los sitios más insospechados el cuero, las telas y los materiales que reproduzcan a la perfección en color, textura y aspecto cada uno de los elementos del habitáculo de los coches a escala que realiza Jordi. Utilizar cuero es sumamente complicado pues en ese tamaño el grosor de la piel es excesivo y debe usarse una tan fina que es difícil de encontrar. Afortunadamente ya existen en el mercado infinidad de nuevos tejidos que imitan a la perfección el aspecto visual y el tacto del cuero natural y son más fáciles de trabajar a escala tan reducida.

Mercedes nos confiesa que uno de los elementos que más le costó conseguir fue la moqueta roja del 356 Cabriolet B, pues no encontraba el color y la textura en el mismo material. Al final, después de mucho buscar, la ideal fue una tela que encontró en El Corte Inglés y que venía de Italia. Ella cose primorosamente los tapizados de los asientos y paneles de puertas y nos enseña la gran cantidad de «pruebas» desechadas para conseguir las costuras completamente paralelas que dan forma al tapizado de cuero rojo de los asientos del 356 Cabriolet. La perfección es algo que comparte este matrimonio.

Porsche en otra dimensión.

Porsche en otra dimensión.

A la vista de esta imagen nadie podría pensar que no se trata de un Porsche 356 Carrera Coupé «de verdad». Es absolutamente real pero en otra dimensión.

Cada una de sus miniaturas pesa entre 15 y 20 kilogramos y sus medidas dependen de la escala y del original, pero suelen estar entre los 50 y los 65 centímetros de largo, ya que Jordi trabaja en escala 1:6, aunque también ha hecho dos autobuses en 1:10. Llegados a este punto la pregunta es: ¿cuánto cuesta una de estas obras de arte? Pues sirva como ejemplo que el 356 Carrera Coupé de las imágenes supuso 2255 horas de trabajo y el Cabrio 2500 horas. Si hay que añadir el motor, el tiempo total se puede ir a las 3500 horas. No hay más que poner precio a la hora de trabajo de un especialista como Jordi Reixach y añadir el coste de los materiales para hacerse una idea del precio final.

Belleza a cualquier escala.

Belleza a cualquier escala.

El 356 Cabrio resulta espectacular y elegante sea cual sea su tamaño, sobre todo si la fidelidad de su reproducción llega a este nivel de perfección.
No solo por fuera.

No solo por fuera.

Lo que no se ve a simple vista también es una perfecta reproducción del original, incluso los elementos mecánicos, como la suspensión del 911 en el que trabaja Jordi.
Conseguir los materiales para los interiores se convierte en un duro trabajo de búsqueda y pruebas

Pasión Porsche

A pesar de llevar más de dos décadas dedicado a esta pasión, en este tiempo Jordi ha realizado un total de 9 coches, 2 autobuses y un tractor. Bugatti, Mercedes, Bentley, Ferrari, Hispano Suiza… y, por supuesto, Porsche. En los últimos años los encargos y la propia admiración por los deportivos de Stuttgart han llevado a Jordi a «especializarse» en Porsche. Cuando llegamos a su taller aquello parece un servicio Porsche Classic a escala, completamente lleno de piezas y elementos del 911 en el que estaba trabajando. Este 911 no es un encargo y como el mismo nos cuenta lo está haciendo por el puro placer de reproducir otro deportivo mítico. En su espacio de trabajo cada diminuta pieza que admiramos tiene el sello Porsche, desde las preciosas llantas de latón hasta componentes mecánicos como el pedalier completamente funcional y el volante.

Jordi todavía no tiene claro qué acabado tendrá este 911 que de momento es solo una carrocería de latón dorado y una infinidad de fascinantes diminutas piezas mecánicas, como los brazos de suspensión, el freno de mano o la palanca del cambio. Salimos del taller de Jordi totalmente impresionados y pensando en lo fascinante que debe ser tener en el garaje uno de los Porsche más deseados del mundo y en el salón de casa una pieza tan exclusiva o incluso más que la del garaje. Es como cerrar un círculo entre los sueños de la infancia y los deseos de la madurez. Dos formas de disfrutar de algo único, a tamaño real y reducido, aunque en los dos casos las emociones que producen sean a gran escala.

Pedro Berrio
Pedro Berrio