Océano con causa
Porsche de México – Patricia Guerra. Nadar. Romper barreras. Cruzar lagos y océanos. Siempre con una razón: poner el nombre de México en lo más alto y dar visibilidad a causas sociales relevantes. La pasión por cruzar siempre la siguiente frontera ha llevado a esta mexicana a romper récords.
¿Por qué nadas?
El agua es el lugar que encontré para estar conmigo, para conocerme a mí misma y el área en la que decidí trascender y poner el nombre de México en todo lo alto. Por encontrar un silencio, tanto interior como exterior, que solo encuentras en una alberca o en un océano. El mar es un gran maestro y entender, tratar de entender lo que te quiere decir cuando estás a solas con él, es algo que me cautivó y que me sigue atrayendo. Cada vez que necesito buscar un espacio, inevitablemente regreso, regreso a una alberca, regreso a un océano a encontrar respuestas.
Hoy es un día muy especial para México (NR: la entrevista se realizó el Día de la Independencia). Lo que te lleva a nadar es poner el nombre de México en lo más alto. ¿Por qué? ¿De dónde viene esa necesidad?
Nace de dentro, nace del corazón. Amo mi país, amo mi bandera, amo su gente, su cultura, de dónde venimos, el color de nuestra piel que nos recuerda que somos el resultado de un linaje, de una raza guerrera que es capaz de lograr muchas cosas. En particular, nace de la reverencia por la mujer mexicana. La mujer mexicana que da la vida, da la vida por un hijo, es capaz de hacer cosas que para muchas personas serían increíbles. Esa conciencia que tenemos las mujeres mexicanas de hacer familia, de generar esas redes de apoyo alrededor de todos nosotros.
Mi bandera es algo que nunca, nunca puede faltar en una embarcación. Es un pilar en mi vida y me llena de orgullo.
Además de querer a tu país, ¿haces algo por él cada vez que nadas o cada vez que afrontas una nueva travesía?
Sí, siempre he sido una persona que ha tratado de quitarle carga moral a las cosas. Creo que la carga moral nos hace mucho daño a los seres humanos. En un intento de quitar esa carga moral, encontré muchas causas vulnerables en mujeres, en niños y en el medio ambiente. Y empecé, a través de ese gran pretexto que fue la natación en aguas abiertas, a generar conciencia, a transmitir mensajes y a empoderar a las mujeres. En lugar de seguir quejándonos de muchas cosas, empezar a cuestionarnos hasta dónde hemos permitido la desigualdad y la poca equidad que existe en México en muchos temas tanto laborales como deportivos y en muchas situaciones.
En mi último viaje a tu país noté un gran cambio, sentí que la mujer había despertado…
Ha habido un despertar, pero no ha sido parejo. Está fragmentado. Me encantaría empoderar a las mujeres de las comunidades rurales.
Ahí es donde está la mayor injusticia. En esas mujeres que siguen pidiendo permiso para poder ir a un ginecólogo y hacerse un examen, para poder hacerse una mastografía y otras muchas pruebas que son necesarias para su salud. Es lo que me hace levantar la voz, el simple hecho de decirles que tomen las riendas de su vida y empiecen a hacer cosas para que ocurran mejoras. El día que logremos que exista la igualdad en comunidades rurales, ese día vamos a generar el gran cambio.
¿Qué estás haciendo por la causa?
La campaña 50+1. Si yo puedo, cualquier mujer puede. El hecho de haber arrebatado un récord mundial (cruce del Estrecho de Gibraltar) a mis 51 años a una nadadora alemana de 21 años, hace que sea una realidad. No se queda en una ilusión o en un cuento bonito que se montó Patricia Guerra y lo quiso transmitir. Es un hecho, una realidad.
Y cuando te lo rompan, ¿lo vas a volver a pelear?
No, ya no. Nos metemos en ese remolino de nunca acabar. Estuve seis años en una lista de espera para cruzar el Estrecho de Gibraltar. Siempre supe que esa lista de espera inevitablemente me traería un regalo. Y, como buen regalo, vino en forma de sorpresa. Lo sigo agradeciendo y lo sigo disfrutando como una de las cosas más increíbles de mi carrera.
Para los nadadores de aguas abiertas, cruzar el estrecho de Gibraltar es una travesía imprescindible. La distancia no es mucha (en línea recta 14 kilómetros y 300 metros) y el agua no está tan fría. Es, además, un cruce a nado que permite pasar de un continente a otro. Todo el mundo lo quiere hacer.
Siempre he sido una persona que ha tratado de quitarle carga moral a las cosas.
Hablamos de lo memorable. ¿Cuéntame qué experiencia te gustaría olvidar?
Ninguna. Yo creo que todas han sido una gran lección. Siempre hago una comparación entre cruzar el "canal" de la vida de Patricia Guerra y afrontar una travesía. Vives situaciones parecidas: soledad, tristeza, momentos increíbles, otros no tanto. Simplemente, cada vez que terminas una travesía, sales con muchísimas más herramientas y recursos para ser un mejor ser humano.
Háblame de tu faceta como motivadora, ¿cómo, aparte de las causas que has mencionado, aprovechas esa experiencia deportiva en tu vida profesional?
Pues mira, simplemente es ir a las empresas a transmitir todos los secretos, herramientas y recursos que utilizo como nadadora y cómo logro transplantarlos a mi vida diaria, a mi vida como empresaria, a mi vida como asesora, como consultora. Mostrar cómo, de alguna u otra manera, todo eso se asemeja al “canal” de la vida que cruzamos todos los días. ¿Cómo haces para salir de una crisis dentro del agua? Exactamente igual que harías para salir de una crisis afuera. Entonces, trato de transmitir durante una hora, una hora y media, todas las razones, el equilibrio físico, mental y espiritual necesario para soportar el frío del océano, para bloquear el miedo y para seguir avanzando con tus brazos y tus piernas de un país a otro con la única finalidad de poner el nombre de mi país en lo más alto y beneficiar diferentes causas sociales.
¿Cuál es la travesía que te vas a quedar con ganas de hacer?
Pues mira, yo creo que cualquier escenario que no haya nadado. Por ejemplo, el Estrecho de Gibraltar. Yo estaba en lista de espera y sabía que me iba a retirar a los 51 años. Ya tenía una fecha cerrada para dar la vuelta a Manhattan en 2023. De repente nos dan la noticia que podemos ir a Gibraltar y justo tres semanas antes de Manhattan. Me dije, tengo que hacerlo. Hay muchísimos escenarios naturales que me hubiera gustado nadar. Igual los hago, pero ya no de manera profesional. Cualquier lago, río, mar, nadable, pues inevitablemente quieres estar allá adentro.
¿Cuál ha sido el mayor cambio en México en tus 50+1?
En mi vida, la pandemia. Nos vino a sacudir. A retar. Evidenció el tema de la salud mental. Empezamos a hablar de estos asuntos. No sabíamos convivir, vivíamos con nuestras personas queridas, pero pasábamos la mayor parte del tiempo con otras.
En el terreno deportivo, el año que crucé el Canal de la Mancha, 2004, que fue, además, el año de dos medallas olímpicas de mujeres mexicanas.
Dime, ¿qué ha sido más difícil de vencer en México para tus travesías, para tus proyectos?
Hacer conciencia. Yo creo que la causa ha sido lo más difícil. El poder transmitirle a todas esas personas, a la sociedad civil, al mundo empresarial, que valía la pena apoyar una causa y hacer la diferencia. Una vez conseguido el reto, mucha gente se apunta, pero se necesita la ayuda antes.
Es complicado vender campañas cualitativas porque no tienes ninguna forma tangible de demostrar cuánto ayudaste, cuál fue el beneficio.
Regálame un consejo para las mexicanas.
Que se atrevan, que tomen las riendas, que persigan sus sueños. Que salgan de todo lo tóxico, que sean ellas mismas. Que enseñen a sus hijas a ser valientes.
Estamos seguros de que, con gente como Paty, México va a seguir mejorando.
Ficha Técnica
Nacida en: Ciudad de México
Año modelo: 1972
Partes: 100 % mexicanas
Dónde comienza tu carrera profesional: en México
Dónde te gustaría terminar tu carrera profesional: en México, mi país
Un lugar para vivir: México – Valle de Bravo
Un país para trabajar: México
Un país para vacacionar: México
Comida favorita: pizza
Bebida favorita: vino tinto
Un libro: El principito
Una peli: Azul profundo
Autos eléctricos, ¿moda o necesidad?: necesidad
¿Cuándo van a volar los autos?: ¡ojalá muy pronto!