Entre dos mundos
En una plataforma petrolífera en alta mar, Russell Shand aprendió a prescindir de su familia... y de sus coches deportivos. Pero el anhelo hace feliz al escocés.
El filósofo Immanuel Kant definió una vez el anhelo como el «deseo vacío de poder destruir el tiempo entre el anhelo y la adquisición de lo anhelado». Russell Shand no quiere destruir nada, pero sí sabe bien lo que es anhelar. El sentimiento de tener un objetivo, de vivir para algo que domina los pensamientos y los deseos. Lo conoce mejor que mucha gente.
Y no solo tiene que ver con que el escocés soñara con un Porsche propio durante muchos años antes de poder permitírselo. Shand, casado y padre de dos hijos, nació y creció en el noreste de Escocia. Todavía hoy vive allí. Al menos durante medio año. La otra mitad, este hombre de 50 años, director de instalaciones en alta mar, trabaja en una plataforma petrolífera. Como responsable de más de 120 personas en tres plataformas metálicas interconectadas, vela por la seguridad y el rendimiento en medio del mar del Norte, a 240 kilómetros de la costa este escocesa. Y lo hace con un ciclo fijo: tres semanas con su familia, tres semanas en la plataforma petrolífera. El ritmo crea estructura. Y anhelo. «Es un reto», dice. «Pero ayuda tener algo que esperar». Shand ha trabajado desde hace más de 30 años en varias plataformas petrolíferas. Lleva once en su puesto actual. La rutina ayuda. También porque él y su mujer siempre han vivido así, pero no es nada fácil a pesar de las videollamadas.
Así que alimenta su anhelo y combina sus pasiones: la familia y Porsche. Ya ha viajado muchas veces por Europa con su mujer y sus hijos en el 911 Sport Classic (997). «Hacer el equipaje es problemático; todo lo demás es pura diversión», afirma. Ya disfruta simplemente planificando la escapada. En la plataforma, cuando investiga después del trabajo qué rutas podrían hacer, qué puerto de montaña les falta y cuándo arrancarán, Shand está muy lejos del «deseo vacío» de Kant. «Así tengo un momento culminante que esperar. El anhelo es una sensación agradable».
En enero, durante una de sus estancias en casa, no fue solo un viaje por carretera lo que le hizo ilusión. Shand incorporó a su garaje un nuevo 911 Sport Classic (992). Para él, la pequeña serie de Porsche Exclusive Manufaktur limitada a 1250 unidades es la continuación perfecta de una leyenda de los deportivos. «Los modelos Sport Classic honran la gran herencia del 911 de una forma impresionante. El cuidado por el detalle es enorme, desde el alerón de cola de pato hasta el techo de doble cúpula y el interior de alta calidad». Habla de él como de una obra de arte: «Y siempre lo hago desde el punto de vista de la ingeniería».
Se enamoró de los deportivos de Zuffenhausen a los diez años, cuando se sentó en el asiento del copiloto de un Porsche 928. «Era demasiado pequeño para mirar por la ventanilla, pero a partir de entonces para mí solo existió esta marca». Cuando estudiaba el bachillerato ganó el concurso Young Engineer for Britain. Así empezó su carrera. A los 16 años dejó la escuela y comenzó su formación como mecánico y técnico de operaciones. A los 19, abandonó el continente. Le quedó su amor por Porsche. «Los coches me entusiasman desde que oí y sentí por primera vez el motor V8 del 928». Luego, a los 30 años, llegó su primer Porsche propio, un Boxster S 3.2. Poco después, un 911 E de 1972 que restauró antes de que se convirtiera en el coche de boda de los Shand. Un vehículo especial del que no se habría desprendido nunca... si no hubiera podido cambiarlo por su primer 911 Sport Classic (997), limitado a 250 ejemplares. «El coche de mis sueños hasta el día de hoy». Un sueño acariciado durante mucho tiempo. Un anhelo que alimentó años y años. Considera que las matrículas especiales que pone a sus exclusivos vehículos son una expresión de su afecto. «Los coches únicos también merecen matrículas únicas».
Shand ha conducido muchos deportivos Porsche, y actualmente también tiene un 911 GT3 con pack Touring (992), pero siente un cariño especial por sus Sport Classic. En el 997 ha estado con la familia en Berlín, Praga, Venecia y los Balcanes. Han recorrido los puertos alpinos del Stelvio, el Grossglockner y el San Gotardo. Cada vez un recorrido diferente, pero siempre el mismo primer destino: Stuttgart. «Para mis hijos también es la parada favorita».
En unos días regresará a la plataforma petrolífera. Su familia y sus deportivos se quedarán en casa, pero en su mente los llevará con él. Los necesita allí, a 240 kilómetros al este de su casa, cerca de Aberdeen. Allí donde las olas arrecian y el mar del Norte tiene 88 metros de profundidad. Los necesita para ese anhelo que le hace feliz.
Datos de consumo
911 GT3 Touring
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12,9 l/100 km
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293 – 292 g/km
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G Class
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G Class