Siempre volando alto

Porsche de México – De una familia de aviadores, nunca quiso ser otra cosa que piloto. Y fue la primera capitana de Aeroméxico, logrando así romper una barrera profesional. Elizabeth Abadie es la mujer al volante, o al timón, de esta edición.

  

Aunque nos gustaría que la proporción de mujeres fuera mayor, hoy alcanza un 5 % del total de capitanes de la compañía de bandera mexicana. Gente como nuestra protagonista ha hecho que México se modernice.

¿Cómo era México cuando fue noticia que una mujer se convertía en capitán de Aeroméxico por primera vez en la historia? ¿Ha cambiado mucho tu profesión?

Parece mentira, pero no fue hace mucho tiempo, hablamos de principio de los 2000. Fue una época de cambios, había muchas mujeres abriendo camino, gente que inició sus carreras en los 80. Llevábamos más de 20 años trabajando y ganando visibilidad. Esto se dio en muchos campos diferentes: en medicina, aviación, alpinismo, en el ámbito empresarial, etc.

Elizabeth no para.

Elizabeth no para.

Hoy educar es su pasión y, aunque se dice “retirada”, le dedica la mayor parte de su tiempo.

La tecnología ha cambiado mi profesión y muchas otras. Hay mucha más automatización, volar es el mismo principio, la misma base que los autos. Antes como piloto tenías más control sobre el avión, ahora eres más un administrador. Piensa en los autos autónomos, aunque te ayuden, no puedes entrar en complacencia, la tecnología no lo resuelve todo.

¿Dónde tuviste más resistencia para perseguir tu sueño, en casa, en la escuela o en el trabajo?

El día de hoy te digo que no la tuve, pero si echo la vista atrás, al principio de mi carrera, te diría que mi papá. Ahora lo veo de otra manera: él siempre me empujó a prepararme. Por ejemplo, entonces solo te pedían secundaria, él me obligó a hacer la prepa. Mi papá era piloto, él sabía que aumentarían las exigencias. Cuando estaba en la preparatoria, me dijo que tenía que estudiar inglés, luego me incentivó a buscar una beca del Conacyt. Me tuvo que avalar para conseguir dinero para los estudios. En una ocasión, como si no supiera, me dijo que creía que en ASPA (sindicato de pilotos) daban becas.

Más que un sueño.

Más que un sueño.

Romper barreras en cualquier profesión es algo muy gratificante. Si lo haces por todo lo alto, mucho más.

Entonces me parecía que él no quería, pero en realidad lo que quería es que persiguiera mi sueño consciente del esfuerzo, que demostrara cuánto ansiaba conseguirlo. Mi papá era muy estricto con todos, no solo conmigo.

¿Qué es lo que más trabajo te costó aceptar?

Yo nunca sentí un rechazo. Creo que en la vida nos autolimitamos. Yo tenía que ser mejor que los muchachos para que me consideraran al nivel. Yo me ponía ese límite. No es que existiera realmente, sino que yo me esforzaba mucho por no tener errores. Tenía que adivinar el pensamiento del capitán.

Tengo que agradecer a dos capitanes que abiertamente no estaban de acuerdo en que una mujer estuviera ahí, dos capitanes de la fuerza aérea. Uno incluso solo permitía en su avión sobrecargos varones. Me dio mucho gusto que luego fuimos amigos.

En el 88 con la quiebra de Aeroméxico yo me fui a Aeromar y cuando ascendí a capitán, el otro capitán me hizo una fiesta. Es gente que primero te dice no, pero al final se convence.

¿Qué harías diferente si pudieras volver a empezar?

Haber comenzado a volar antes, rebelarme a mi papá (sonríe)… pero en realidad no creo que hubiera hecho algo diferente. Quizá involucrarme más en el Sindicato. Yo siempre respeté la autoridad, pero hay que pelear por el cambio desde dentro.

Estoy seguro que has visitado muchos e interesantes lugares, háblanos de tu preferido...

A mí me gustaba mucho volar a París. Allí conocí a mi esposo. No me canso de caminar por la ciudad, me encanta comer allá. En la salida nocturna, siempre me despedía de la torre Eiffel desde el avión.


Estoy seguro que hubo momentos muy felices, pero cuéntame el que consideras el momento más feliz de tu carrera como capitán de aviones comerciales.

Mi último vuelo fue muy emocionante, pero, como capitán, el momento más feliz de mi vida profesional fue cuando firmé en Aeroméxico. Ya cumplí, pensé. Había conseguido mi meta en la vida.

Ahora toca hablar del peor, de ese momento que te hizo pensar si merecía la pena tanto esfuerzo.

No he tenido emociones fuertes, pero el día en que hice mi primer vuelo sola, me sucedió un contratiempo. Tuve una perdida de aceite y regresé a Monterrey, no hubo mayor problema. 

Otra ocasión que recuerdo, fue un accidente en Monterrey. El avión que despegaba justo detrás de mí se salió de la pista. A la mañana siguiente tuvimos que salir con el accidente ahí presente en la pista. En ese momento tienes que decidir por ti misma, sin ayuda de nadie. ¿Qué ven esos pilotos que sí despegan que yo no veo? Nos vamos porque nos vamos, despegamos, pase lo que pase. No pasó nada, despegamos sin problema.

Hay muchos empresarios, profesionistas, ejecutivos entre nuestros lectores, ¿cómo crees que deberían aproximarse al talento femenino en esas posiciones que, de momento, siguen reservadas mayoritariamente a los hombres?

Denles la oportunidad, analicen su trabajo, no les van a hacer quedar mal. Y díganles qué es lo que esperan de ellas.

¿Me olvidé de algo, quieres añadir algo?

Manejar un Porsche es como manejar un avión.

Ficha Técnica

Fabricada en: México.
Año modelo: 1960.
Partes: 100 % mexicana.
Dónde comienza tu carrera profesional: en Aeroméxico.
Dónde te gustaría terminar tu carrera profesional: enseñando.
Un lugar para vivir: donde pueda sembrar, Puerto Morelos.
Un país para trabajar: Europa, cualquier lugar.
Un país para vacacionar: Canadá.
Comida favorita: todo lo diferente, coreana, tailandesa.
Bebida favorita: aguas frescas de fruta.
Un libro: El Infinito en un Junco, de Irene Vallejo.
Una peli: Top Gun, Dunkerque.   
Autos eléctricos ¿moda o necesidad?: una necesidad. 
¿Cuándo van a volar los autos?: no creo que tarde mucho.

José Carlos de Mier
José Carlos de Mier