En garde!

El esgrimista en silla de ruedas y medallista paralímpico Oliver Lam-Watson rompe con todos los prejuicios de forma impactante.

   

Un impacto vertiginoso con la espada revela a Oliver Lam-Watson como un auténtico maestro de su disciplina. «En garde!», resuena una y otra vez en el centro de entrenamiento londinense. El británico es un esgrimista en silla de ruedas, además uno de los mejores del mundo, y ahora está entrenando para su próximo éxito. Con la mano izquierda agarra la silla de ruedas anclada en el suelo, la máscara le cubre la mirada de concentración y en su mano derecha brilla la espada plateada. Ante una battuta inesperada —un golpe contra la hoja del rival— Lam-Watson contraataca con una finta, lleva a su oponente con un engaño del cuerpo tras la luz y... Touchè! Es cierto que la sparring de Lam-Watson combate sobre sus dos piernas, pero también ella se ve abrumada por el talento del británico. Un lamento, un murmullo y por fin un apretón de manos entre colegas. El entrenamiento ha finalizado y el luchador enmascarado se transforma de nuevo en el deportista de sonrisa amable.

Concentración:

Concentración:

Oliver Lam-Watson describe su disciplina como deporte mental y un arte marcial a partes iguales.

«Quiero acabar con los prejuicios.»

Oliver Lam-Watson

Para Lam-Watson, la esgrima es una combinación entre ajedrez y artes marciales, puesto que los duelistas deben destacar por una gran agilidad tanto física como mental. Este deportista de 29 años demostró su gran dominio de este arte en agosto de 2021 cuando ganó la medalla de plata en los Juegos Paralímpicos de Tokio con el equipo de florete. Después del bronce con el equipo de espada, fue su segundo éxito en solo unos días, y Lam-Watson por fin demostró su valía ante todos. Las muletas forman parte de su vida desde la infancia debido a una anomalía en los vasos sanguíneos de su pierna izquierda. Para los demás, esta discapacidad es motivo para recordarle todo lo que no es capaz de hacer. «Quiero acabar con estos prejuicios», afirma Lam-Watson.

Objetivos:

Objetivos:

con su GT3, Oliver Lam-Watson ha cumplido uno de sus mayores sueños.
Triunfo:

Triunfo:

Lam-Watson, con su primera medalla en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2021.

La esgrima en silla de ruedas es una disciplina paralímpica oficial desde los juegos de verano de 1960 en Roma. Los duelos son rápidos, emocionantes y sin concesiones. O, tal como lo describe el propio Lam-Watson en nuestra charla en su moderno centro de entrenamiento al norte de Londres: «Versátil y emocionante, ofensivo y defensivo, contraataques y preparaciones, táctica de distanciamiento, timing y transiciones fluidas». El británico exhibe a cada segundo su pasión por este deporte, y eso que hace solo unos años aún no sabía nada de esgrima, ni mucho menos había tenido nunca una espada en la mano. No descubrió hasta muy tarde su afición por todo tipo de deporte.

Nacido en el sur de Londres, Lam-Watson vino al mundo con el raro síndrome de Klippel-Trénaunay-Weber, que limita considerablemente su movilidad. Cuando su estado empeoró a la edad de nueve años, su vida se puso patas arriba. 


 

«Por primera vez tuve la sensación de no ser igual que los demás niños», recuerda. «Y odiaba el deporte en el colegio, porque era precisamente lo que más lo reflejaba». Pero al principio no quería admitir su discapacidad. Tampoco cuando empezó a estudiar arquitectura con 20 años. Ante sus amigos se inventaba una y otra vez excusas para explicar por qué necesitaba las muletas. «La discapacidad no tenía por qué condicionar mi vida», explica. «Yo quería que me consideraran de igual a igual. Sin embargo, naturalmente, la gente terminó por enterarse de que la causa de mi limitación no había sido ningún accidente de esquí».

Éxito:

Éxito:

Lam-Watson lleva a la práctica su lema (do more). Solo necesitó seis meses para ser convocado por la selección nacional y cuatro años para las medallas paralímpicas.

Entonces, a los 23 años, Lam-Watson miró cara a cara a su destino. «Si tenía que vivir con esta discapacidad, al menos quería descubrir dónde estaban mis límites». Por tanto, se apuntó al gimnasio y pronto un amigo lo convenció para participar en una Spartan Race, una carrera extrema donde los participantes deben superar todo tipo de obstáculos. «Naturalmente, los 15 kilómetros con muletas por el agua y el barro se hicieron muy duros», recuerda Lam-Watson. Más tarde superaría aún otras seis carreras de este tipo.

Ambición:

Ambición:

sparring en el centro de entrenamiento londinense. Para alcanzar el éxito, Lam-Watson entrena hasta seis veces a la semana.

«Estaba tremendamente orgulloso de mí mismo», relata. «No obstante, fui al médico para comprobar si era aconsejable participar en esos eventos». Sin embargo, lo único que me dijo es que no creía que las carreras de obstáculos fueran un deporte de verdad. Naturalmente, eso no era lo que quería oír Lam-Watson. «Bajo mi punto de vista yo había conseguido mucho, pero al final solo había servido para sentirme humillado». Firmemente resuelto a demostrarle al médico lo contrario, aquella misma tarde del año 2017 se puso a buscar disciplinas paralímpicas que pudieran ser adecuadas para él. 

La esgrima en silla de ruedas le llamó la atención de inmediato y, ni corto ni perezoso, empezó a telefonear a todos los clubes de esgrima de Londres. Uno de ellos se mostró dispuesto a acogerle. Solo unos días después hizo su primer entrenamiento, y a partir de entonces hasta seis veces a la semana.

«Nadie tiene derecho a decirte lo que puedes hacer y lo que no.»

Oliver Lam-Watson

Seis meses después, Lam-Watson fue elegido para su primer campeonato del mundo en Hungría. «El nivel era extremadamente alto», dice el atleta. «A pesar de todo, como novato me llevaba unas buenas palizas de los mejores esgrimistas del mundo. Fue una curva de aprendizaje bastante pronunciada». Siguió entrenando cada vez más duro y los frutos de sus esfuerzos no se hicieron esperar mucho. Tras las primeras medallas en los campeonatos del mundo de 2018 llegaron por fin los éxitos en Tokio, la culminación absoluta para Lam-Watson. Con su historia, Lam-Watson quiere ser inspirador y generar un cambio en la percepción social de los discapacitados. En su canal de YouTube habla sobre temas como el miedo y la amputación, muestra a los espectadores los entresijos de los Juegos Paralímpicos y también cuelga desde hace poco vídeos de sus trucos en skateboard. A veces también comparte con sus seguidores algunas de sus numerosas fotografías, una pasión que desarrolló en su época universitaria. «Me regalaron una Nikon FM2 SLR antigua y me pasaba continuamente la pausa de la comida en el cuarto oscuro», recuerda. «La fotografía es una huida. Ofrece una pausa a mi cuerpo y mi espíritu para escapar del deporte profesional». Lo que más le gusta es captar momentos de la vida cotidiana. Lam-Watson recorre el barrio londinense del Soho y se deja llevar por su cámara. Es cierto que a veces tarda varios meses en llenar un carrete. «Pero entonces es como si las imágenes se convirtieran en recuerdos de esos pequeños momentos que casi había olvidado».

Vehículo cotidiano:

Vehículo cotidiano:

Lam-Watson conduce desde hace dos años un 911 con cambio de doble embrague PDK.
Fuerza:

Fuerza:

conductor de GT3 y esgrimista paralímpico, Lam-Watson supera los estereotipos.

Lam-Watson utiliza las instantáneas en sus redes sociales para desmontar prejuicios. «Cuando la gente ve a una persona discapacitada, la mayoría piensan en hospitales, muletas y sillas de ruedas. Pero eso es solo una verdad a medias». Añade que él mismo puede vestirse igual de bien y ser tan fuerte como todos los demás... o cualquiera que sea el baremo que se tome para la participación social. Sin embargo, los comentarios negativos y la discriminación forman parte de su vida, tanto en Internet como en la vida real. Explica que el problema es que a los discapacitados se les recuerda una y otra vez todo lo que no pueden hacer, pero pocas veces los logros de los que sí son capaces. «Tampoco quiero afirmar que todo es posible. Pero nadie tiene derecho a decirte lo que puedes hacer y lo que no, eso es algo que solo puedes averiguar tú mismo». En el caso del medallista olímpico, esto se refleja especialmente al ponerse al volante. Desde hace dos años, su compañero en el día a día es un Porsche 911 GT3. Algo que sigue despertando el asombro de muchos. Especialmente, cuando reparan en el correspondiente distintivo azul detrás del parabrisas o cuando lo ven aparcado en una plaza para discapacitados.

«La pierna derecha me funciona, así que a pesar de mi limitación puedo conducir un automático», explica Lam-Watson. «Por eso mi GT3 lleva cambio de doble embrague PDK. Del mismo modo, se puede equipar un deportivo con controles manuales». El hecho de que esto es un sueño hecho realidad para Lam-Watson se percibe inmediatamente en nuestro recorrido por Londres. El británico se encuentra como pez en el agua. «El GT3 me transmite la capacidad de ser rápido, ágil y móvil, algo que muchas veces me deniega mi físico. Es como una extensión de mi cuerpo».

Actualmente, Lam-Watson ha encontrado su equilibrio como exitoso deportista profesional. Sin embargo, no sigue un plan a largo plazo. «Eso me arrancaría del aquí y el ahora», afirma. «Si dentro de cinco años descubro que hay algo que quiero hacer, me pondré inmediatamente manos a la obra». 

Sam Wylie
Sam Wylie