Final del trayecto
Tras 911 kilómetros, el viaje del nuevo 911 finaliza allí donde las familias Porsche y Piëch tienen su primer domicilio: en la finca de Schüttgut en la localidad austriaca de Zell am See. La generación más joven del nueveonce se reúne con su ancestro, un 911 de 1964, mientras que Wolfgang Porsche nos aclara el mito Porsche.
km 703–911
8. Turracher Höhe
9. Zell am See
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Arrival
«En los próximos 10 años el mundo del automóvil cambiará más que en los últimos 100».
El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable, para los temerosos lo desconocido, para los valientes la oportunidad». Esta cita del autor francés Victor Hugo se emplea a menudo de forma forzada. Pero raramente ha sido tan acertada como hoy que presentamos una nueva generación del Porsche 911 y hablamos sobre la movilidad del futuro.
A lo largo de muchas décadas el automóvil estuvo situado en el eje central de la movilidad como medio de transporte y símbolo de estatus, además de fascinante máquina generadora del placer de conducción. Pero la movilidad tradicional, tal y como la percibimos y practicamos a diario, se encuentra hoy frente a un gran cambio. Vivimos en una era multimóvil. Gracias a la rápida evolución de las modernas tecnologías de la información y las telecomunicaciones, no solo estamos localizables en cualquier momento y cualquier lugar del mundo, sino que también podemos estar al mismo tiempo en todas partes. Cuando en la actualidad las videoconferencias reemplazan a los viajes de negocios, los chats a los amigos del bar, el teletrabajo a la oficina y el portátil a las compras de los sábados en la ciudad, entonces sí es justificada la pregunta sobre si la movilidad virtual llegará algún día a sustituir completamente la conducción individual del automóvil. Vivimos una época de la industria en expansión. La fuerza y el dinamismo con los que acaecen sucesos y transformaciones son vertiginosos. La sociedad, el mundo, la política y la economía se transforman a la velocidad de la luz. En los próximos 10 años el mundo del automóvil cambiará más que en los últimos 100.
Para Porsche esto significa que crecemos en regiones que hace pocos años eran inimaginables. La transformación digital determina el pensamiento. Jóvenes, personas de distinto parecer y de distinta ideología transforman nuestra forma de pensar. ¿Qué esperan nuestros clientes de ahora y del futuro del automóvil y de la movilidad en general? Tenemos que estar dispuestos a repensarlo todo. Si bien no es necesario volver a inventar la rueda, todo lo demás sí. Y quien transforma, ha de atreverse a innovar, a permitirse libertades y a cambiar la perspectiva en su pensamiento. Necesita estructuras libres, librepensadores, inconformistas. La creatividad requiere también cierta «falta de reglas» y un poco menos de burocracia coartadora. Así podemos ser más rápidos, más concretos y, sobre todo, más eficaces. También para una empresa como Porsche es importante pensar siempre partiendo del cliente. Tenemos que aproximarnos a nuestros clientes, acercarnos lo más posible a ellos. Para todos los automóviles y todos los servicios del futuro solo hay un punto de vista: el del cliente.
Pero, ¿a dónde nos lleva todo esto? ¿A qué destino nos estamos dirigiendo? En vista de la velocidad y de la imprevisibilidad del desarrollo actual, prácticamente parece imposible hacer un pronóstico sobre el futuro. Pero es necesario no ceder en el intento de despejar esa niebla y mirar hacia adelante. Como empresa, hoy en día debemos tomar las decisiones estratégicas correctas y estar preparados para lo que nos deparare el futuro.
«Existe un núcleo esencial que no cambia aun cuando todo lo que le envuelve sea radicalmente nuevo».
Porsche debe tomar la ofensiva frente a la competencia innovadora global. Para ello necesita sobre todo coraje, tanto para transformarse como para preparar su propio camino hacia el futuro, ya que en los tiempos extremadamente volátiles en los que vivimos, es importante mostrar un perfil claro e inconfundible. Pero, ¿cómo puede permanecer una marca auténtica y única si se ve continuamente obligada a adaptarse a un entorno que se va transformando a toda velocidad? ¿Cómo es posible innovarse sin perder la propia identidad?
Un círculo de expertos formado por personas, empresas e instituciones que colaboran para dar a conocer una cultura de la excelencia en Alemania publicó hace un tiempo un libro que, entre otros, incluye un interesante artículo sobre Porsche. Dicho artículo trata sobre un experimento intelectual, la paradoja de Teseo. El personaje mítico griego Teseo lleva regularmente a reparar su nave a un astillero. Continuamente deben reemplazarse las tablas estropeadas por otras nuevas, hasta que años después el barco ya no dispone de ninguno de sus componentes originales. El dueño de los astilleros construye entonces un barco completamente nuevo con los elementos antiguos que habían sido sustituidos, de modo que existen dos naves prácticamente idénticas que solo se distinguen por la antigüedad de sus componentes.
De este mito, los filósofos derivaron la interesante cuestión sobre cuál de los dos barcos es el auténtico: ¿el «antiguo» con un 100% de sus piezas nuevas?, ¿o el «nuevo» con un 100% de las antiguas? No hay una respuesta unánime. De ser así, este experimento intelectual no sería paradójico. La parábola de la nave de Teseo puede aplicarse a dos puntos de vista. El primero consiste en que es posible innovar sin perder identidad. El segundo, por su parte, se fundamenta en que el todo es más que la suma de sus componentes. Existe un núcleo esencial que no cambia aun cuando todo lo que le envuelve sea radicalmente nuevo. Trasladada a Porsche, la cuestión sería: ¿cuál es el auténtico 911?, ¿el nueveonce original de 1963?, ¿el nueveonce número un millón que abandonó la planta de producción de Zuffenhausen a mediados de 2017?, ¿o el último nueveonce, que fue presentado mundialmente hace pocos días en Los Ángeles? Por supuesto, a lo largo de los años hemos desarrollado el 911 de forma consecuente y lo hemos ido dotando de nuevas tecnologías innovadoras. Ninguno de los componentes del actual nueveonce es idéntico a su homólogo de los años sesenta. Pero el núcleo esencial del icono de nuestros deportivos se ha mantenido inalterado desde hace más de 50 años.
Porque no son los detalles técnicos los que conforman la identidad de un 911, así como tampoco la identidad de la nave de Teseo radica en una tabla. Lo determinante es que una cosa permanezca auténtica con respecto a su esencia. Y no conozco ningún automóvil que a pesar de todas las transformaciones tecnológicas y de su época haya permanecido tan fiel a su esencia como el 911.
Lo mismo puede decirse de nuestra marca y de nuestra empresa. A nuestro alrededor estamos observando transformaciones vertiginosas a la vez que van cambiando también las exigencias de nuestros clientes con respecto a nuestros deportivos y a la movilidad en general. Es algo a lo que debemos anticiparnos, dando forma a estas exigencias de futuro en nuevos productos y servicios. ¿Dejamos de ser por ello Porsche? No, pues la esencia de nuestra marca ha hecho de nosotros lo que somos ahora y lo que vamos a ser en el futuro. Nuestra identidad indivisible y claramente identificable permanecerá aunque todo cambie a nuestro alrededor. Tener éxito con las innovaciones significa cuestionarse radicalmente todo, sin perder en ello la estructura probada y sus cualidades fundamentales, en definitiva, su identidad. Si hay algo que en Porsche tenemos que saber hacer especialmente es esto. Sea con motor eléctrico o convencional, puro placer de conducción en el circuito de carreras o movilidad automatizada en la ciudad, fabricante de deportivos o proveedor de servicios innovadores, Porsche sigue siendo Porsche.
Wolfgang Porsche
Wolfgang Porsche es el rostro de la marca y su embajador más importante. Tras el fallecimiento de su padre Ferry en el año 1998, la familia Porsche le designó su portavoz. En calidad de Presidente del Consejo de Administración actualmente se encarga de controlar la sociedad Porsche AG así como la totalidad del consorcio.