Libre
Una escalada al puerto del Turracher Höhe con el nuevo Porsche 911. La que un día fuera una de las travesías más difíciles de los Alpes, una tortura para los neumáticos, hoy es puro placer y una idea de la libertad que solo se consigue a través de la razón.
km 405–703
7. Oberschleissheim
8. Turracher Höhe
-
Free
Con un clac seco se cierra la puerta del conductor. De repente, silencio. Dejan de escucharse la corriente del arroyo de montaña y el zumbido de los insectos. El Porsche blinda del mundo exterior. Solo los ojos perciben todo el movimiento. Aquí dentro, en el nuevo nueveonce, queda un espacio para soñar con el placer de la conducción y la alegría de vivir, con los viajes y la libertad. Pronto, esto se convertirá en realidad. Pero antes aun tiene que salir el sol.
Jean-Jacques Rousseau, escritor y filósofo, dijo que «la libertad del hombre no consiste en hacer lo que uno quiere sino en no estar obligado a hacer lo que uno no quiere». Una idea emocionante para alguien que está al volante de un deportivo, sobre todo cuando el movimiento debe ser libre y espontáneo.
Para ello, el Turracher Höhe es un lugar ideal: un puerto de montaña en el lado oeste de los Alpes de Gurktal en Austria, con inclinaciones de hasta un 23%. La cúspide del puerto, al sur del lago de Turrach, está a 1.795 metros sobre el nivel del mar. La frontera entre los estados federados austriacos de Estiria y Carintia atraviesa el lago. El tramo, de unos 30 kilómetros de atractivas combinaciones de curvas y cinco virajes, atrae a todo lo que anda sobre dos piernas y sobre dos o cuatro ruedas. El portal de turismo de Estiria lo elogia como «un paisaje sin igual» y «una exuberante diversidad».
Las primeras horas de la mañana son el mejor momento para soñar con viajar. Si no fuera por algunos pájaros que vuelan hacia el noroeste, podría parecer que hasta las montañas duermen aún. A un lado, el Eisenhut, al otro las montañas de Nock. A derecha e izquierda oscuros bosques de pinos cembros, oscuros pastos y oscuro musgo.
No tardará más de 30 minutos hasta que el cielo azul oscuro se transforme en una superficie nubosa grisácea. El Porsche junto a la carretera representa potencia, elegancia, ligereza, una cueva sobre ruedas desde la que se puede disfrutar el mundo. Tiempo es lo único que se requiere. Y ritmo. El conductor acciona la llave y escucha detenidamente el sonido grave al calentarse el motor bóxer de tres litros, con seis cilindros y dos turboalimentadores.
42
kilómetros de pista atraviesan la estación de esquí Turracher Höhe.
1,9–2,2
grados centígrados es la temperatura media anual en el Turracher Höhe.
57
años han pasado desde que en 1961 Porsche puso por primera vez a prueba unos neumáticos en una carretera por aquel entonces cubierta de hielo.
Pasa junto al arroyo, acelera, frena, cambia de marcha como en un staccato, busca su compás, su ritmo, la road movie con él mismo como protagonista. Experimentar aventuras, escalar montañas, ser feliz en el viaje, deslizarse en una especie de estado ideal del comportamiento. Mihály Csíkszentmihályi, profesor e investigador de la felicidad húngaro-americano, describe el flujo como sensación experimentada como feliz, un estado mental de total concentración e implicación en una actividad que se percibe como ni demasiado fácil ni demasiado complicada. El flujo en la conducción es por tanto un estado despreocupado en el que el piloto lo tiene todo bajo control. Muy similar a la sensación de poder disponer libremente del propio tiempo, lo que se percibe como una libertad especial.
En ruta con ritmo
El conductor entreabre la ventana, el viento se introduce y los pensamientos salen al exterior. Esto es tierra de Porsche. Gmünd, en Carintia, lugar de nacimiento del Porsche 356 No 1 Roadster, está a 47 kilómetros de distancia. Fue un prototipo con motor central y chasis tubular, construido manualmente bajo la dirección de Ferry Porsche. Allí, en el valle del Lieser, surge el primer vehículo con el nombre de Porsche, allí se crea el mito de la marca. 13 años después, en enero de 1961, Porsche puso a prueba por primera vez sus neumáticos en el Turracher Höhe con tres 356 B y el prototipo de un 356 B Super 90. El equipo estaba provisto de neumáticos de invierno de perfil grueso, un reloj y un listón de madera. Para determinar las inclinaciones llevaban un nivel de burbuja y para medir la tracción una balanza de muelle. En los 43 inviernos siguientes el pueblo de Turrach, un puerto de montaña que entonces tenía inclinaciones de cerca de un 32%, y los lagos helados de los alrededores se convirtieron en un recinto para probar neumáticos de Porsche. La ruta es considerada el paso más temido de la cresta principal de los Alpes orientales: siempre helada, es estrecha y está salpicada de curvas cerradas, hechas para poner límite a los límites.
23
por ciento es la máxima inclinación de la carretera del Turracher Höhe en un corto tramo del lado de Carintia.
45.100.000
resultados arroja la palabra libertad en una búsqueda de Google (10/2018).
52
virajes y numerosas curvas cuenta la carretera de peaje de Nockalm, que comienza al pie del Turracher Höhe.
Más musculoso que nunca
La carretera es una obra de arte esculpida en el paisaje. Pero la montaña ha perdido su sombrío poder. La pista de asfalto es ahora más ancha, las curvas menos pronunciadas y en invierno ya no se hielan gracias a la sal. Además, ahora los cuatro pilotos de pruebas de Weissach prueban los neumáticos en la sección norte del Nürburgring o en recintos como el Nardò Technical Center, propiedad de Porsche en el sur de Italia, o el Contidrom en Hannover. La uniformidad en el tamaño de las ruedas ha sido desplazada por neumáticos de diferentes tamaños: delante 20 pulgadas, detrás 21. Por su parte, el contacto con la calzada es más riguroso y las velocidades en las curvas son mayores. El nuevo nueveonce de Zuffenhausen muestra su superioridad al disponer de una marcha más que su antecesor en la caja de cambios de doble embrague. Cuenta con ocho marchas. Los ingenieros hablan de un comportamiento optimizado del embrague, el conductor siente que las marchas se cambian a la velocidad del rayo. El nueveonce es intemporal pero también moderno, y por fuera es más musculoso que nunca. Es el resultado de la tradición combinada con el valor para transformarse: componentes optimizados en el chasis y nueva posición de los cojinetes del motor para seguir reduciendo las oscilaciones y las vibraciones que se transmiten al chasis. Gracias a la mejor adaptación del motor al chasis, el deportivo permanece más estable en su carril aun cuando las curvas se toman con especial dinamismo. El nuevo nueveonce es un automóvil que ya ha hecho historia. Como todos los deportivos de Zuffenhausen apuesta por la libertad y la realización de los sueños.
Vía libre, el horizonte, las nubes, la superioridad del automóvil. En la cúspide del puerto de montaña el conductor se detiene. Gira la llave a la izquierda, cierra los ojos. Sus manos acarician el volante, como si quisiera darle las gracias a su nueveonce. El motor caliente emite una ligera crepitación metálica bajo el capó a modo de susurrante respuesta a una pregunta que no se ha formulado. Esto es libertad.